Noé y el diluvio

En una época llena de maldad, Noé se destacó. Especialmente cuando Dios le encomendó la labor de advertir —y prepararse para salvar— al mundo. ¿Son muy diferentes las cosas en el mundo actualmente?

Noé y su zoológico flotante ha captado la imaginación de artistas, escritores e incluso productores de películas. Los animales de la Tierra y los seres humanos fueron salvados de la extinción porque Noé complació a Dios.

Pero, ¿qué fue lo que desencadenó el diluvio? ¿Por qué el mundo estaba en un estado tan lamentable? ¿Por qué Dios escogió a Noé para construir el arca? Y, ¿por qué dice Dios que el mundo actual es semejante a la época de Noé?

El bien y el mal

Cuando Dios creó los animales y al ser humano dijo que todo estaba bien. Pero no pasó mucho tiempo antes de que Satanás engañara a Adán y Eva para que hicieran lo contrario a lo que Dios les había dicho que hicieran. Dios les dijo cómo podían llevar unas vidas felices y con propósito, pero ellos en vez de esto, le creyeron las mentiras a Satanás. Ellos le desobedecieron a Dios y decidieron escoger por ellos mismos lo que ellos pensaban que era correcto o incorrecto.

Pero en realidad, Dios es el único que puede decidir qué es el bien y que es el mal. Aun así, Adán y Eva y su familia insistieron en decidir por ellos mismos, y empezaron a escoger el mal cada vez con más frecuencia.

En la época de Noé, Dios vio corrupción y violencia por todas partes. Y la gente estaba pensando y planeando cada vez más el mal.

Dios miró hacia abajo y dijo: “me arrepiento de haberlos hecho” (Génesis 6:7). En lugar de permitir que la maldad y el sufrimiento empeoraran cada vez más, Dios decidió limpiar todo y empezar de nuevo.

Pero hubo un punto positivo. “Pero Noé halló gracia ante los ojos del Eterno” (v. 8). “Con Dios caminó Noé”, lo que significa que Noé estaba de acuerdo con Dios y actuaba de la misma manera en que Dios actúa (v. 9). Debido a que Noé obedeció a Dios, Dios sabía que podía confiar en Noé para que llevara a cabo una importante labor.

La construcción del arca

Dios le dijo a Noé como se habían puesto de mal las cosas en la Tierra. Él le dijo que tenía planeado mandar un diluvio a la Tierra para limpiarla de toda maldad. Dios le dio un proyecto de construcción enorme: construir un arca para que los seres vivientes se salvaran del diluvio.

Dios le dio a Noé las instrucciones y las medidas exactas para que construyera el arca. También le dijo que reuniera alimentos para él y su familia y para los animales. “Y lo hizo así Noé; hizo conforme a todo lo que Dios le mandó” (v. 22).

No sabemos dónde construyó el arca Noé, pero probablemente no fue cerca de un océano. Es muy factible que sus vecinos y visitantes pensaran que era muy extraño. Ellos muy posiblemente se burlaron de él y claramente no escucharon a ninguna de sus advertencias. Tristemente, nadie excepto su familia, fue hallado “dignos de escapar” de esta antesala de la sentencia de los tiempos del fin (Lucas 21:34-36).

La gente ignoró la predicación de Noé. Ellos no creían que vendría un diluvio, y no querían cambiar su vida. ¡Muy parecido a lo que está sucediendo hoy en día!

Como explicó Jesucristo: “Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:38-39).

El diluvio

Cuando terminaron el trabajo, Dios les dijo a Noé y a su familia que se metieran dentro del arca. Dios también reunió a los animales y los envió por parejas al arca. Dios salvó a un macho y a una hembra de cada especie de animales inmundos (los animales que Dios dice que no debemos comer). Salvó siete parejas de cada uno de los animales limpios (los animales que Dios dice que podemos comer en Levítico 11).

Cuando todos los animales necesarios para empezar de nuevo estuvieron dentro del arca, Dios cerró la puerta. Los únicos seres humanos que estaban dentro del arca eran los ocho miembros de la familia de Noé.

Durante los primeros sietes días dentro del arca, nada pasó. Pero en el séptimo día, brotaron aguas de la tierra y empezó a llover fuertemente. Y llovió durante cuarenta días y cuarenta noches. El agua cubrió las montañas, y todos los animales terrestres que estaban fuera del arca murieron.

Durante más de un año, Noé, su esposa, sus tres hijos y esposas cuidaron de los animales que estaban en el arca. Finalmente, Dios le dijo a Noé, a su familia y a los animales que salieran del arca y que fueran “por la tierra, y fructifiquen y multiplíquense sobre la tierra” (Génesis 8:17).

Un nuevo comienzo

Dios bendijo a Noé y a su familia y a todos los animales mientras empezaban de nuevo en la Tierra. Noé continuó obedeciendo a Dios y animó a su familia para que obedeciera también.

Noé estaba muy agradecido con Dios por haberlos protegido del diluvio, y ofreció sacrificios para honrarlo. Dios estaba complacido con Noé. Él prometió que nunca más iba a mandar un diluvio sobre la Tierra, e hizo que un arco iris en el cielo fuera el símbolo de su promesa.

Pero Dios sabía que el pecado y la maldad iban a regresar, y advirtió específicamente que la violencia que había originado el diluvio, volvería. Él dijo: “El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre” (Génesis 9:6).

La última parte de ese versículo era un recordatorio del increíble plan que tiene Dios para nosotros. ¡Él nos hizo a su imagen y semejanza y quiere que nos convirtamos en sus hijos! (1 Juan 3:1-2).

Como en los tiempos de Noé

Pero la humanidad ha vuelto al punto de partida, y el mundo está lleno de maldad y violencia, así como estaba antes del diluvio.

¿Cómo podemos ser como Noé? ¿Cómo podemos ayudar a salvar este mundo de la destrucción total?¿Cómo podemos ser como Noé? ¿Cómo podemos ayudar a salvar este mundo de la destrucción total? Como dijo Jesús: “Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:37). Jesús se llamó a sí mismo el hijo del hombre, y la venida de la que habló, es la promesa de su segunda venida. Anteriormente él dijo que regresaría justo en el momento oportuno para salvar a los seres humanos de una autodestrucción (vv. 21-22).

En este mundo de maldad, Dios continua buscando personas como Noé. Él quiere encontrar personas que lo amen y caminen con él. Él está buscando personas que traten de complacerlo y obedecerlo —personas a las cuales él les pueda confiar el trabajo que tiene para ellos.

¿Cómo podemos ser como Noé? ¿Cómo podemos ayudar a salvar este mundo de la destrucción total?

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Para leer más acerca de Noé, vea el artículo “Como en los días de Noé: advertencias para nuestros días”.

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