¿Por qué permite Dios los desastres naturales?

Tormentas terribles, terremotos y otros desastres reclaman miles de vidas. Algunos se preguntan por qué Dios permite ese tipo de tragedias, mientras que otros dicen que esas son pruebas de que Dios no existe.

Sucede con una aleatoriedad aterradora, pero con una regularidad deprimente. Un huracán, un tornado, una inundación, un incendio, un terremoto, un tsunami u otro desastre natural de repente atacan un sitio, matando, mutilando, destruyendo e hiriendo. Con demasiada frecuencia pareciera que no hay nada que hacer para prevenir los desastres naturales —y muy poco que se pueda hacer para sanar a los sobrevivientes y sus comunidades.

Recuerdo las fotos de la devastación que dejo el súper tifón Haiyan (conocido en las Filipinas como tifón Yolanda) en el 2013. Esta súper tormenta fue considerada una de las tormentas más grandes jamás registradas en llegar a Tierra. Haiyan tenía más de 595 km de largo, vientos prolongados de más de 320 km/h y oleajes de más de SEIS metros.

Las personas que estaban en las Islas Filipinas no tenían un lugar donde esconderse de la tormenta. Más de 6.000 personas murieron y más de tres millones de desplazados.

Y este desastre tan terrible se acaba de unir a los demás mega desastres que tuvieron lugar recientemente, como fueron:

  • El terremoto y posterior tsunami en el Océano Índico que en el 2004 mató a más de 225.000 personas.

  • El terremoto en Haití que en el 2010 mató a más de 160.000 personas.

  • El ciclón Nargis, que en el 2008, mató a más de 84.500 personas en Myanmar.

  • El terremoto en Cachemira, que en el 2005 se estima que mató entre 75.000 y 100.000 personas.

  • El terremoto de Sichuan que en el 2008 mató cerca de 70.000 personas en China.

Nos duele el corazón por todos aquellos que han perdido a sus seres queridos en desastres naturales de ese tipo, y nuestros pensamientos y oraciones por todos los afectados por nuevos desastres que al parecer vienen a un ritmo acelerado.

¿Dónde está Dios?

Cuando ocurren desastres como éstos, muchos se preguntan cómo un Dios amoroso puede quedarse quieto viendo como miles de vidas son destrozadas física, espiritual y emocionalmente.

Ésa es una pregunta justa, especialmente para los individuos que han sido afectados directamente por este tipo de tragedias.

Muchos nunca van a poder encontrar la respuesta. Algunos simplemente aceptan la realidad de la pérdida y se aferran a la creencia de que todo pasa por una razón. En cambio otros, terminan rechazando la existencia de un Dios, porque de acuerdo a su razonamiento, si éste fuera el mundo de Dios, Él nunca permitiría el sufrimiento.

E increíblemente, esa es la respuesta. ¡Existe el sufrimiento porque éste no es el mundo de Dios!

Éste no es el mundo de Dios

Claramente la Biblia nos muestra que, empezando por nuestros primeros padres, la humanidad como un todo no ha querido que Dios esté involucrado en su vida. La mayoría de los seres humanos simplemente han vivido como han querido y han hecho lo que han querido. Ellos no quieren que Dios se involucre en “su mundo”. Dios simplemente los ha complacido.

Cuando Dios creó a Adán y Eva, los puso en el hermoso jardín del Edén —un ambiente controlado y mantenido por Dios (Génesis 2:8). Allí no habría desastres naturales. Era un ambiente perfecto para vivir. Para disfrutar de este ambiente ideal, Dios simplemente les pedía que siguieran sus instrucciones acerca de cómo vivir. Pero Dios también les dio libre albedrío. Él les advirtió que si desobedecían sus instrucciones, el sufrimiento y la muerte serían el resultado (Génesis 2:17).

Sin embargo, debido a la influencia de Satanás el diablo, nuestros primeros padres decidieron rechazar las instrucciones de Dios y creer en el engaño de Satanás. El resultado fue que Adán y Eva fueron expulsados del mundo perfecto (Génesis 3:1-6, 23-24).

Estaban a merced de sí mismos, aparte de Dios. Desde entonces, los seres humanos en general han continuado sacando a Dios de su vida y han permanecido bajo la influencia de Satanás (2 Corintios 4:4). Los desastres naturales y otras tragedias hacen parte del resultado de un mundo que rechazó a Dios.

Muchos años atrás, Dios les prometió a los antiguos israelitas que los iba a proteger de los desastres naturales si ellos decidían seguirlo (Levítico 26: 3-5). Dios puede y ha intervenido de una manera misericordiosa para proteger a su pueblo fiel. A Dios le importa. El mismo Dios dice: “Porque no quiero la muerte del que muere, dice el Eterno el Señor; convertíos, pues, y viviréis” (Ezequiel 18:32; énfasis añadido).

Si, Dios quiere que toda la humanidad se vuelva a él y recibamos sus bendiciones (2 Pedro 3:9; Jeremías 29:11).

Lo que podemos aprender de las tragedias

Jesucristo utilizó algunas tragedias de su época para enseñar una lección muy importante. Él dijo que aquellos que morían en tragedias no necesariamente eran más malvados que los demás, simplemente eran víctimas del tiempo y de la posibilidad, viviendo en un mundo aparte de Dios (Lucas 13:2-3). Las personas en un desastre natural simplemente están en el lugar y el momento equivocados.

Pero Jesucristo continúa explicando que, ya que también somos mortales, finalmente pereceremos a no ser que nos arrepintamos de nuestros pecados y sigamos a Dios (Lucas 13:5). Esta vida va a terminar para todos —la pregunta apremiante es lo que viene más adelante.

Es una lección que deberíamos tomar muy en serio. Nos afecten o no las tragedias, el camino de vida más allá de esta existencia temporal comienza con el arrepentimiento personal. Para un explicación clara de este tema tan importante, lea “¿Qué es el arrepentimiento?”.

Un mundo mejor está por venir

En un futuro no muy lejano, los seres humanos van a llegar a un punto de total aniquilación de la vida en la Tierra (Mateo 24:21-22). Va a ser en ese momento en que Cristo va a regresar a la Tierra para salvar a la humanidad de sí misma.

En ese momento Satanás va a ser quitado del medio y el Reino de Dios será establecido en la Tierra. Durante mil años será el mundo de Dios —un tiempo de paz y prosperidad.

Dios dice, con respecto a ese momento: “Y daré bendición a ellas y a los alrededores de mi collado, y haré descender la lluvia en su tiempo; lluvias de bendición serán” (Ezequiel 34:26).

Aunque hoy en día nos lamentamos de los desastres naturales, podemos esperar un futuro donde Dios hará llover bendiciones.

Si, podemos refugiarnos en las promesas de un mejor futuro cuando: “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Apocalipsis 21:4).

Para aprender más acerca de por qué Dios permite que ocurran tragedias, lea nuestro artículo “¿Por qué Dios permite el sufrimiento?

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