La ley del Eterno es perfecta
La ley del Eterno es perfecta, que convierte el alma; el testimonio del Eterno es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos del Eterno son rectos, que alegran el corazón; el precepto del Eterno es puro, que alumbra los ojos. El temor del Eterno es limpio, que permanece para siempre; los juicios del Eterno son verdad, todos justos.
Previamente hemos visto la primera parte del Salmo 19 “Los cielos cuentan la gloria de Dios”. David primero alabó las maravillas de la creación. Ahora en los versículos 7-9 él describe las maravillas de la revelación de Dios a través de su Palabra inspirada registrada por Moisés —sus instrucciones y sus leyes.
La ley de Dios es perfecta y un reflejo perfecto de nuestro asombroso Dios. Su ley nos muestra cómo volvernos a Dios y por qué debemos hacerlo.
La ley de Dios también “es distinta y cierta, confiable, recta, pura, santa, y verdadera. Por lo tanto la ley revive a los deprimidos por dudas, hace sabio al inexperto (2 Timoteo 3:15), regocija al que ama la verdad, fortalece al desanimado (Salmo 13:4; 34:6), provee principios permanentes de conducta, y por la gracia de Dios trae una rica recompensa” (Comentario de Jamieson, Fausset y Brown, nota acerca de Salmo 19:7-9).
Si desea más información acerca de la maravillosa ley de Dios, vea nuestro artículo titulado “Los Diez Mandamientos en la actualidad”.
