Profecía cumplida

En la Biblia encontramos varias profecías. Veamos tres ejemplos que confirman la veracidad de las Escrituras.

¿Es posible conocer el futuro? Muchas personas se mostrarían escépticas ante esta idea. Sin embargo, nuestro mundo parece estar fascinado con la posibilidad de predecir el futuro. Incontables encuestas intentan predecir los resultados de las elecciones políticas, fans y expertos mediáticos intentan adivinar los resultados de los eventos deportivos por adelantado, ¡y algunas personas incluso aseguran conocer la fecha exacta del fin del mundo!

Pero, la mayoría de las veces, estos esfuerzos por predecir resultan infructuosos. Como resultado de esto, las personas terminan por desconfiar de la habilidad del ser humano para determinar con exactitud lo que sucederá en el futuro —y lo hacen con mucha razón. El hombre nunca ha sido capaz de anticipar el futuro con certeza.

Sólo Dios tiene el poder de conocer y anunciar el futuro sin errar en ningún aspecto.

La Biblia misma nos revela que “toda la Escritura es inspirada por Dios” (2 Timoteo 3:16), es decir, las Escrituras son el registro de las palabras de Dios mismo. Y una parte importante de la Biblia está compuesta de profecía —predicciones de eventos que sucederían en el futuro. ¿Cómo deberíamos analizar la veracidad de las profecías bíblicas?

¿Con qué parámetros debemos juzgar las profecías de la Biblia?

La Biblia no vacila cuando se trata de anunciar lo que sucederá en el futuro; en ningún lado nos advierte que exista sólo un 75 por ciento de probabilidad de que las profecías se cumplan. De hecho, las Escrituras continuamente nos recuerdan que, si una profecía no se cumple, es porque en realidad nunca provino de Dios.

Como dijo el profeta Moisés al antiguo pueblo de Israel: “si el profeta hablare en nombre del Eterno, y no se cumpliere lo que dijo, ni aconteciere, es palabra que el Eterno no ha hablado” (Deuteronomio 18:22, énfasis añadido).

Dios es el único que puede predecir el futuro con certeza porque ¡es el único que puede hacer que las profecías se cumplan!

En Isaías 46:9-11, el Creador mismo nos dice: “Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho…Yo hablé, y lo haré venir; lo he pensado, y también lo haré” (énfasis añadido).

Dios no miente (Tito 1:2). Por lo tanto, toda profecía de la Biblia se cumplirá incondicionalmente.

La mayoría de las profecías bíblicas aún están por cumplirse. Pero varias de ellas se han cumplido ya, ¡algunas de manera realmente increíble! En este artículo encontrará un breve recuento de tres profecías cumplidas que ratifican la veracidad de la Biblia.

Ciro ordena la reconstrucción del templo

En Isaías 44: 28, Dios, a través del profeta Isaías, se describe a Sí mismo como el que “dice de Ciro: Es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero, al decir a Jerusalén: Serás edificada; y al templo: Serás fundado” (énfasis añadido).

En otras palabras, Dios predijo que Ciro —el primer gobernante del imperio medo-persa (también conocido como Ciro el Grande)— ordenaría la reconstrucción tanto del templo como de toda Jerusalén.

Lo increíble de este versículo es que ¡Isaías lo escribió mucho tiempo antes del nacimiento de Ciro!

Aunque no conocemos la fecha exacta en que Dios inspiró este pasaje, los eruditos piensan que Isaías nació en el siglo VIII a.C. Esto implica que, en los tiempos del profeta, la nación de Judá no había sido llevada al cautiverio y el templo construido por Salomón seguía en pie.

¡Pero aun así Dios anunció que eventualmente alguien llamado Ciro ordenaría la reconstrucción de ese mismo templo!

Ciro el Grande llegó al poder cuando estableció el Imperio Medo-Persa en el siglo VI a.C. En el año 539, este emperador conquistó Babilonia, que había llevado cautiva a la nación de Judá y había destruido el templo de Jerusalén décadas antes.

Luego de la conquista de Babilonia, Dios usó a Ciro para cumplir su propósito a través de un decreto en que el gobernante afirmó: “El Eterno el Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá” (Esdras 1:1-4, énfasis añadido).

Este decreto permitió que muchos judíos volvieran a Jerusalén para reconstruir el templo, cumpliendo la profecía que Isaías había anunciado mucho tiempo atrás.

El reinado de Alejandro Magno

Uno de los hombres que presenciaron la conquista medo-persa de Babilonia fue el profeta Daniel, quien también escribió muchas profecías increíbles y detalladas de lo que sucedería en el futuro.

Antes de que Babilonia fuese conquistada, Dios le mostró a Daniel la visión de un carnero que expandía su territorio, pero luego era pisoteado por un macho cabrío (Daniel 8:1-8). Esta visión era una profecía de la llegada del Imperio Medo-Persa, representado por el carnero (Daniel 8:20), y el Imperio Greco-Macedonio, representado por el macho cabrío (Daniel 8:21).

¡Dios anunció la llegada de estos imperios aun antes de su comienzo!

El gran cuerno que el macho cabrío tenía ente los ojos representaba al primer rey del imperio (Daniel 8:5, 21), Alejandro Magno —quien se convirtió en el primer gobernante de Grecia luego de derrocar al Imperio Medo-Persa. Alejandro derrotó a Persia sin problemas, comenzando sus ataques en el año 334 a.C. —más de 200 años después de la visión de Daniel.

Detalles precisos de Alejandro y sus sucesores

En su visión, Daniel ve que, eventualmente: “aquel gran cuerno fue quebrado, y en su lugar salieron otros cuatro cuernos notables hacia los cuatro vientos del cielo” (Daniel 8:8). Esto simboliza el momento en que “cuatro reinos se levantarán de esa nación [Grecia bajo el gobierno de Alejandro], aunque no con la fuerza de él” (Daniel 8:22).

En Daniel 11:1-4, vemos otra profecía que reitera este hecho, añadiendo el detalle de que los cuatro sucesores de Alejandro no serían familiares suyos.

Y, como demuestra la historia, estas profecías se cumplieron a cabalidad. Alejandro murió a corta edad luego de ascender rápidamente al poder y su reino fue dividido en cuatro partes, gobernadas por sus generales.

Flavio Josefo, historiador judío del primer siglo, comprueba que Daniel escribió estas profecías mucho antes de los tiempos de Alejandro de manera fascinante. Josefo explica que, cuando Alejandro llegó a Jerusalén (antes de la conquista definitiva de Persia), “Le enseñaron el libro de Daniel [a Alejandro], en el cual se anuncia que el imperio de los griegos destruirá al de los persas; creyendo que se refería a él, satisfecho despidió a la multitud” (Antigüedades Judías, libro 11, c. 8, sec. 5).

Alejandro mismo reconoció que las profecías del libro de Daniel se referían a él —¡profecías que habían sido escritas más de 200 años antes!

Antíoco Epífanes profana el santuario

Las visiones de Daniel 8 y Daniel 11 también detallan un evento que ocurriría mucho después de la muerte de Alejandro.

Como describe Daniel 8:8, el gran cuerno que representaba a Alejandro fue remplazado por otros cuatro, sus generales. Más adelante, Daniel 11 detalla lo que sucedería con dos de los imperios que sucedieron al de Alejandro, y luego nos habla de un rey maligno cuyas fuerzas “profanarán el santuario y la fortaleza, y quitarán el continuo sacrificio, y pondrán la abominación desoladora” (Daniel 11:31).

¿Quién era este rey? La historia nos muestra que, en parte, esta profecía se cumplió con Antíoco Epífanes, un rey del imperio seléucida que gobernó desde el 175 hasta el 164 a.C. Daniel 11 también contiene otras profecías detalladas sobre el imperio seléucida (reyes de norte) y la dinastía ptolemaica (reyes del sur).

Antíoco no sólo persiguió a los judíos. También prohibió todo tipo de adoración judía, incluyendo los sacrificios. Y en su lugar estableció el culto a Zeus —el dios griego— en el templo de Jerusalén y sacrificó cerdos en el altar. En Daniel 11:31, esta profanación del templo recibe el nombre de “abominación desoladora”, la cual también será establecida durante “el tiempo del fin”, en un futuro cumplimiento de esta profecía (Daniel 12:9-11). Pero, claramente, las acciones de Antíoco también cumplieron la profecía de Daniel.

¿Cuál debe ser su reacción?

Si bien hemos mencionado sólo tres de las profecías bíblicas cumplidas, existen muchas más. La profecía de las 70 semanas, por ejemplo, anunció con exactitud el momento en que Jesucristo comenzaría su ministerio en la tierra.

Pero, aun viendo la precisión y el detalle de estas profecías, los escépticos probablemente nunca creerán en ellas; siempre dirán que fueron escritas luego de que ocurriera el evento. Sin embargo, cuando se hace necesario aplicar este argumento a cada una de las profecías bíblicas cumplidas, pierde mucha credibilidad.

Si tenemos la mente abierta, ¡entenderemos que las profecías cumplidas son evidencia contundente de la veracidad de la Biblia y comprueban que las Escrituras son la Palabra de Dios! Pero, ¿basta con que aceptemos la autenticidad de las profecías bíblicas y la Biblia? ¿O espera Dios que vayamos un poco más allá?

Veamos lo que nos dice el apóstol Pablo luego de describir su visión de la transfiguración de Jesucristo: “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:19-21). Este es el enfoque que debemos tener con respecto a la profecía.

El cumplimiento de las profecías bíblicas debe motivarnos a considerar toda la palabra profética de Dios como la “antorcha” que nos mostrará nuestro futuro. Los profetas nos revelan que ese futuro traerá el establecimiento del Reino de Dios cuando Jesucristo regrese. Y, teniendo la evidencia de las profecías cumplidas, podemos estar seguros de que las profecías bíblicas sobre este futuro reino también se cumplirán.

El hecho de saber esto debería motivarnos a estar preparados espiritualmente para el regreso de Jesucristo. “Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz… Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza” (2 Pedro 3:14, 17, énfasis añadido).

No basta saber lo que sucederá en el futuro. ¡Dios espera que este conocimiento nos motive a obedecerle!

Entonces ¿es posible conocer el futuro? Sí, sólo a través de las profecías bíblicas, cuya veracidad se ha comprobado por las muchas que ya se han cumplido. Pero, a menos que hagamos algo al respecto y nos esforcemos por vivir según la Palabra de Dios, este conocimiento no tendrá ningún valor.

Dios tiene un maravilloso plan para la humanidad: nos ha creado para ser sus hijos eternamente. Este será el futuro cierto de aquellos que acepten su llamado y permanezcan fieles hasta el fin. ¿Será este su futuro?

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