¿Qué es el lago de fuego?

Las opiniones abundan acerca de lo que significa esta frase que se utiliza en raras ocasiones. ¿Qué dice la Biblia? Y, ¿cómo podemos evitar el lago de fuego?

La frase lago de fuego sólo se encuentra cuatro veces en la Biblia. El primer pasaje nos dice que cuando los reyes de la Tierra vengan a pelear en contra de Cristo a su segunda venida, la bestia y el falso profeta van a ser “lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre” (Apocalipsis 19:20, énfasis añadido).

Las tres ocasiones restantes en las que se utiliza esta frase aparecen en el siguiente capítulo. Aquí vemos que el diablo va a ser lanzado al lago de fuego (Apocalipsis 20:10) y que eventualmente la “muerte y el Hades” van a ser lanzados a este lago (v. 14). Y finalmente leemos: “Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego” (v. 15).

Escrituras del Antiguo Testamento como Génesis 19:24; Salmos 11:6 y Ezequiel 38:22, hablan de Dios lanzando lluvia de azufre y fuego sobre los malvados. Las referencias del fuego y del azufre relacionadas con el lago de fuego (Apocalipsis 19:20; 20:10) indican que es una forma de castigo.

Los pasajes en el libro de Apocalipsis también dicen claramente que ser arrojado al lago de fuego es un castigo o juicio por parte de Dios. Hay una aceptación general con respecto a este concepto. Donde se presenta una diferencia de opiniones es en el concepto de cuál es el origen de este castigo para los humanos.

La explicación tradicional

La explicación más común acerca del lago de fuego, aunque errónea, es que es un lugar de tormento perpetuo para la gente malvada. Una de las citas que usan para respaldar esta creencia está en Apocalipsis 20:10: “Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos”.

Esta escritura parece decir que el diablo, la bestia y el falso profeta van a ser atormentados para siempre en el lago de fuego. Entonces, ¿Cómo puede haber otra explicación? Volveremos a analizar este versículo después de que veamos la otra explicación que se ajusta mejor a lo que enseña la Biblia.

La explicación más acertada

El concepto popular de infierno, creído erróneamente por muchos como un sinónimo del lago de fuego y el presunto lugar de tormento eterno para los pecadores, simplemente no se enseña en la Biblia. Y tampoco se enseña el concepto de que el hombre tiene un alma inmortal.

A través de la Biblia, “infierno” (la palabra en español utilizada como traducción de muchas palabras griegas y hebreas) hace referencia a varias cosas, como el sepulcro, un valle cerca de Jerusalén o una condición de restricción para Satanás y sus demonios. Nunca se usa para describir un lugar de tormento eterno para seres humanos malvados.

Satanás fue quien inició el concepto de que los humanos tienen un alma inmortal (Génesis 3:4), y esa era una enseñanza muy común entre varias religiones paganas. La Biblia enseña que el alma es simplemente una criatura viviente y mortal.

Para mayor explicación, vea “¿Qué es el infierno?” y “Alma inmortal: ¿qué es el alma?

Lo que enseña el antiguo y Nuevo Testamento

Claramente, el Antiguo Testamento enseña que el castigo para el perverso es sencillamente la muerte —el cese de la vida. “Pero los muertos nada saben” (Eclesiastés 9:5). No hay existencia después de la muerte. A través de Ezequiel, Dios dice dos veces: “el alma que pecare, esa morirá” —no que va a sufrir eternamente (Ezequiel 18:4, 20). La muerte es el castigo para los que pecan.

El juicio de Dios para los malvados esta descrito por el profeta Malaquías. Bajo inspiración de Dios, escribió: “Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho el Eterno de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama… Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo actúe, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Malaquías 4:1, 3).

Cenizas es lo que queda después de que algo se quema, y eso es lo que les va a pasar a los perversos que no se arrepientan y sean lanzados al lago de fuego. Esto es lo que enseña el Antiguo Testamento acerca del castigo para los malvados y Jesús ratifica esta enseñanza en el Nuevo Testamento.

Analicemos las palabras de Cristo: “Y no temáis a los que matan el cuerpo, más el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno” (Mateo 10:28). Veamos cuidadosamente que Jesús no habla de tormento eterno por desobedecerm—al contrario, habló de un alma (vida) y un cuerpo destruidos. Para mayor explicación acerca de este versículo, vea: “¿Qué es lo que el cristianismo tiene errado acerca del infierno?”.

A través de los años muchos han encontrado la incongruencia entre la descripción de Dios, que ama tanto al mundo que fue capaz de enviar a su hijo a morir por nuestros pecados, y un ser que le causaría tormento eterno a los pecadores. Algunos han tratado de argumentar entorno a esta inconsistencia diciendo que la grandeza de Dios exige un castigo de esa magnitud para el pecado. Pero este raciocinio está errado, ya que contradice las Escrituras.

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). Aquí, lo opuesto a recibir la vida eterna es “perderse”. Dios dice: “no quiero la muerte del impío” —Él no quiere que el castigo siga su curso (Ezequiel 33:11). “No queriendo que ninguno perezca” (2 Pedro 3:9).

Teniendo en cuenta que la Biblia dice que los malvados serán destruidos con misericordia, algunas iglesias se refieren a esta enseñanza como aniquilación. Claramente es una explicación más adecuada con respecto a lo que le va a pasar a los malvados.

Volvamos al versículo anterior que al parecer insinúa un castigo eterno y contínuo para la gente mala.

Cómo entender Apocalipsis 20:10

En Apocalipsis 20:10 dice: “Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos”.

Lo que expresa la escritura de Apocalipsis 20:10 es que el diablo será arrojado al mismo lago de fuego al que la bestia y el falso profeta fueron previamente lanzados (Apocalipsis 19:20).

La bestia y el falso profeta, que serán seres humanos físicos y mortales, morirán rápidamente después de que sean lanzados dentro de este lago después de que Cristo regrese. Entonces, ¿quiénes serán “atormentados día y noche por los siglos de los siglos”, como dice la escritura? También debemos entender que el lago de fuego —también llamado el fuego eterno— será “preparado para el diablo y sus ángeles” (Mateo 25:41).

Los seres humanos malvados que serán arrojados al lago de fuego morirán rápidamente. Ellos no van a vivir en agonía y sufrimiento por siempre. Sin embargo, el diablo y sus demonios, son seres espirituales y por lo tanto no mueren con el fuego. Ellos son los que van a ser “atormentados día y noche por los siglos de los siglos”. Su composición es espiritual y por ende no los afecta el fuego, que es físico. Su tormento será mental por lo que perdieron. Judas nos indica que su último castigo será ser lanzados a la oscuridad eterna (Judas 1:5-6, 12-13).

Si desea estudiar más acerca de cómo Dios va a juzgar a la gente, vea “El juicio de Dios: en qué consiste realmente”.

Los propósitos del lago de fuego

Como ya sabemos, uno de los propósitos del lago de fuego será destruir a los seres humanos que desempeñen el papel de la bestia y el falso profeta.

Por supuesto, la bestia y el falso profeta no van a ser los únicos seres humanos que van a ser destruidos en el lago de fuego. Malaquías 4:1 dice: “y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará”.

Después de que pasen los mil años, Satanás va a ser liberado de su prisión y va a engañar a las naciones y los va a guiar a una guerra contra Jerusalén (Apocalipsis 20:7-8). Dios va a poner punto final a esta rebelión mandando fuego desde el cielo para destruir a todos los seres humanos que estén involucrados en esta sublevación y en ese momento lanzará a el diablo y sus demonios al lago de fuego (vv. 9-10; Judas 1:6-7). El lago de fuego será entonces una herramienta de tormento para Satanás y sus demonios durante ese momento.

La manera en que podemos salvarnos ha sido explicada claramente. En su ministerio en la Tierra, Cristo exhortó en repetidas ocasiones a sus seguidores: “¡Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado!”. Después del milenio y de que Satanás sea arrojado junto con sus demonios al lago de fuego, la Biblia habla de un período de tiempo en el que los seres humanos serán juzgados, representado por un “gran trono blanco” (Apocalipsis 20:11-12). Aquellos que no tuvieron la oportunidad de recibir la vida eterna en su vida primera serán resucitados para tener esta oportunidad.

La gente que decida no obedecer a Cristo durante este período de juicio, junto con los que con conocimiento, desobedecieron voluntariamente durante su vida primera, también serán destruidos en el lago de fuego (v. 13-15). Veamos que esto se llama “la muerte segunda” —la muerte de la cual nadie resucita. Ya que con esto se completa el plan de Dios para la humanidad, “la muerte y el Hades” también “serán lanzados al lago de fuego”.

Finalmente Dios dice que esta Tierra será quemada para prepararla para “un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más” (Apocalipsis 21:1). Hablando acerca de este tiempo, Pedro escribió: “los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas” (2 Pedro 3:10).

Cómo podemos evitar el lago de fuego

Como vimos anteriormente, Dios no quiere que nadie perezca (2 Pedro 3:9). Al contrario, Él “cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:4).

La manera de salvarnos está explicada muy claramente. Durante su ministerio terrenal, Jesús exhortó en repetidas ocasiones a sus seguidores: “¡Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado!” (Mateo 3:2; 4:17; también vea Marcos 1:15). Y en momentos de tragedia inesperada, Él les advirtió: “si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lucas 13:3, 5).

Después de la resurrección de Cristo, Él se les apareció a sus discípulos y les dijo: “…que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones” (Lucas 24:47). Días después, cuando Pedro recibió el Espíritu Santo en Pentecostés, siguió esta instrucción exhortando a la gente para que se arrepintiera de sus pecados (Hechos 2:38).

Y ¿por qué debemos arrepentirnos? Como explicó Pedro: “arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio” (Hechos 3:19).

Que nuestros pecados sean borrados —removidos— es un gran regalo de Dios. Como escribió Pablo, “Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, Y cuyos pecados son cubiertos” (Romanos 4:7).

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