Los Manuscritos del Mar Muerto

Los antiguos Manuscritos del Mar Muerto son prueba de que la Biblia ha sido preservada con mucho cuidado y precisión, tal como Dios quería.

Los Manuscritos del Mar Muerto son considerados como el mayor descubrimiento arqueológico del siglo XX y comprueban la exactitud con que la Biblia ha sido conservada.

El descubrimiento

Los llamados “Manuscritos del Mar Muerto” en realidad no fueron encontrados en el Mar Muerto, sino en una serie de cuevas ubicadas a aproximadamente 1,5 km de distancia de su costa noroeste. Incluyen desde rollos completos hasta fragmentos de textos bíblicos y otras obras literarias religiosas, que en conjunto comprenden el mayor tesoro de manuscritos antiguos jamás encontrado.

Aunque los detalles no son muy claros, se cree que el primer descubrimiento fue hecho por un beduino en 1974 en el área de Qumrán (“ruina de piedra”), ubicada a 19 km de la antigua ciudad de Jericó, aproximadamente a la misma distancia de Jerusalén, y a 400 metros bajo el nivel del mar.

El beduino al parecer encontró la Cueva 1 (las cuevas fueron enumeradas como Q1, Q2, etc.) mientras buscaba una cabra perdida y fue ahí donde apareció el primero de los rollos del Mar Muerto y otros fragmentos. Las posteriores excavaciones comenzaron de lleno en el año 1951 y finalizaron en 1956 con diez cuevas y muchos otros manuscritos descubiertos.

11 cuevas, más de 100.000 fragmentos

Las cuevas más importantes son la primera y la cuarta, y los únicos manuscritos relativamente intactos estaban en las cuevas 1 y 11.

Se encontraron fragmentos de todos los libros del Antiguo Testamento exceptuando Ester, lo cual resulta especialmente extraño para los expertos dado que uno de los textos de la Cueva 4 hace referencia a este libro, demostrando que los responsables de guardar los manuscritos sabían de él.

En total el hallazgo consta de más de 100.000 fragmentos, de los cuales 220 son rollos provenientes de más de 1.000 documentos diferentes.

El tesoro incluye los manuscritos del Antiguo Testamento más antiguos que se hayan encontrado, pero a pesar de su indudable valor bíblico, la mayor parte de los fragmentos descubiertos pertenecen a textos literarios judíos no bíblicos. Como ejemplo, sólo 127 de los 584 manuscritos de la Cueva 4 pertenecen a la Biblia. Los textos no bíblicos incluyen comentarios del Antiguo Testamento, interpretaciones y paráfrasis de la Ley, y una serie de reglas de conducta de la comunidad de esenios que habitó el área entre los años 200 a.C. y 68 d.C.

El rollo más largo, con más de ocho metros de longitud, es conocido como el “Rollo del Templo” y se encontró en la Cueva 11.

Los esenios

Aunque algunos expertos creen que los manuscritos se escribieron en Jerusalén u otro lugar y luego fueron llevados a Qumrán, su autoría generalmente se atribuye a los esenios.

Fotografía: Excavaciones en Qumrán con el Mar Muerto de fondo (fotografía por David Treybig).

Los esenios eran una facción judía ascética y separatista que habitó el área de Qumrán por algún tiempo; a partir del número de tumbas encontradas en el cementerio local, se estima que la comunidad consistía de entre 150 y 300 de personas, incluyendo hombres, mujeres y niños.

Se regían por una jerarquía con varios rangos y órdenes, pero principalmente dividida en sacerdotes, levitas y el resto del pueblo; todos eran judíos y, aunque habían renunciado al judaísmo de Jerusalén y su división de clases, todos estudiaban las Escrituras diariamente. Según la evidencia arqueológica e histórica, los esenios se establecieron en Qumrán en la segunda mitad del siglo II a.C. y permanecieron ahí hasta que la invasión romana del 68 d.C. los obligó a abandonar sus refugios y extensas bibliotecas. Nadie sabe qué sucedió con ellos después.

Los textos y los escribas

La mayoría de los rollos están hechos de cuero o papiro (sólo uno de ellos está hecho de cobre). Los rollos de cuero consisten en una serie de piezas cuidadosamente preparadas, unidas y grabadas en que los escribas incluso se tomaban el trabajo de hacer líneas horizontales y verticales para marcar renglones y columnas y así poder escribir pulcramente. El rollo de Isaías, por ejemplo, contiene 17 piezas de cuero que unidas miden 7,5 metros de largo.

Los escribas tenían una función muy importante y habilidades admirables. Su ocupación se menciona 48 veces en el Antiguo Testamento y parte de su tarea se describe en el libro de Jeremías cuando Dios le pide al profeta escribir sus palabras en un “rollo de libro” y luego Jeremías le encomienda la tarea a su secretario Baruc, quien escribe el texto en forma de columnas (Jeremías 36:2, 4, 23, Nueva Versión Internacional).

El rollo de Isaías y la exactitud de la Biblia

Uno de los descubrimientos bíblicos más importantes es el rollo que contiene el libro de Isaías completo, ahora conocido como el “Gran Rollo de Isaías”. Parte de su valor está en que data de más de mil años antes que la copia más antigua que se conoce del Texto Masorético, el cual por mucho tiempo ha servido como fuente para traducir el Antiguo Testamento.

El adjetivo “masorético” se refiere a un antiguo grupo de escribas judíos llamados masoretas (de hebreo mesorah, que se refiere a la transmisión de una tradición) cuya tarea era hacer copias de la Biblia hebrea entre los años 500 y 900 d.C. aproximadamente. Los masoretas eran tan cuidadosos y detallistas en sus copias que su versión del Antiguo Testamento, “el Texto Masorético”, se considera la más fiable que existe.

En un principio los expertos temían encontrar diferencias notables entre el Rollo de Isaías y el Texto Masorético, pero sus temores desaparecieron al descubrir que los textos no difieren el uno del otro más que en detalles insignificantes. A pesar la gran brecha temporal, el Texto Masorético se apega al contenido del rollo casi al cien por ciento.

Otro descubrimiento que comprueba la exactitud de la Biblia son los más de 20 fragmentos que contienen partes de todos los capítulos de Deuteronomio, uno de los libros más importantes del Antiguo Testamento cuya autoridad e influencia se evidencian en libros como Samuel, Oseas y Jeremías y el Nuevo Testamento.

De hecho, Jesús se defendió de la tentación de Satanás citando Deuteronomio 8:3, 6:3 y 6:16 y citó Deuteronomio 6:5 cuando un intérprete de la ley le preguntó “Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley?” (Mateo 4:1-11; 22:36).

Estudio científico de los manuscritos

El descubrimiento de los Manuscritos del Mar Muerto fue sólo el primer paso. Aunque el personal es más reducido y especializado, los científicos siguen trabajando en la interpretación y evaluación de los textos hasta ahora.

Los expertos encargados de estudiar estos antiguos documentos se conocen como “paleógrafos” y se dedican a analizar minuciosamente fotografías ampliadas de varios fragmentos.

Otra de las tareas era traducir los manuscritos, que en su mayoría están escritos en hebreo y algunos de ellos en griego o arameo (lengua hermana del hebreo).

Algunos de los manuscritos se conservan como un tesoro nacional en el Santuario del Libro del Museo de Israel, donde miles de visitantes pueden verlos cada año. El valor de los textos es tan grande para este país que se ha mostrado un tanto reacio a permitir su salida.

Los expertos también están trabajando en tomar imágenes digitales de todos los rollos y fragmentos para que otros puedan acceder directamente a los originales desde donde estén sin tener que usar traducciones ajenas. De hecho, según el sitio web del Museo de Israel, cinco de los rollos ya están disponibles en formato digital.

En 1962, el erudito inglés Geza Vermes además publicó la primera edición de The Dead Sea Scrolls in English [Los Manuscritos del Mar Muerto en inglés] permitiendo que cualquier interesado pueda leer los manuscritos sin necesidad de ser experto o tener que fiarse de otros libros escritos sobre ellos. Desde entonces el libro fue revisado varias veces y reeditado como The Complete Dead Sea Scrolls in English [Los Manuscritos del Mar Muerto completos en inglés] en 1997.

Preservados para nosotros

Los Manuscritos del Mar Muerto han sido de gran ayuda para comprender mejor las religiones judía y cristiana y muchos autores los consideran el mayor descubrimiento que se ha hecho en siglos.

Como dice el fundador y editor de la revista Biblical Archaeology Review [Una mirada a la arqueología bíblica] Hershel Shanks, “No hay ningún aspecto del periodo ente el siglo III a.C. y el siglo II d.C. que pueda estudiarse sin antes buscar indicios en los rollos” (The Mystery and Meaning of the Dead Sea Scrolls [El misterio y significado de los Manuscritos del Mar Muerto], 1998, p. 199).

Y lo que es más importante, estos manuscritos han sido un gran aporte a nuestro entendimiento de las Escrituras y han comprobado que, a pesar de haber sido copiada muchas veces, la Biblia hebrea ha sido conservada con exactitud durante casi 2.000 años. Dios ha preservado rigurosamente su Biblia para que guíe nuestras vidas.

Conozca más acerca de esto en los artículos “¿Es la Biblia veraz?” y “Estudio de la Biblia”.

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