La tentación: ¿de dónde viene?

Todos sabemos que, siendo humanos, estamos propensos a la tentación de pecar. Pero, ¿viene esta tentación de Dios? ¿Nos tienta Él a pecar? ¿Cómo resistir a la tentación?

El autor del libro de Hebreos escribió, entre muchas otras cosas, acerca de “el engaño del pecado” (Hebreos 3:13). En Hebreos 12:1, nos insta diciendo: “despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia”, para que “corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante”. Cuando tomamos la decisión de vivir según la Palabra de Dios, las tentaciones se convierten en algo muy frecuente. Si queremos conocer la manera de evitar el pecado, primero debemos saber qué papel juega Dios en todo esto.

¿Qué pensaría usted de un Dios que tienta a las personas a desobedecer las leyes que Él mismo creó, cuyo incumplimiento merece la pena de muerte? Sería bastante cruel, ¿no lo cree? Si Dios tentara a alguien a pecar, ¿quién sería responsable del pecado? Y, si la persona cediera ante la tentación, ¿sería justo que Dios la castigase? Sin duda estas son preguntas interesantes, y sólo podemos responderlas con la Palabra inspirada de Dios, la Biblia.

Dios no tienta a nadie

Antes de analizar algunas Escrituras que suelen ser malinterpretadas, leamos aquella que contesta nuestra pregunta claramente.

Santiago, inspirado por Dios, escribió: “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte” (Santiago 1:13-15).

Este pasaje lo aclara todo; ¡Dios nunca nos tienta a pecar!

¿Nos tienta Dios a través de las pruebas?

Algunas personas se preguntan si las pruebas que Dios nos envía son una forma de tentación. Pero, aunque es cierto que Dios permite que pasemos por pruebas, no lo hace para tentarnos. El verdadero propósito de las pruebas es fortalecernos y aumentar nuestra fe y confianza en Él. Tal como un atleta fortalece sus músculos al trabajar con resistencia y un corredor entrena amarrando pesas a sus tobillos, Dios nos da la oportunidad de aumentar nuestra fuerza espiritual a través de la resistencia—la tentación.

Y, finalmente, Dios recompensará nuestra fidelidad espléndidamente; los galardones que ha reservado para nosotros son mucho mayores que cualquier prueba o dificultad que podamos pasar. Como dijo Pablo: “tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Romanos 8:18).

Entones ¿por qué debemos pedir a Dios que no nos tiente?

Si Dios no nos tienta a pecar, ¿por qué Jesucristo nos enseña a pedirle diariamente en oración: “no nos metas en tentación” (Mateo 6:13)? ¿Por qué Jesús nos haría pedir por algo que Dios no haría de todas maneras? ¿Qué quiso decir Cristo con esto?

Como dijo Santiago, nuestras tentaciones siempre son producto de nuestros propios deseos (Santiago 1:14). Pero Dios puede ayudarnos a resistir esa inclinación natural al pecado. Según los Tyndale New Testament Commentaries [Comentarios del Nuevo testamento de Tyndale], la instrucción de Jesucristo en Mateo 6:13 enfatiza la necesidad de pedir la guía de Dios para no ceder tan fácilmente ante la tentación de Satanás o nuestros propios deseos (R.T. France, p. 136). En otras palabras, la oración modelo nos enseña que debemos pedir a Dios diariamente por su guía y fortaleza, y la capacidad de resistir y vencer las tentaciones que podamos enfrentar.
Cuando pidamos a Dios que “no nos meta en tentación” (Mateo 6:13), podemos estar seguros de que “fiel es el Señor, que os afirmará y guardará del mal” (2 Tesalonicenses 3:3).

¡Dios está de nuestro lado!

En lugar de tentarnos, Dios quiere ayudarnos a resistir el pecado. Para poder resistir a las tentaciones de Satanás, debemos seguir el consejo de Pablo: “hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo” (Efesios 6:10-11).

Además, en la Biblia encontramos muchas otras Escrituras que nos instan a resistir al pecado. Algunas de estas son:

Romanos 13:14: “Vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne”. “Vestirnos de Jesucristo” significa aprender Sus enseñanzas y vivir como Él vivió.

1 Corintios 10:13: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”.

Y 2 Timoteo 4:18, donde leemos: “el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial”.

Como vemos, estos siervos de Dios tenían la firme convicción de que Él les daría toda la ayuda necesaria para resistir a cualquier tentación. Nuestro Creador no nos tienta a quebrantar sus mandamientos; por el contrario, siempre está ahí para ayudarnos y fortalecernos cuando pedimos su ayuda humildemente.

¡Tenemos que pedirlo!

Nadie puede dar por sentado que será capaz de resistir a la tentación. Satanás es un ser espiritual muy poderoso, a quien la Biblia incluso llama “príncipe de la potestad del aire” (Efesios 2:2). Y, como explica Pablo en el libro de Efesios, la única forma de resistirle es con la ayuda de Dios, pues el poder del maligno es muchísimo mayor que el de cualquier ser humano.

Más adelante, Pablo escribe sobre quienes han caído en el “lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él” debido a su insensato intento de ser independientes (2 Timoteo 2:26). Las palabras del apóstol implican que estas personas ni siquiera son conscientes de que son manejadas por el maestro del mal.

¿Le pide usted a Dios diariamente su defensa espiritual para poder resistir a la tentación?

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