Dios y la ciencia

Dios creó todo lo que la ciencia estudia. Entonces, aunque la Biblia no sea un texto de ciencia, lo que afirma es cierto a nivel científico.

Muchos de los padres de la ciencia moderna que expandieron nuestro conocimiento científico fueron cristianos que creían en la Biblia. Ellos creían en un Dios Creador y no veían ningún conflicto entre la ciencia y la creencia religiosa.

Esto todavía es cierto entre muchos científicos en la actualidad, a pesar de que las voces de los ateos y agnósticos suenan tan alto. Una investigación de los miembros de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, llevada a cabo por el Centro de Investigaciones de Pew en 2009, reveló que la mayoría de científicos (51%) dijo que creía en Dios o en un poder superior.

Algunos, como el astrofísico Hugh Ross, se han quedado sorprendidos al ver la precisión científica de la Biblia.

El Dr. Ross estuvo dos años estudiando la Biblia con dos cuadernos de notas, uno para registrar los datos científicos acertados que se encontraban en las Escrituras, y el otro llevaba el nombre de “Errores afirmados en la Biblia”.

Él dijo que un cuaderno se llenó muchísimo, en tanto que el otro se quedó vacío.

“La Biblia afirma que la tierra es redonda… La Biblia estuvo un tiempo en contra de la ciencia de esa época. Habla acerca de que las estrellas exceden los billones cuando los astrónomos decían que había sólo 6.000. La Biblia describe correctamente las leyes físicas—usted no va a encontrar nada parecido en otro libro sagrado.

“Habla acerca de que las constelaciones de las estrellas se mantienen juntas por medio de fuerzas gravitacionales. Esto realmente me impresionó… No fue sino hasta hace 20 años que supimos mejor si la constelación de las Pléyades (mencionada en Job 38:31) estaba ligada o no... Aquí estamos descubriendo algo que la Biblia había mencionado 4.000 años atrás” (Hugh Ross, Can Science Prove There´s a God? An Astronomer´s Quest [¿Puede la ciencia probar que hay un Dios? La búsqueda de un astrónomo] grabación en audio).

Los astrónomos sólo recientemente han podido descubrir que la constelación de las Pléyades se mantiene junta por medio de fuerzas gravitacionales, tal como el libro de Job lo afirmó miles de años atrás (Foto de NASA/JPL-Caltech/UCLA). 
Los astrónomos sólo recientemente han podido descubrir que la constelación de las Pléyades se mantiene junta por medio de fuerzas gravitacionales, tal como el libro de Job lo afirmó miles de años atrás (Foto de NASA/JPL-Caltech/UCLA). 
Considere algunos de estos datos asombrosos y pregúntese: ¿No revela todo esto que un Dios sabio es en verdad el autor del libro que llamamos la Biblia?

Las leyes bíblicas de la salud y saneamiento

Hay muchas leyes de salud y saneamiento en la Biblia que gobernaron la vida diaria de los israelitas. Estas leyes mostraron un conocimiento avanzado que la medicina moderna no entendió sino 3.500 años después. Eran contrarias a las prácticas médicas de los egipcios de la misma época según lo que se encuentra en el papiro de Ebers, un libro médico del 1.500 a.C.

Un ejemplo de la ignorancia médica de estas costumbres médicas es la prescripción egipcia cuando había una herida por una astilla: “Para estas heridas, los antiguos doctores egipcios aplicaban un emplasto de sangre de gusano y estiércol de gusano de burro. Como el estiércol está repleto de esporas de tétanos, una simple herida resultaba con frecuencia en una horripilante muerte producida por el trismo” (S.I.McMillen, M.D, y David E. Stern, M.D; Ninguna de estas enfermedades, 2000, p. 10).

Dios les hizo a los israelitas la promesa de que si ellos seguían sus mandamientos, que incluían lo concerniente a la salud y saneamiento: “…ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy el Eterno tu sanador” (Éxodo 15:26).

Higiene

El cólera es un problema en muchos países en vías de desarrollo debido a que no se manejan bien los desechos humanos. Charles C.J: Carpenter, en un texto médico moderno, dice lo siguiente acerca del cólera: “La higiene cuidadosa ofrece la única protección segura contra el cólera” (Harrison: Principios de Medicina Interna, edición 11, 1987, “cólera”, p. 619).

Dios dio instrucciones acerca de la higiene básica a los israelitas cuando salieron de Egipto: “Tendrás un lugar fuera del campamento adonde salgas; tendrás también entre tus armas una estaca; y cuando estuvieres allí fuera, cavarás con ella, y luego al volverte cubrirás tu excremento” (Deuteronomio 23:12-13).

Esto es similar a las instrucciones modernas mencionadas en una guía básica para acampar. Conceptos básicos para acampar de Thomas Winset dice:

“Aléjese por lo menos 100 yardas del agua, vehículos y campamento, lejos del sendero y cave un hoyo de por lo menos cuatro pulgadas de profundidad. Para cavar, utilice su tacón, un garrote, una pala de plástico, que yo llevo con este fin… finalmente, cubra lo que se produzca” (Citado en Stern y McMillen, p. 34).

Dios le enseñó a la nación de Israel los conceptos básicos de higiene y desechos humanos hace miles de años y sin embargo muchas naciones en la actualidad no siguen estas prácticas. Cuando lo hacen, eliminan el cólera y muchas otras enfermedades.

Cuarentena para controlar la enfermedad

Dios le dio a Moisés leyes que son equivalentes al concepto moderno de cuarentena (Levítico 13; 14; 22; Números 19:20).

A las personas infectadas se les ordenaba aislarse fuera del campamento hasta que se sanaban, y debían afeitarse y lavarse de una forma cuidadosa. A los sacerdotes, que actuaban como oficiales médicos de control, se les ordenaba cambiar sus vestiduras y lavarse especialmente después de examinar un enfermo.

“Hasta este siglo, todas las anteriores sociedades, excepto los israelitas que siguieron las leyes médicas de Dios en cuanto a la cuarentena, mantenían los enfermos en sus casas—aun después de la muerte, exponiendo de esta forma a los demás miembros de la familia y otras personas a la enfermedad mortal” (Grant Jeffrey, La firma de Dios, 1998, pp. 178-179).

La lepra azotó a Europa en el siglo XIII y el siglo XIV. Inglaterra, Suecia, Islandia y Noruega mostraron un aumento alarmante en los casos de lepra en el siglo XVI y el siglo XVII. Pero cuando las autoridades comenzaron a implementar la cuarentena, aislando los casos de lepra, nuevamente lograron controlarla. Además, la muerte negra fue finalmente controlada, aislando los enfermos por medio de la cuarentena.

Las instrucciones de Dios con respecto a la cuarentena para prevenir la propagación de la lepra y otras enfermedades infecciosas estaban 3.500 años adelantadas a la ciencia. No fue sino hasta 1873 que se demostró que la lepra era algo infeccioso y no hereditario.

“Un análisis cuidadoso de los tratamientos médicos de los egipcios y el código exhaustivo babilónico de Hammurabi no revela absolutamente nada acerca de una medicina preventiva que les permitiera a las personas evitar las enfermedades mortales que devastaron las sociedades antiguas. Sin embargo, la presencia de un conocimiento increíblemente avanzado y preciso de enfermedades, salubridad y medicina preventiva en las antiguas Escrituras es una prueba incontrovertible más de que la Biblia es realmente la Palabra inspirada de Dios. Es fascinante notar que de un total de 613 mandamientos de la Torá, 213 eran regulaciones médicas detalladas” (Jeffrey, p. 169).

Estas prácticas médicas detalladas en la Biblia estaban adelantadas varios miles de años a su época, lo que muestra la inspiración divina de la Biblia.

Además de las leyes de saneamiento y salud de la Biblia, hay otras secciones de las Escrituras que muestran un conocimiento científico muy adelantado para la época. Veamos algunas de estas.

Dimensiones precisas del arca de Noé

En el libro del Génesis, Dios le dio a Noé instrucciones para que construyera un arca: “Hazte un arca de madera de gofer; harás aposentos en el arca y la calafatearás con brea por dentro y por fuera. Y de esta manera la harás: de trescientos codos la longitud del arca, de cincuenta codos su anchura, y de treinta codos su altura. Una ventana harás al arca, y la acabarás a un codo de elevación por la parte de arriba; y pondrás la puerta del arca a su lado; y le harás piso bajo, segundo y tercero” (Génesis 6:14-16).

Lo curioso es que estas dimensiones son similares a las de un moderno transatlántico, y son ideales para la estabilidad. En 1993 los arquitectos surcoreanos del Instituto de Investigación de Corea de Barcos e Ingeniería, realizaron un estudio basado en tres diferentes parámetros de seguridad—seguridad estructural, estabilidad antivuelco y comodidad. Con su modelo y análisis descubrieron que el arca de Noé era virtualmente imposible de voltear y podría sobrevivir olas de más de 100 pies de altura.

Modelo moderno del arca de Noé: el Instituto de Investigación de Corea de Barcos e Ingeniería, encontró que el arca de Noé hubiera sido virtualmente imposible de voltear—otro ejemplo de cómo la Biblia no se opone a la ciencia.
Modelo moderno del arca de Noé: el Instituto de Investigación de Corea de Barcos e Ingeniería, encontró que el arca de Noé hubiera sido virtualmente imposible de voltear—otro ejemplo de cómo la Biblia no se opone a la ciencia.
Muchas otras culturas tienen leyendas similares al diluvio de la Biblia, pero sus descripciones del arca no son válidas. Por ejemplo, la leyenda del diluvio babilónico de Gilgamesh describe un arca que tenía la forma de un cubo, lo que la haría supremamente inestable.

Las instrucciones que Dios le dio a Noé mostraron un conocimiento de embarcaciones que estaba muy adelantado para la época.

El ciclo hidrológico

El proceso continuo por el que el agua circula en la tierra y la atmósfera es llamado el ciclo hidrológico. Esto es descrito muy acertadamente en varios pasajes de la Biblia, incluyendo el siguiente: “El atrae las gotas de las aguas, al transformarse el vapor en lluvia, la cual destilan las nubes, goteando en abundancia sobre los hombres” (Job 36:27-28).

El sistema hidrológico como un todo no fue claramente entendido sino hasta el siglo XVII, pero la Biblia lo describió acertadamente mil años atrás: “Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo” (Eclesiastés 1:7).

La compleja naturaleza de cómo el agua se apoya en las nubes a pesar de ser más pesada que el aire, está claramente implicada cuando Dios le dijo a Job: “¿Has conocido tú las diferencias de las nubes, las maravillas del Perfecto en sabiduría”? (Job 37:16).

La segunda ley de la termodinámica: entropía progresiva

Hay dos leyes físicas que tienen mucho que ver con el universo físico. Estas leyes son la primera y segunda leyes de la termodinámica. Estas leyes son el producto de la investigación para desarrollar y utilizar las máquinas y maquinaría de la era industrial y ellas nos ayudan a entender el universo.

Henry M. Morris, un ingeniero hidráulico que sirvió como profesor y jefe de departamento de ingeniería civil en el Tecnológico de Virginia, explica estas leyes en el libro Estudios en la Biblia y la ciencia: “Uno podría decir que cualquier evento que ocurra en el espacio y el tiempo es una manifestación de alguna forma de intercambio de energía. El evento específico o proceso es básicamente esto—una transformación de una o más formas de energía (quinética, eléctrica, química, luz, calor, sonido, electromagnética, nuclear u otras formas de energía) en una o más formas diferentes. En este proceso, la energía total permanece igual; no se crea ni se destruye ninguna energía, aunque su forma pueda cambiar y cambie. Esta es la primera ley de la termodinámica, la ley de la conservación de la energía. Pero en el proceso, algo de la energía es transformado en una energía de calor no utilizable, y entonces se convierte en algo no disponible para futuros intercambios de energía. El concepto de entropía ha sido desarrollado para describir este fenómeno…”.

“La segunda ley de la termodinámica describe esto afirmando que la entropía de cualquier sistema cerrado siempre tiene una tendencia a aumentar. O, en términos más generales, la segunda ley establece que en cualquier sistema siempre hay una tendencia a convertirse en algo menos organizado. Este desorden o aleatoriedad tiende a incrementarse. Si se aísla de las fuentes externas de orden, energía o ‘información’, cualquier sistema eventualmente se derrumbará y ‘morirá’” (1980, p. 113).

La segunda ley de la termodinámica—de forma diferente a la evolución, que dice que los organismos complejos de hoy provienen de formas antiguas más simples—afirma que cuando un sistema aislado es abandonado a sí mismo, la desorganización tenderá a incrementarse.

La Biblia, también, describe los efectos de la segunda ley de la termodinámica: “Desde el principio tú fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos. Ellos perecerán, mas tú permanecerás; y todos ellos como una vestidura se envejecerán; como un vestido los mudarás, y serán mudados; pero tú eres el mismo, y tus años no se acabarán” (Salmo 102:25-27).

La Biblia también afirma: “Porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios” (Romanos 8:21).

Estos son sólo unos cuantos ejemplos de cómo la Biblia es acertada desde el punto de vista científico. La Palabra de Dios no contradice la ciencia. Fue inspirada por el Dios Creador, quien creó las leyes físicas sobre las cuales descansa la ciencia.

Lea más acerca del Dios Creador en esta sección de “¿Existe Dios?”. Lea más acerca de la precisión de la Palabra de Dios en la sección: “¿Es la Biblia veraz?”.

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