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Hablando de... Vida, Esperanza y Verdad

El mundo en que vivimos

Cuando vemos noticias nacionales e internacionales, yo creo que todos nos asombramos al ver la decadencia de esta sociedad, la violencia, la corrupción, la injusticia, en fin, la insatisfacción que sentimos ante nuestros propios gobernantes.

¿Creen ustedes que haya una solución viable ante tanta maldad?

Estoy seguro de que todos tenemos una Biblia en casa.  A pesar de ser un libro tan leído y comentado, son pocos los que lo leen con el ánimo de aplicar los principios y leyes que allí se encuentran; en sus páginas inspiradas está la solución a tantos males que padece el ser humano ahora y desde siempre.

Todo empezó cuando nuestros primeros padres, Adán y Eva, tuvieron la oportunidad de decidir cuál sería el curso de sus vidas, y optaron por seguir al enemigo de Dios, Su Creador, y le creyeron a Satanás, pensando que Dios los estaba engañando.

Su decisión consistió en atribuirse el derecho de legislar por sí mismos acerca de todos los aspectos de la vida del ser humano.

Al decirlo de esta manera es claro que fue algo absurdo, ¿cómo va una criatura a decidir qué es bueno y qué es malo para su propio funcionamiento?   Dios, quien nos creó, nos dio un manual de instrucciones, para que siguiéndolo paso a paso, nuestra vida fuera plena en todos los sentidos, tanto físico como espiritual.

Los seres humanos desde ese momento rechazaron las instrucciones de su Manual original y decidieron hacer sus propias leyes, tan cambiantes y arbitrarias que no se ponen de acuerdo ni siquiera las personas que viven en un mismo país.

Al rechazar las leyes de Dios que lo único que buscan es nuestro total desarrollo y bienestar individual y colectivo, donde todos podríamos vivir en armonía y en paz, hemos escrito nuestra propia historia con sangre y guerras, conflictos que no tienen fin, maldad y perversión sin límites; estas son las consecuencias de haber tirado por la borda el manual de instrucciones de nuestro Creador.

En el Salmo 19:7-9 (NTV) dice: “Las enseñanzas del Señor son perfectas, reavivan el alma.
Los decretos del Señor son confiables, hacen sabio al sencillo. Los mandamientos del Señor son rectos; traen alegría al corazón. Los mandatos del Señor son claros; dan buena percepción para vivir. La reverencia al Señor es pura, permanece para siempre.
Las leyes del Señor son verdaderas, cada una de ellas es imparcial.”

Y en Nehemías 9:13-14 (RVA-2015) dice: “Descendiste sobre el monte Sinaí y les hablaste desde el cielo. Les diste decretos rectos, instrucciones fieles, leyes y mandamientos buenos. Les hiciste conocer tu santo sábado y les prescribiste mandamientos, leyes e instrucciones por medio de tu siervo Moisés.”

Dios le dio estas leyes a su pueblo para que fuera un ejemplo para todas las demás naciones.

La ley de Dios es perfecta, ninguna otra ley inventada por el hombre lo es.  La Paz, la felicidad, la abundancia y la verdadera vida en armonía vendrán cuando Jesucristo regrese por segunda vez e imponga su ley de amor en todo rincón del planeta.  Todo esfuerzo humano para lograr el orden mundial que traiga felicidad completa será infructuoso, solo será posible cuando la Ley de Dios rija toda la tierra.

En Isaías 11:9 dice: “No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar.”

Estudiemos las leyes de Dios y vivamos por ellas.

Para Vida, Esperanza y Verdad les hablo Eduardo Hernández.