Lázaro y el rico: ¿prueba de la existencia del infierno?

La parábola de Lázaro y el rico tiene verdades profundas. Pero, ¿ofrece realmente una descripción de lo que sucede después de la vida en un infierno que nunca se apaga?

La parábola de Lázaro y el rico se encuentra en Lucas 16. En esa ocasión, Cristo estaba instruyendo a los apóstoles sobre la fidelidad a las “riquezas injustas” (mundanas) y la incapacidad de un siervo para servir a dos señores: “No podéis servir a Dios y a las riquezas” (v. 13).

Lázaro y el rico: Una historia para instruir

Los fariseos, amantes del dinero, se burlaron de Cristo al escuchar esta enseñanza (v. 14). Pero Cristo explicó que “lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación” (v. 15) y, más adelante, relató la historia de un hombre rico que tenía una gran fortuna y comía espléndidamente cada día, pero rehusaba darle comida a Lázaro, el mendigo (vv. 19-21).

La historia continúa en los versículos 22-25: “Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado”.

Es importante notar que los ángeles no llevaron al mendigo al cielo, sino al seno de Abraham, pues, tal como explicó Cristo en Juan 3:13, “Nadie subió al cielo”. El encuentro del mendigo con Abraham ocurre necesariamente después del regreso de Cristo a la tierra; sólo entonces los muertos en Cristo serán resucitados y reunidos por los ángeles, tal como dice la Biblia en Mateo 24:30-31.

Al igual que los demás héroes de la fe nombrados en Hebreos 11:13, Abraham será parte de la resurrección de los justos, pues murió sin haber recibido las promesas de Dios. Por ahora, el patriarca está muerto en su tumba esperando ser resucitado. Sin embargo, Abraham y Lázaro estaban juntos y con vida en la parábola, lo cual implica que se reunieron en algún momento posterior a la resurrección de los justos.

Además, en Lucas leemos que el hombre rico vio a Abraham y Lázaro desde su tumba (el hades) luego de morir y ser sepultado. Esto significa que el hombre rico también estaba con vida, pues la enseñanza bíblica en cuanto al estado de los muertos es que “los muertos nada saben” (Eclesiastés 9:5). Por lo tanto, el hombre rico había resucitado; de otra manera no podría haber hablado con Abraham.

En Juan 5:28-29, Cristo dijo “No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación [juicio]”.

Más de una resurrección

Como indica el pasaje anterior, la Biblia habla de más de una resurrección. De hecho, las Escrituras revelan que hay tres resurrecciones diferentes.

La primera resurrección será a vida eterna para todos los siervos fieles de Dios que han muerto a través de las épocas y ocurrirá cuando Cristo regrese a la tierra (1 Tesalonicenses 4:16-17).

La segunda ocurrirá luego de que Cristo reine 1000 años en la tierra y será a vida física para la mayoría de las personas que han existido desde la creación (Apocalipsis 20:5, 12).

Finalmente, las personas incorregibles volverán a tener vida física en la tercera resurrección para ser juzgados por Dios rectamente; serán lanzadas al lago de fuego, y recibirá la muerte eterna o segunda muerte, de la cual no hay resurrección (Apocalipsis 20:13-25).

Interpretar esta parábola como una prueba de que los muertos están conscientes en el cielo o el infierno sería ir en contra del resto de la Biblia. Esta historia no contradice las demás Escrituras. Como hemos visto, el encuentro de Abraham y Lázaro ocurre después de la resurrección de los justos. El hombre rico no era justo y, en esta historia, es resucitado por poco tiempo para ser quemado en el lago de fuego. Sabiendo que ardería en llamas (las cuales quemarán el cielo y la tierra; 2 Pedro 3:10), pidió a Lázaro que refrescara su lengua en medio de su tormento.

Además, en Lucas 16:26, Abraham le dice al hombre rico: “Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá”. Esto demuestra que Abraham y Lázaro eran seres espirituales y ya no podían morir como el hombre rico, quien fue resucitado a vida física y estaba a punto de morir otra vez y para siempre.

Escuchemos la advertencia de Lázaro y el rico

El hombre rico, sin darse cuenta del paso del tiempo, la pide a Abraham que visite a sus cinco hermanos y les de una advertencia para que no sufran el destino que él estaba sufriendo, ser quemado y morir eternamente. En los versículos 29-31, Abraham responde que sus hermanos tienen a Moisés y los profetas y que deberían escucharlos. Pero el hombre insiste en que “si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos”.

Esa es la lección principal de esta parábola. Debemos prestar atención a las palabras de Moisés y los profetas que se encuentran en la Biblia y debemos arrepentirnos por haber quebrantado la ley de Dios. Esa fue la advertencia que Cristo dio a los fariseos y que sigue vigente para nosotros. Aun en este tiempo tan cercano a la segunda venida de Cristo, Dios nos recuerda: “Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel” (Malaquías 4:4).

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