4 maneras de encontrar gozo en las pruebas

Al parecer, con demasiada frecuencia los cristianos enfrentan dificultades y problemas. ¿Por qué? ¿Y qué dice la Biblia acerca de cómo sobrevivir y crecer a través de ellos?

Santiago, el hermanastro de Jesucristo, escribió una carta de exhortación y de apoyo para los cristianos dispersos cuyas vidas no eran nada fácil.

En el primer capítulo de la carta de Santiago, él abordó situaciones que los cristianos enfrentan y tienen el potencial de desanimar o hacer que se aparten de la fe. El primer tema son las pruebas a nivel personal. Todos tenemos pruebas de vez en cuando en nuestra vida. Pueden ser pruebas financieras causadas por la pérdida de un trabajo, una enfermedad, una avería en el carro o un electrodoméstico. Pueden ser situaciones en nuestras relaciones con nuestra pareja o hijos, un problema grave de salud o incluso la muerte de un ser querido.

Cuando estas cosas pasan, es entendible que a menudo miremos sólo el lado negativo de las pruebas. Pueden desanimarnos y hacer que simplemente queramos darnos por vencidos. Pero Santiago escribió: “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas” (Santiago 1:2).

¿Gozo en las pruebas?

¿“Tened por sumo gozo”? ¿Vivía Santiago en otro planeta? ¿Vivía en el país de las maravillas? ¿Cómo se puede estar gozoso con algo que nos trae angustia, aflicción y dolor? ¿Pensaba que los cristianos debían ser masoquistas?

No, él no estaba diciendo que deberíamos disfrutar de la miseria.

Si, las pruebas son dolorosas, pero pasar por ellas nos trae lecciones valiosas que pueden fortalecer nuestro carácter y traer crecimiento espiritual. El apóstol Pedro escribió lo siguiente:

“En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso” (1 Pedro 1:6-8).

Aunque, siendo realistas, en ocasiones el gozo llega pero después, cuando la prueba ha terminado. El autor del libro de Hebreos dijo: “Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados” (Hebreos 12:11).

Muchas personas han dicho después de una prueba: “Es bueno que me haya tocado pasar por esa experiencia difícil, aunque no me gustaría tener que volver a pasar por ella”.

Santiago escribió: “sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna” (Santiago 1:3-4).

El apóstol Pablo agregó: “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza” (Romanos 5:3-4).

Las pruebas y las dificultades son una realidad de esta vida. Les pasa a todos, incluso a aquellos que están tratando de vivir una vida buena. “Muchas son las aflicciones del justo, Pero de todas ellas le librará el Eterno” (Salmos 34:19). Pero si nos damos cuenta que son lecciones valiosas que podemos aprender mientras pasamos por ellas, entonces podemos convertir una experiencia negativa en una positiva.

Es a través de estas pruebas que aprendemos a buscar a Dios para que nos provea nuestras necesidades y nos guíe. Nos ayuda a perfeccionar y construir el tipo de carácter que necesitamos para poder entrar en el Reino de Dios. Y por medio de la reflexión interna y examinando nuestros motivos y acciones, podemos ser más sabios en la forma en que vivimos nuestra vida.

El salmista dijo: “Bueno me es haber sido humillado, Para que aprenda tus estatutos” (Salmos 119:71).

Cuatro pasos que debemos seguir

La Biblia nos dice lo que debemos hacer para sobrevivir a las pruebas y aprender de ellas. Tenga en cuenta estos cuatro pasos:

1. Ore para que pueda aprender de la prueba y no se desanime.

La depresión y el desánimo son problemas comunes que la gente tiene durante los momentos de prueba. En algunos casos, no ven la razón por la cual les está pasando a ellos. De pronto han estado tratando de vivir una vida decente y en ese momento algo malo pasa.

“Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría” (1 Pedro 4:12-13).

Santiago agregó que mientras estamos en ese período de prueba, debemos pedirle a Dios que nos muestre qué podemos o necesitamos aprender de eso. “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:5).

Hay varias cosas que podemos aprender de las pruebas, como la necesidad de acercarnos más a Dios para que nos ayude y nos guíe. Una lección muy importante que Él quiere que aprendamos es a depender menos de nosotros y más en Él.

“Fíate del Eterno de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión; Teme al Eterno, y apártate del mal” (Proverbios 3:5-7).

2. Ore para que sea guiado mientras sale de la prueba y para pedir ayuda y darse cuenta si hubo cosas que hizo para que viniera sobre usted esto o que puedan causar que pase de nuevo.

No sólo hay una causa para cada problema, también hay soluciones para la mayoría. Dios nos puede mostrar cómo resolverlos sin transigir con lo que es correcto. Tenemos que acudir a Él para obtener esas respuestas.

“Claman los justos, y Jehová oye, Y los libra de todas sus angustias” (Salmos 34:17).

El apóstol Pablo le dijo a los corintios que aunque Dios permite que los cristianos pasen por dificultades, también Él les provee una forma apropiada de escape sin que tengan que transigir:

“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Corintios 10:13).

Pedro escribió: “sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio” (2 Pedro 2:9).

Hay ocasiones en las que nosotros nos acarreamos nuestros propios problemas. Y si ese es el caso, debemos reconocerlo y dejar de hacerlo para que podamos encontrar la paz que viene de conducir nuestra vida de una manera más prudente.

“Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado. Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno; pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello” (1 Pedro 4:14-16).

3. Entréguele sus necesidades a Él porque Él se preocupa por usted

Dios, quien nos da la vida y todas las cosas que hacen que la vida se pueda disfrutar, no es indiferente ante nuestros sufrimientos. Él tiene grandes planes para nosotros en el futuro. Él nos está moldeando para que nos convirtamos en sus hijos por toda la eternidad. Para que esto pueda suceder, debe haber cambios en nuestro carácter. Nosotros tenemos que volvernos como Él. Ese proceso incluye pruebas y exámenes.

“Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:6-7).

Con esta ayuda, podemos poner en manos de Dios el resultado de la prueba y saber a ciencia cierta que de alguna manera el bien puede venir a nosotros si nos mantenemos fieles a sus caminos.

En algún momento, el rescate vendrá y las cosas van a mejorar. “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28).

4. Ore por fe y paciencia

Hay un viejo dicho que es muy cierto: “Esto también pasará”. De pronto no tan rápido como quisiéramos en ese momento, pero eventualmente, con fe y paciencia, las cosas van a mejorar.

“Porque un momento será su ira, Pero su favor dura toda la vida. Por la noche durará el lloro, Y a la mañana vendrá la alegría” (Salmos 30:5).

“Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán” (Salmos 126:5). Incluso si Dios, con su amor paternal ve la necesidad de corregirnos para traernos de vuelta al camino de vida correcto, después nos bendecirá cuando aprendamos y nos volvamos a Él.

El poco tiempo que pasamos en medio de una prueba, no es nada comparado con la eternidad como hijos suyos. “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria” (2 Corintios 4:17).

“El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Romanos 8:16-18).

Si usted está teniendo pruebas en su vida, quizás quiera estudiar los principios bíblicos en nuestro artículo “¿Por qué estoy sufriendo?”.

Y no dude en contactarnos, ya que nos gustaría ayudarle y orar por usted mientras las supera. Tenemos ministros alrededor de todo el mundo que tienen experiencia en el servicio de aquellos que Dios está llamando durante esta época. Puede utilizar nuestra página “Pregúntenos” para enviarnos sus preguntas y peticiones.

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