De la edición Julio/Agosto 2016 de la revista Discernir

7 Características de las familias saludables

Estudiar las características comunes compartidas por las familias exitosas puede ayudarle a fortalecer su familia.

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Haga un rápido recorrido por la sección de autoayuda en cualquier librería o biblioteca y usted encontrará un universo de libros acerca de cómo crear y mantener una vida familiar armoniosa y saludable. Pertenecer a una unidad familiar segura y amorosa es un deseo humano básico. Muchos de nosotros podemos rápidamente entender el valor de unas conexiones familiares cercanas.

Una familia sólida puede ser la fuente del respaldo emocional, el amor, la seguridad y la protección, que hace que los desafíos y pruebas del diario vivir sean más fáciles de afrontar. Los niños florecen cuando se sienten amados, alimentados y respaldados por sus padres y hermanos. Una buena vida familiar puede tener efectos positivos aun en su salud mental y física, incluyendo la mejoría en la presión arterial y el aumento de la expectativa de vida.

En verdad, Dios quiere que nuestras familias tengan éxito y prosperen. Él diseñó la familia como la estructura fundamental de la sociedad; así que para que nuestras comunidades sean estables, las familias que la componen también deben serlo. Y finalmente, Dios quiere que tengamos familias espiritualmente saludables para que podamos tener buenos frutos (Malaquías 2:15) y expandir su familia.

Pero, si bien las relaciones familiares son importantes, todos sabemos que las familias sólidas “no se dan porque sí”. Sostener un matrimonio y criar hijos son cosas que nos plantean desafíos. Si queremos tener hogares felices, tenemos que trabajar duro por ello.

Una de las mejores formas para fortalecer su familia es estudiando las características comunes que comparten las familias exitosas. Cuando usted entiende cómo luce una unidad familiar que funcione bien, usted entenderá los cambios que tiene que hacer en su propia familia. A continuación les mostramos algunas de las características más vitales de las familias saludables, desde una perspectiva bíblica:

1. Un profundo compromiso del uno con el otro

Los miembros de las familias sólidas tienen dificultades, desacuerdos, pruebas y problemas de la misma forma en que todos los tienen. Su vida se vuelve frenética. Los despiden del trabajo y no pueden encontrar uno nuevo. Ellos luchan por proveer para sus necesidades. Los hijos y los padres tienen conflictos entre sí.

Lo que los hace diferentes es que no se rinden cuando las circunstancias se vuelven difíciles o tensas, o cuando la otra parte los disgusta o les baja el ánimo. Tienen una dedicación constante e invariable por el otro —el compromiso de permanecer juntos— en los buenos y en los malos tiempos.

“Esta relación no está basada en las circunstancias cambiantes de la vida”, anota Ken Giese, pastor de la Iglesia de Dios, una Asociación Mundial (IDDAM), que patrocina esta revista. En vez de permitir que las dificultades los destruyan o destruyan sus relaciones, las familias sólidas trabajan juntas para superar los problemas.

 Cecil Maranville, director del Departamento de Correspondencia Personal de IDDAM, agrega: “muchas veces la vida no es tan suave como uno quisiera, y este compromiso es el que le ayuda a sobrellevar los momentos difíciles. Ésta es la clase de compromiso que hace que usted continúe amando a su cónyuge u honrando a sus padres, cuando usted, desde un punto de vista humano, podría tener muchas razones para no hacerlo”.

2. El tiempo familiar es una prioridad

Puede ser muy difícil encontrar tiempo para la familia en medio de las largas semanas laborales, las actividades escolares y las obligaciones del hogar. Pero las familias saludables siempre encuentran tiempo para estar juntas, no importa cuán ocupados piensen que están. Saben que ese tiempo que comparten es crucial.

El Sr. Giese dice: “cuando compartimos tiempo de calidad como familia, expresamos con nuestras acciones que nos valoramos y que los demás sí nos importan. Esto hace que los miembros de la familia se sientan más conectados entre sí, y esto ayuda a desarrollar y construir los lazos familiares.

El tiempo familiar puede implicar comprometerse en actividades que se comparten —comer juntos, jugar, ir de picnic, ver eventos deportivos, disfrutar de actividades recreacionales, etcétera— pero esto no tiene que ser así. David Register, pastor de IDDAM, anota: “como las Escrituras nos instruyen, (Deuteronomio 6:7), el mejor tiempo para compartir es el tiempo casual diario, sin distracciones tales como la televisión, los audífonos de música, juegos de video y Smartphones. La clave real para desarrollar relaciones es compartir tiempo juntos en toda clase de circunstancias, incluyendo las actividades diarias del mundo”.

3. Llenos de comunicación constructiva

Los miembros de las familias fuertes comparten mucho tiempo conversando entre sí. El Sr. Maranville comenta: “para entenderse mutuamente, los miembros de la familia deben invertir el tiempo necesario para compartir sus sentimientos, opiniones, preocupaciones y perspectivas”.

Buena parte de su comunicación ocurre cuando están juntos. Ningún tema se queda fuera. Pueden hablar de cosas rutinarias tales como los planes para el fin de semana, lo que pasó en la escuela o en el trabajo, o acerca de las cosas más profundas y serias de la vida. Si hay un tema en particular que está afectando a la familia, pueden planear reuniones familiares especiales para discutirlo.

Tener tiempo para conversar es sólo una parte de la ecuación. Las familias sólidas también trabajan desarrollando habilidades de comunicación constructivas. Esto incluye aprender a ser abiertos y honestos, pero también hablar de una manera amorosa (Efesios 4:15) —enfocándose en la clase de comunicación que edifica a otros en lugar de aquella que los derriba (Efesios 4:29); prestando atención cuidadosamente, sin distracciones; y no anticipándose o saltando a falsas conclusiones cuando la otra persona está hablando.

Al practicar los buenos principios de comunicación, los miembros de la familia muestran que se respetan y están genuinamente interesados por los demás.

4. Se expresa con frecuencia una sincera apreciación

Para ser una familia realmente exitosa, el Sr. Maranville dice que es vital no sólo sentir apreciación, sino expresarla: “la apreciación ayuda a motivar a los miembros de la familia a continuar comportándose de una forma positiva hacia el otro. También ayuda a desarrollar confianza con la persona; así tendremos los medios para enfrentar los obstáculos que inevitablemente surgirán en nuestro camino”.

La apreciación debería ser expresada con frecuencia, tanto verbalmente como con el lenguaje corporal. Esto puede hacerse al decirle a su cónyuge cuánto disfrutó la cena que preparó, o al darle las gracias a sus hijos por haber limpiado la cocina. Estos mismos sentimientos pueden ser expresados dejando notas en donde los miembros de la familia puedan verlas, tales como en la lonchera, o aun enviando mensajes de texto.

Pero la apreciación no debería limitarse a agradecer a otros por lo que ellos hacen por usted. Permita que los miembros de la familia sepan lo especiales que son. Dígales a su cónyuge e hijos las cualidades de ellos que usted valora más. Diga con frecuencia “te amo”. Alabe sus fortalezas y logros. Permítales saber que usted disfruta del tiempo que comparten. Hechas sinceramente, las expresiones de amor y apreciación profundizan el vínculo entre los miembros de la familia y fortalecen la unidad familiar.

5. A los miembros de la familia les importan los otros —no únicamente ellos mismos

Jesucristo les enseñó a sus seguidores: “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas” (Mateo 7:12). Las familias saludables hacen lo que pueden por vivir por esta “regla de oro”. Las personas de la familia consideran cómo otros serán afectados al tomar decisiones importantes. Antes de hablar, ellos piensan acerca de lo que quisieran oír si estuvieran en la posición del otro al decir lo que van a decir.

El Sr. Register anota: “cuando tratamos a otros, especialmente a los miembros de nuestra familia, como esperaríamos y quisiéramos ser tratados, podemos entonces alcanzar los frutos de una familia saludable que funciona con un nivel muy alto. Ésta debería ser la meta de cada familia: crear una atmósfera en la cual cada miembro de la familia se siente amado y es inspirado a trabajar por las metas familiares comunes”.

Algunas veces esto implica sacrificar deseos personales para poder animar y respaldar a la otra persona. Un esposo podría olvidarse de lo que quisiera hacer en su día libre para hacer felices a sus hijos. Una esposa puede ir de camping con su esposo, aunque esto no sea su idea de diversión. Poner el bienestar de otros por encima del propio es la esencia de Filipenses 2:3-4, donde Pablo nos exhorta a estimar a los otros más que a nosotros mismos y no buscar sólo nuestros propios intereses.

6. Los conflictos son resueltos de una forma constructiva y con prontitud

Aunque tal vez no lo quiera, hay momentos en los cuales usted ofende a los más cercanos o hiere sus sentimientos. Los malentendidos son parte normal de la vida familiar. Pero si ambas partes no hacen las enmiendas necesarias, esto puede conducir a la amargura y al resentimiento en los dos lados. Entonces, la comunicación y el respeto empiezan a desvanecerse, se desarrolla la desconfianza y desaparece la camaradería familiar.

Cuando las ofensas ocurren en las familias saludables, no se permite que florezcan los malos sentimientos. Los conflictos se resuelven rápidamente. El ofensor está dispuesto a disculparse y aceptar la responsabilidad de sus errores. La persona ofendida escucha cuidadosamente la perspectiva del miembro de familia con quien tiene sus desacuerdos y está dispuesta prontamente a perdonar. Hablan de los asuntos sin atacarse personalmente, pero sí afrontan los temas. Nadie se va a la cama enojado (Efesios 4:26). Cada persona sabe que al otro le importa su relación, aunque hayan chocado en un tema específico.

Si los padres han cometido un error con sus hijos, tomarán la iniciativa para reparar la relación. Esto incluye estar dispuestos a disculparse. El Sr. Register recuerda esta práctica tan constructiva de su infancia: “mis padres ocasionalmente se me acercaban y me hacían saber que sentían haber dicho o hecho algo. Su ejemplo me ayudó a saber que eran muy humanos y también me enseñó a disculparme y a perdonar”.

7. Compartir un compromiso espiritual

Las familias son verdaderamente fuertes cuando sus miembros están ligados en unidad por su relación compartida con Dios. El Sr. Register dice: “cuando los miembros individuales de la familia aprenden a amar a Dios, a respetar sus leyes y las instrucciones bíblicas, se acercarán más”.

Estar comprometidos con la forma de vida de Dios les da a las familias un sentido de propósito y añade significado a su vida. Tienen una razón para trabajar en sus relaciones y están más dispuestos a estar juntos. Pueden poner sus pruebas y dificultades en perspectiva y mantener el enfoque correcto. La Palabra de Dios nos da la guía para vivir, lo cual ayuda a las familias a crear una vida positiva de hogar.

Por supuesto, para ser una familia espiritualmente comprometida, “los padres deben fijar el curso y reflejar su compromiso personal con Dios en su vida”, dice el Sr. Giese. Si sus hijos menores lo ven estudiar la Biblia, servir a otros y obedecer los mandamientos de Dios, y si usted habla acerca del camino de vida de Dios mientras que comparten sus actividades diarias, ellos sabrán que Dios es su prioridad. A medida que ven ese ejemplo positivo diariamente, toda la familia se animará a tener el mismo compromiso espiritual.

Si bien todas y cada una de estas características de las familias sólidas son vitales en sí mismas, a la vez ellas se entrecruzan, se interrelacionan, interactúan y se refuerzan mutuamente. Por ejemplo, si usted le dedica tiempo a su familia, eso realza el proceso de comunicación, lo cual a su vez facilita expresar la apreciación. Cuando usted está comprometido en lograr que una relación funcione, verá la necesidad de perdonar y resolver conflictos.

Si su familia tiene problemas en cualquiera de éstas áreas, no se desanime. Ningún ser humano será un esposo, padre, hijo, hermano, o hija perfectos. Lo que importa más es que usted está luchando por tener buenas relaciones familiares. Entender las características básicas de las familias saludables es un pequeño primer paso.

Tal vez también quisiera estudiar un material educativo basado en la Biblia acerca del matrimonio o temas familiares (vea la sección “Relaciones” en nuestra página web Vida, Esperanza y Verdad). Planee reuniones familiares para discutir los temas que tengan que ser afrontados. Y más importante aún, pídale a Dios ayuda y guía para que puedan funcionar mejor como familia.

Esto exige determinación, compromiso y esfuerzo de su parte. Pero al final usted tendrá una familia más fuerte —y esto es algo por lo que definitivamente vale la pena trabajar.

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