Josué

Muchos relacionan a Josué con Jericó y sus murallas que son derribadas. Pero hay más lecciones espirituales aparte que podemos aprender de este emocionante libro.

Dios escogió a Josué para que guiara al pueblo de Israel hacia la Tierra Prometida después de la muerte de Moisés. Josué fue un hombre que mostró que vivía en fe hacia Dios y obtuvo la victoria a pesar de tener todas las probabilidades en contra. Josué demostró el tipo de fe que nosotros necesitamos para poder superar los desafíos y las dificultades que enfrentamos hoy en día.

Presentación de Josué como líder

Uno de los principales temas del libro de Josué es este: “Esfuérzate y se valiente” (Josué 1:6-7, 9, 18). El libro de Números muestra que Israel careció de fe para entrar a la tierra de Canaán. Pero Dios inspiró a Josué con valentía y fe para guiar a Israel a enfrentarse cara a cara con el enemigo, confiando en que Dios les daría la victoria.

Esto es lo que los escritores William LaSor, David Hubbard and Frederic Bush tienen que decir acerca de Josué: “El carácter de Josué es parte del mensaje teológico del libro. Él fue plasmado como un segundo Moisés guiando al pueblo hacia la victoria en nombre y con el poder de Dios y a un prototipo ideal de realeza en Israel. Con justicia, sabiduría y lealtad hacia el Eterno, él parece encarnar todos los rasgos necesarios de todos los líderes de servicio. Él es un héroe político y militar único en el Antiguo Testamento cuya historia es impoluta” (Old Testament Survey, p. 143) [Resumen del Antiguo Testamento].

Que tributo tan apropiado para un verdadero gran líder bíblico. De los 12 hombres escogidos para espiar en la tierra de Canaán (uno por cada tribu) sólo Josué y Caleb trajeron reportes positivos. Mientras que los otros 10 espías se enfocaron en los gigantes canaanitas y sus ciudades con enormes murallas fortificadas, Josué y Caleb enfocaron su mente en el poder de Dios para cumplir sus promesas (Números 14:6-10).

Como resultado del miedo y la falta de fe que los 10 hombres cobardes infundieron en el pueblo, los israelitas querían regresar a Egipto. Josué y Caleb se rasgaron sus vestidos y hablaron a la multitud: “no seáis rebeldes contra el Eterno… con nosotros está el Eterno; no los temáis”. Pero el resultado fue una respuesta más airada, incluso amenazaron con apedrear a Josué y Caleb (Números 14:9-10).

Debido a la rebelión y dureza de corazón por parte de los israelitas, de los hombres de 20 años o mayores que fueron contados en el censo, sólo a Josué y Caleb les fue permitido ingresar a la Tierra Prometida (Números 14:29-30).

Este incidente tiene unas lecciones profundas para nosotros hoy en día. Una vez que nos hemos comprometido con Dios y sus caminos, no debemos mirar atrás y quitar nuestros ojos de la meta. Depende de nosotros permitir que Dios guíe nuestra vida (1 Corintios 10:1-12) y estar dispuestos a seguirlo en cualquier circunstancia.

Preparativos para la conquista

La muerte de Moisés marca la transición del libro de Deuteronomio al libro de Josué. El libro de Josué junto con el de Jueces, es el principio de la sección de los Profetas Anteriores de los libros históricos. Al final del libro de Deuteronomio, el pueblo estaba acampando en los valles de Moab y estaban esperando instrucciones para cruzar el Jordán hacia Canaán.

En resumen, el libro de Josué relata la historia de Israel desde la muerte de Moisés, durante la conquista de Canaán, hasta la muerte de Josué a los 110 años (Josué 24:29). El pueblo tuvo tres días para preparar comida para el viaje (1:10-11), y el campamento fue trasladado más cerca al rio Jordán y el pueblo fue instruido minuciosamente, hasta en la forma en que deberían marchar (3:1-6).

Resumen de Josué

La mayoría de los comentarios dividen el libro de Josué en tres secciones principales:

  • Capítulos 1-12: La conquista de Canaán
  • Capítulos 13-22: La división de la tierra
  • Capítulos 23-24: las palabras finales de Josué y su muerte

Analicemos algunos de los acontecimientos principales y lecciones en el libro de Josué.

El ejemplo de Rahab

En el capítulo 2, unos espías fueron enviados a Jericó, una ciudad que se encontraba en la parte inferior de la cuesta que conducia al interior central. Debido a esto, era vital que la ciudad fuera conquistada.

La historia incluye el incidente con Rahab, quien demostró que ella creía que Dios le había entregado la ciudad a Israel. Ella reconoció a Dios como el rey supremo sobre el cielo y la Tierra, y puso su vida y la de su familia en las manos de Dios.

Rahab está entre los muchos ejemplos de gente de fe que hay en la Biblia (Hebreos 11:31; Santiago 2:25). Ella se naturalizó como israelita y más adelante se casó con Salmón, un líder destacado de la tribu de Judá. Su hijo Booz se casó con Rut (Rut 2-4), y entre sus descendientes están David (Rut 4:20-22) y Jesús (Mateo 1:1-16).

Jericó es derrotada

Los israelitas guardaron la Pascua mientras acampaban en Gilgal (Josué 5:10) de acuerdo a las instrucciones que Dios le dio a Moisés (Levítico 23:5). A esta fiesta la seguía los siete días de la Fiesta de Panes Sin Levadura (v. 6).

Josué recibió las ordenes de cómo debía ocupar y destruir la ciudad de Jericó (Josué 6:2-5). Deberían rodear la ciudad una vez al día durante seis días, y en el séptimo día, deberían hacerlo siete veces. Después de marchar alrededor de la ciudad siete veces, los sacerdotes tocaron las trompetas y la gente “gritó con gran vocerío” (v. 20). Después de esto, Dios hizo que las murallas se derrumbaran. El ejército pasó sobre los escombros y tomó la ciudad.

Es probable que la conquista de Jericó haya ocurrido durante los siete días de los Panes Sin Levadura. De ser así, las murallas de Jericó cayeron en el séptimo día de la Fiesta.

La fiesta de los Panes Sin Levadura hace parte de las siete fiestas anuales de Dios. Estas fiestas incluyen días santos que son apartados (santificados) por Dios para que su pueblo se congregase y lo adorara (Levítico 23:1-4).

Dios dio la orden de que todos los productos que tuvieran levadura, fueran sacados de los hogares durante los siete días de la Fiesta de los Panes Sin Levadura (Éxodo 12:14-20). Durante este tiempo, la levadura simboliza el pecado, y Jericó era un símbolo de pecado que Dios estaba destruyendo. Cada año se les recuerda a los cristianos que así como la levadura es removida de nuestros hogares, así mismo debemos esforzarnos por sacar el pecado de nuestra vida (1 Corintios 5:6-8).

El pecado de Acán

A los israelitas se les prohibió tomar cualquier botín para ellos cuando entraran a la ciudad de Jericó (Josué 6:17-19). Sin embargo, una persona robó unas cosas que Dios había declarado “anatema” o “consagrados” para Dios. Como resultado, 36 hombres de guerra perecieron y el ejército fue derrotado en la batalla para tomarse la ciudad de Hai (7:2-5).

Por supuesto Josué estaba afectado y confundido. ¿Por qué Dios había permitido que esto sucediera si Él les había prometido que iba a ayudarlos a conquistar el pueblo de esa tierra (vv. 6-9)? Dios le reveló que alguien en el campamento había desobedecido sus órdenes al tomar el “anatema”.

Entonces Dios puso en evidencia a Acán y a su familia como los culpables. Ellos fueron ejecutados por haber desobedecido deliberadamente sus instrucciones tan claras.

El pueblo de Israel aprendió una amarga lección: una sola persona puede tener un efecto perjudicial sobre toda una nación. A no ser que el pecado sea identificado y removido, se puede extender e influenciar negativamente y afectar a otras personas. En este ejemplo, el pecado de Acán afectó el bienestar de toda la nación.

Dios no los iba a bendecir hasta que el pecado no fuera quitado del medio: “ni estaré más con vosotros, si no destruyereis el anatema de en medio de vosotros” (7:12). De igual manera, Dios espera que nosotros desarraiguemos el pecado de nuestra vida constantemente, arrepintiéndonos cuando reconocemos que hemos pecado. Si no lo hacemos, Él no va a responder nuestras oraciones y tampoco va a atender ni escuchar nuestras peticiones (Isaías 59:2).

El pecado de Acán, tuvo tres etapas del pecado. Primero él vio los objetos que deseaba; después siguió la codicia, que eventualmenterlo llevó a robar —quebrantando el Octavo Mandamiento.

Más adelante, los escritores del Nuevo Testamento, Juan y Santiago, le advierten a los cristianos acerca de actitudes y acciones similares (Santiago 1:12-16; 1 Juan 2:15-17). Si Acán hubiera controlado sus pensamientos codiciosos y sus deseos carnales, él y su familia hubieran sido perdonados. Y no olvidemos que gracias a la codicia y egoísmo de Acán, 36 hombres fueron muertos —hombres que muy seguramente tenían esposas e hijos.

Paradójicamente, si Acán hubiera confiado pacientemente en Dios hubiera podido tomar el botín de la conquista de la próxima ciudad Hai (Josué 8:2). Desafortunadamente, Acán permitió que lo dominara la codicia, lo cual lo condujo a la muerte y a la destrucción de su familia.

El día largo de Josué

Algunos argumentan que el milagroso día largo de Josué (10:12-14) interrumpió el ciclo semanal, resultando en un cambio de los días de la semana. Esto es incorrecto, ya que un día, según el cálculo de Dios, es de atardecer a atardecer. Veamos que en Josué 10:14 la Biblia dice muy claramente: “Y no hubo día como aquel, ni antes ni después de él”.

La Palabra de Dios lo llama un día —un día que comienza y termina al atardecer aunque tenga más de las 24 horas normales. El ciclo de los siete días semanales permanece intacto.

Dios llevó a cabo un milagro sobrenatural. Él tiene control total sobre su creación (Jeremías 27:5), y “no hay nada difícil” para Dios (Jeremías 32:17, 27).

¿Por qué Dios ordenó la destrucción total de los habitantes de Canaán?

Para algunos es molesto que Dios haya mandado a Josué y a los israelitas a exterminar por completo a todos los seres humanos de Canaán (Deuteronomio 20:16-18; Josué 10:40; 11:12).

No es común que la gente sepa que el pueblo de Canaán, participaba en las prácticas más espantosas, abominables y detestables como parte de sus rituales religiosos. Prostitución religiosa y sacrificio de niños formaban parte de su religión. ¡Los bebés eran enterrados vivos en los cimientos de sus casas y edificios!

Dios no quería que su pueblo habitara entre los canaanitas y fueran arrastrados a sus perversas prácticas sociales y religiosas. Veamos la cita de los autores del Resumen del Antiguo Testamento: “a los ojos de Dios, los canaanitas con su cultura y religión eran pecadores malvados excesivos, quienes no sólo cometían abominaciones en contra de Dios, sino que buscaban atraer a Israel para que se les unieran en estos actos ´religiosos´” (p. 148).

La última intervención y exhortación de Josué

En los capítulos 23 y 24 Josué exhorta a los israelitas a que se mantengan firmes y leales con Dios: “Mas al Eterno vuestro Dios seguiréis, como habéis hecho hasta hoy” (Josué 23:8).

Mientras que permanecieran fieles y dedicados a Dios, el continuaría peleando por ellos (v. 10). El pueblo renovó el pacto, y Josué escribió estas palabras en el libro de la ley de Dios (24:25-26).

Josué murió a la edad de 110 años. El había cumplido con la misión que Dios le había encomendado.

Profundización

En Mateo 4:4 Jesús dijo: “Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Como en ese momento no había ningún escrito del Nuevo Testamento disponible, Cristo se refería a las escrituras del Antiguo Testamento, incluyendo el libro de Josué.

Es a través del estudio cuidadoso de la Palabra de Dios que crecemos espiritualmente y llegamos a entender lo que Él espera de nosotros en nuestra vida diaria. Dios inspiró al apóstol Pablo para que le escribiera a Timoteo: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15).

Que Dios nos conceda el deseo y el anhelo de un conocimiento y entendimiento más profundo del libro de instrucciones para toda la humanidad.

Aprenda más acerca de cómo aprovechar al máximo su estudio en nuestra sección acerca de “Los beneficios prácticos e invaluables del estudio de la Biblia”.

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