De la edición Julio/Agosto 2015 de la revista Discernir

¿Es cierta la Biblia? Prueba 4 - Profecía cumplida

¿Puede usted confirmar la validez de la Biblia al tomar profecías específicas y determinar si se han cumplido exactamente como fueron escritas?

Creemos que la profecía cumplida ayuda a probar la Biblia. (Esta es la parte 4 de nuestra serie sobre "¿Es cierta la Biblia?" Para ver la prueba anterior, consulte "¿Qué nos dice la historia?").

¿Qué es profecía? Según el American Tract Society Bible Dictionary [Diccionario Bíblico de la Sociedad Americana de Panfletos], las profecías son “vaticinios de eventos futuros inspirados por Dios…. Una verdadera profecía sólo puede venir de Dios y es prueba contundente del origen divino del mensaje al que pertenece”.

De acuerdo con esta definición, una gran parte de la Biblia califica como profecía. Sólo en el Antiguo Testamento encontramos 16 libros escritos por profetas: Isaías, Jeremías, Ezequiel, Daniel, Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías y Malaquías.

Moisés, el autor de los primeros cinco libros de la Biblia, también es llamado profeta (Deuteronomio 34:10. El rey David tenía un vidente o profeta llamado Gad (2 Samuel 24:11). Natán el profeta fue quien confrontó a David por su su pecado con Betsabé. También hubo otros que fueron identificados como profetas: Ahías, Jehú, Semaías, Elías, Eliseo, Obed y Samuel.

Algunos expertos estiman que al menos un tercio de la Biblia es profecía. ¿Cómo podría un ser humano predecir eventos futuros y hacer que éstos se cumplan exactamente como dijo, sin la ayuda de Dios?

A continuación analizaremos tres de las 2.500 profecías que se estima contienen las páginas de la Biblia para ver si se cumplieron a cabalidad.

1. Profecía de los 70 años de Jeremías

Comencemos con una de las profecías más conocidas del libro Jeremías: “Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán estas naciones al rey de Babilonia setenta años. Y cuando sean cumplidos los setenta años, castigaré al rey de Babilonia y a aquella nación por su maldad, ha dicho [el Eterno], y a la tierra de los caldeos; y la convertiré en desiertos para siempre” (Jeremías 25:11-12).

Esta profecía específica de Jeremías, anunciaba un tiempo de cautividad judía en Babilonia y desolación de la tierra. Debería ser muy sencillo comprobarla con la historia.

 Como explicamos en el artículo “Daniel 9: La profecía de los 70 años de Jeremías” (VidaEsperanzayVerdad.org), los 70 años de cautividad comenzaron con “la primera deportación judía a Babilonia (que incluyó a Daniel y sus amigos Sadrac, Mesac y Abednego)… Según varios comentarios bíblicos, esto ocurrió entre los años 607 y 605 a.C., y otras fuentes indican que los judíos regresaron a Jerusalén entre los años 539 y 536 a.C.”.

 Por otro lado, los 70 años de desolación comenzaron alrededor del año 586 a.C., cuando el rey Nabucodonosor destruyó Jerusalén y el templo construido por Salomón para luego tomar cautivos al resto de los judíos (puede comprobar los detalles en cualquier fuente histórica).

<p>Alrededor del 586 a.C. El rey Nabucodonosor destruyó Jerusalén y el templo construido por Salomón. Después de la destrucción de la ciudad, llevó cautivos a más judíos.</p>

Alrededor del 586 a.C. El rey Nabucodonosor destruyó Jerusalén y el templo construido por Salomón. Después de la destrucción de la ciudad, llevó cautivos a más judíos.

 Aunque es difícil determinar fechas exactas, los historiadores concuerdan en que la destrucción de Jerusalén ocurrió entre los años 587 y 585 a.C., siendo el año 586 a.C. la fecha más aceptada. De ser así, los 70 años de desolación habrían terminado en el año 516 a.C.

 ¿Qué ocurrió ese año? Según los historiadores el 516 a.C. fue el año en que los judíos dedicaron el nuevo templo de Jerusalén y volvieron a hacer sacrificios y a adorar como lo hacían antes.

 Algunos dirán que esta profecía debió haber sido escrita después del año de la dedicación. ¿Es cierto esto? Hay evidencia histórica muy sólida para comprobar que el libro de Jeremías fue escrito muchos años antes de la dedicación del segundo templo en Jerusalén.

2. Profecía de Belén

La siguiente profecía se encuentra en Miqueas 5:2: “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad”.

En el Nuevo Testamento, leemos de un grupo de sabios que vinieron a Herodes en busca del Mesías. Después de que ellos se fueron, Herodes reunió a los expertos para preguntarles dónde nacería el Mesías. Ellos citaron la profecía de Miqueas, declarando que el Mesías nacería en Belén. “Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta” (Mateo 2:4-5).

Miqueas escribió esta profecía alrededor del año 700 a.C., pero los sucesos registrados en Mateo ocurrieron en el año 4 d.C. Veamos los eventos que debieron ocurrir para que la profecía se cumpliese: cuando el ángel le dijo a María que daría a luz al Mesías, tanto ella como su prometido, José, vivían en Nazaret —una ciudad de Galilea (Lucas 1:26-27). Cuando se aproximaba la fecha del nacimiento, José la llevó a Belén, una ciudad lejana en Galilea. Ya que María y José vivían en Nazaret, las probabilidades de que estuvieran en Belén para el nacimiento de Cristo, eran mínimas. Esto fue un cumplimiento directo de la profecía de Miqueas y, una prueba más, de la veracidad de la Biblia.

3. La profecía de Ciro antes de su nacimiento

La tercera profecía es aún más impresionante y se encuentra en Isaías 45:1-2. Ahí leemos acerca de un hombre llamado Ciro: “Así dice el Eterno a su ungido, a Ciro, al cual tomé yo por su mano derecha, para sujetar naciones delante de él y desatar lomos de reyes; para abrir delante de él puertas, y las puertas no se cerrarán: Yo iré delante de ti, y enderezaré los lugares torcidos; quebrantaré puertas de bronce, y cerrojos de hierro haré pedazos”. Isaías escribió en el siglo VIII a.C., pero Ciro no nació sino hasta el siglo VI a.C., aproximadamente 200 años después. ¿Cómo sabía Isaías el nombre de Ciro sin que éste hubiera nacido siquiera?

Según los registros de la historia, Ciro el Grande fue el fundador del Imperio Persa. Reinó desde el 559 hasta el 530 a.C. y unificó a medos y persas formando un poderoso imperio mundial. Fue un gran guerrero y libró muchas batallas, pero una de las más conocidas fue su conquista de Babilonia, la ciudad que se pensaba imposible de vencer, por la solidez y anchura de sus murallas.

El éxito de Ciro en esta empresa se debió a su astucia. Veamos la historia de la batalla, según la Ancient History Encyclopedia [Enciclopedia de Historia Antigua] en línea: “…invadió Elam y su capital, Susa, en el año 540 a.C. Luego avanzó hacia Babilonia y libró la batalla de Opis cerca de la estratégica ciudad de Opis, ubicada a orillas del río Tigris, al norte de Babilonia. El ejército babilonio fue derrotado por completo y Ciro conquistó Babilonia sin problemas [539 a.C.]. Heródoto explica que, para lograrlo, los persas desviaron el río Éufrates hacia un canal y bajaron el nivel del agua hasta ‘el nivel del muslo de un hombre’, lo cual les permitió marchar por el río y entrar a la ciudad de noche”.

La profecía de Isaías fue tan detallada que incluso describió las puertas dobles y entradas que se abrirían “delante de él”, con 200 años de anticipación. Es más, el profeta también dijo que Ciro permitiría a los judíos volver a Jerusalén y reconstruirla aun antes de que fueran llevados al cautiverio y Babilonia se convirtiese en una potencia mundial.

·  Isaías 44:28: “[Dios] que dice de Ciro: Es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero, al decir a Jerusalén: Serás edificada; y al templo: Serás fundado”. El cumplimiento de esta profecía está registrado en 2 Crónicas y Esdras.

·  Esdras 6:3: “En el año primero del rey Ciro, el mismo rey Ciro dio orden acerca de la casa de Dios, la cual estaba en Jerusalén, para que fuese la casa reedificada como lugar para ofrecer sacrificios, y que sus paredes fuesen firmes; su altura de sesenta codos, y de sesenta codos su anchura”.

Impresionante, ¿no? Como dice 2 Timoteo 3:16, “Toda la Escritura es inspirada por Dios”. Sólo Dios pudo haber revelado estas profecías a los profetas del Antiguo Testamento y luego hacer que se cumplieran con tal exactitud. ¿Se imagina todo lo que tuvo que suceder para que Ciro naciera, se convirtiera en rey de Persia, conquistara la ciudad más poderosa del mundo (Babilonia) y permitiera a los judíos volver a Jerusalén para reconstruirla y reconstruir el templo?

Éstas son sólo tres de las profecías del Antiguo Testamento, pero sin duda ilustran un principio fundamental: ¡la Biblia es la auténtica Palabra de Dios! ¡Es cierta!

Acompáñenos en el siguiente artículo para analizar la evidencia interna de la veracidad de la Biblia. Tenga en cuenta que la Biblia, tal como la conocemos hoy, está compuesta por 66 libros escritos por aproximadamente 40 autores diferentes a lo largo de 1.500 años. Sería extremadamente improbable que tantos autores que escribieron a lo largo de un período tan extenso, hubieran podido escribir un mensaje tan sencillo y consistente, sin la participación de Dios.

Si desea saber más acerca de profecía cumplida, consulte los artículos de Vida, Esperanza y Verdad: “Profecía cumplida” y “Profecía cumplida: prueba de la existencia de Dios”.

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