Meditación cristiana

En varias religiones se practican ciertas formas de meditación. ¿Cuál es la diferencia con la meditación que se enseña en la Biblia? ¿Cómo debe meditar un cristiano?

Nuestro siglo XXI no va a pasar a la historia como la era del pensamiento. Tal vez como la era de la distracción, de la conectividad tecnológica 24/7. Pero ¿de pensamiento profundo? No mucho.

Según unos investigadores de la Universidad de Virginia y de la Universidad de Harvard, muchas personas preferirían infringirse dolor a sí mismos en lugar de pasar 15 minutos sin tener nada más que hacer excepto  pensar. Dos tercios de los hombres y un cuarto de la mujeres de la investigación decidieron darse choques eléctricos en vez de sentarse y pensar (New Zealand Herald).

“La mayoría de la gente no disfruta ‘sólo pensando’ y claramente prefiere tener cualquier otra cosa que hacer” dice el reporte del estudio publicado en el periódico Science.

Sin embargo, la Biblia exhorta a un tipo de pensamiento profundo que es muy provechoso en nuestras vidas —y aún más para prepararnos para la próxima vida. Dios quiere que meditemos —que enfoquemos nuestros pensamientos en cosas importantes con un propósito eterno. Él nos muestra cómo y por qué un seguidor de Cristo debe aprender el arte de la meditación bíblica.

Hemos titulado este artículo “Meditación cristiana”, pero no es con el fin de diferenciarla de la meditación en el Antiguo Testamento. La enseñanza de la Biblia es consistente de principio a fin. No obstante, la meditación bíblica es muy diferente de la meditación occidental, meditación de la nueva era u otras formas de meditación espiritual o psicológica.

La meditación cristiana llena la mente, no la vacía

En muchas formas de meditación, se le indica a la gente que vacíen sus mentes y que se concentren en la respiración o en repetir una frase o un mantra. Pero la Biblia enseña una meditación que significa llenar nuestras mentes con el camino y la ley de Dios.

Como escribió el salmista: “¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación… Más que todos mis enseñadores he entendido, Porque tus testimonios son mi meditación” (Salmos 119:97, 99).

Aparte de mencionar los mandamientos de Dios, otros salmos se refieren a la meditación en las obras de Dios —sus milagros y su poder creativo— y su glorioso esplendor (Salmos 143:5; 145:5). Concentrarnos en nuestro gran Dios nos ayuda a mantenernos con la  perspectiva correcta. Y Dios se acuerda de todos aquellos que  meditan con reverencia en el significado de su nombre, de sus cualidades y sus características (para mayor información, vea el artículo “Los nombres de Dios”).

El profeta Malaquías, siendo inspirado por Dios, escribió: “Entonces los que temían al Eterno hablaron cada uno a su compañero; y el Eterno escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen al Eterno, y para los que piensan en su nombre” (Malaquías 3:16).

La meditación cristiana es positiva

El apóstol Pablo también sugirió temas de ayuda para que los cristianos meditemos en ellos.

“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad” (Filipenses 4:8).

Es muy oportuno que el ser más positivo del universo nos anime a concentrarnos en lo positivo también.

La meditación cristiana va de la mano con la oración, el estudio de la Biblia y el ayuno

La meditación descrita en la Biblia trabaja en conjunto con otras herramientas espirituales tales como la oración, el estudio de la Biblia y el ayuno, para ayudarnos  a fortalecer nuestra relación con Dios.

Es claro que nuestros pensamientos por si mismos necesitan de una guía. Debemos orar para que el Espíritu Santo de Dios dirija nuestra meditación y nos ayude a pensar como Dios piensa. Por ejemplo, la oración bíblica es nuestra oportunidad de hablar con Dios. Él no quiere que nosotros repitamos oraciones escritas por otras personas, sino que hablemos con Él de lo que tenemos en nuestras mentes. Sin embargo, al estudiar la oración que Jesús dio como ejemplo para enseñarles a sus discípulos (Mateo 6:9-13, a menudo conocida como “el Padre nuestro”) y muchas otras oraciones de la Biblia, podemos ver que nuestras propias oraciones se benefician de pensamientos enfocados correctamente.

Es claro que nuestros pensamientos por si mismos necesitan de una guía. Debemos orar para que el Espíritu Santo de Dios dirija nuestra meditación y nos ayude a pensar como Dios piensa.

Piense un momento en la oración. Para orarle a Dios de una manera tranquila y sincera se necesita meditar en sus obras, en su carácter, en sus promesas y en sus planes. Para buscar su Reino con un fervor renovado tenemos que pensar a conciencia en el mundo actual y también en las maravillas del gobierno de Dios. Orar de una manera efectiva por las necesidades de los demás y las nuestras puede requerir de una preparación a conciencia y de pronto de una lista.

El estudio de la Biblia se mejora con periodos de meditación —pensar acerca de lo que leímos en la Biblia, como está relacionado con otras escrituras que hayamos leído y especialmente cómo se aplica a nuestra vida. Podemos adquirir conocimiento sólo leyendo las palabras de la Biblia, pero para crecer en conocimiento, discernimiento y sabiduría —que “usa bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15)— se requiere de estudio diligente y de meditación en la oración.

Este tipo de estudio y meditación nos ayuda a cumplir el mandato de Proverbios 15:28: “El corazón del justo piensa para responder” (vea también 1 Pedro 3:15).

Ayuno —no comer ni tomar líquidos con un propósito espiritual— también es una ocasión importante para meditar. Cuando ayunamos, es de mucha ayuda que utilicemos el tiempo combinando la oración, el estudio y la meditación. Las circunstancias difíciles que se presentan durante el ayuno, pueden hacer que nos duela la cabeza y que nuestros pensamientos estén divagando entre la comida y la bebida, pero también pueden ayudarnos a concentrarnos fuertemente en nuestras debilidades y la grandeza de Dios. Crecer en humildad y confianza en Dios pueden ser beneficios importantes al ayunar y enfocarnos en la meditación.

La meditación cristiana lleva a la acción

La Biblia no enseña una meditación que sólo reduce el estrés o es saludable o genera paz mental (aunque estos pueden ser unos beneficios secundarios muy agradables). La meditación bíblica está diseñada para prepararnos para la acción. Si pensamos en cosas buenas entonces haremos cosas buenas.

Como dijo Jesucristo: “¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas” (Mateo 12:34-35).

La meditación cristiana nos permite practicar la justicia mentalmente. Si estamos practicando mentalmente  lo que deberíamos hacer en diferentes situaciones, estas respuestas correctas van a venir a nuestra mente más fácil cuando enfrentemos pruebas y tentaciones.

Por ejemplo, cuando Dios estaba animando a Josué después de la muerte de Moisés, Él le dio estas instrucciones:

“Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien” (Josué 1:7-8).

Como dice la Nelson’s NKJV Study Bible (Biblia de estudio de Nelson Nueva versión del King James) acerca de este versículo: “Meditar significa mucho más que simplemente contemplar. La idea aquí es que uno debe reflexionar a conciencia en la palabra de Dios, apropiándose de sus verdades personalmente y aplicándolas en la vida” (Salmos 1:2, 3).

La meditación Cristiana es una herramienta espiritual que nos ayuda a interiorizar la Palabra y el camino de Dios, nos ayuda a escribir las leyes de Dios en nuestros corazones y en nuestras mentes (Hebreos 10:16). Es clave para que podamos entender y aplicar la verdad de Dios en cada aspecto de nuestra vida.

Lea más acerca de cómo aplicar la meditación en nuestro artículo “¿Que es meditación?”.

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