¿Cuándo fue la última vez que usted murió?

Más de uno de cada cinco cristianos profesantes en los Estados Unidos creen en la reencarnación. ¿Cuál es el origen de esta creencia y qué dice la Biblia al respecto?

Una tranquila mañana de febrero de 1989 encontré una pequeña nota escrita a mano mientras revisaba mi buzón. La recepcionista de mi complejo de apartamentos la había puesto ahí. La nota estaba escrita en tailandés y simplemente decía: “Sawat ha muerto”.

Yo vivía en Bangkok en esos años, y Sawat Yingyuad había sido un buen amigo y mentor mío y de varios otros colegas occidentales con los que trabajé en Tailandia, Sri Lanka y Nepal durante los ochenta. Sawat murió en un accidente de tránsito en algún lugar rural de Tailandia, pero al leer la nota mi cabeza se llenó de preguntas. Para empezar, ni siquiera sabía dónde estaba su cuerpo. Lo único que tenía era ese papel. Afortunadamente, con la ayuda de algunos monjes locales, pronto lo encontré.

Un par de días después llegué al antiguo hogar de Sawat: una lejana villa en el norte de Tailandia donde él había pasado su niñez. Su cuerpo estaba en un ataúd cerrado, en medio de una terraza abierta. El clima era caliente y húmedo; y, como era la costumbre, el cadáver no estaba embalsamado.

Al igual que unos 60 millones de tailandeses (casi 94 por ciento de la población), Sawat era seguidor del budismo theravada. Se había dedicado al monacato desde su niñez hasta sus veinte, estudiando en grandes centros de aprendizaje budistas en Tailandia, India, Sri Lanka y Birmania. Había sido un talentoso lingüista y académico.

Otro dato importante es que Sawat creía en la reencarnación —que después de morir las personas vuelven a la vida en otro cuerpo o forma de vida (otro ser humano, un animal, un insecto o algún tipo de espíritu).

Ritos funerales y creencias

En Tailandia los funerales budistas generalmente duran al menos siete días, aunque a veces pueden durar hasta 100 días o más. Luego de los primeros siete días, los ritos funerarios pueden llevarse a cabo cada semana, hasta que se elige una fecha apropiada para la cremación (con base a la astrología y las tradiciones locales).

Cuando se trata de un monje de alto rango o miembro de la realeza, la ceremonia puede durar incluso más de un año. El antiguo rey de Tailandia, Bhumibol Adulyadej, por ejemplo, murió el 13 de octubre del 2016, pero su cremación pública no se realizará sino hasta el 26 de octubre del 2017, durante una ceremonia real en el Gran Palacio de Bangkok a la que asistirán miles de personas.

En el caso de Sawat, varios monjes vinieron por la noche a la casa en varias ocasiones para cantar versos budistas, animando a los presentes al decirles que en el futuro él volvería a nacer a una mejor vida. Los monjes continuamente oran de la misma manera por el antiguo rey y continuarán haciéndolo así aun después de la cremación real.

Día tras día, los amigos y familia de Sawat lo visitaron para expresar su respetos, comer, beber y conversar abiertamente acerca de la vida, la muerte… y la otra vida. Como es la costumbre, también hablaron acerca de sus vidas pasadas. Sí, sus vidas antes de esta vida, antes de su última muerte. Y además recordaron la vida de Sawat.

Según su creencia, el karma de Sawat —sus buenas y malas obras en esta vida y las incontables anteriores— es lo que determinaría la naturaleza de su próxima existencia. También creen en varios niveles del cielo y el infierno, lugares donde las almas de los muertos son probadas y purificadas antes de volver a nacer, y que las constantes oraciones y méritos de los vivos pueden mejorar la próxima vida y el renacimiento de sus seres queridos.

La reencarnación en el mundo occidental

Todo esto tal vez puede sonar inusual y ajeno para nosotros los occidentales (especialmente aquellos que tenemos raíces cristianas), pero la realidad es que más de 1.500 millones de personas alrededor del mundo creen en alguna forma de reencarnación o transmigración.

Los mayores adherentes a esta creencia son los budistas, hindúes, sijs y jainis.

Pero una encuesta realizada por el Foro Pew acerca de religión y vida pública en 2009 reveló que, si bien Estados Unidos es “un país casi completamente cristiano, importantes minorías han adoptado varias creencias de Oriente y la Nueva Era. Por ejemplo, 24 por ciento de la población en general y 22 por ciento de los cristianos creen en la reencarnación —que la gente vuelve a nacer una y otra vez en este mundo”.

En el 2006 Erlendur Haraldsson, profesor de sicología en la Universidad de Islandia, publicó un estudio acerca de la creencia de la reencarnación en Europa, basado en datos recopilados durante dos décadas por European Values Surveys [Encuestas acerca de los valores europeos]. Su investigación reveló que al menos 10 por ciento de los europeos cree en alguna forma de reencarnación, con hasta 30 a 40 por ciento en ciertas partes de Europa oriental y los países bálticos.

¿Cuál es el origen de estas creencias?

En el siglo V a.C., el filósofo griego Platón escribió su obra Faedón, donde hablaba acerca de la metempsicosis: “el paso del alma a otro cuerpo humano o animal después de la muerte” (Merriam-Webster.com). Luego, en el primer siglo a.C., Julio César dijo de la gente de Galia (ahora Francia) que “La principal doctrina que [los druidas] quieren enseñar es que las almas no mueren, sino que pasan de un cuerpo a otro después de la muerte” (César, Gallic War [Guerra galia], libro VI, 14).

Según algunos académicos, estos escritos, así como la historia y literatura romana y céltica, indican que la reencarnación era una creencia común en Europa antes de la era cristiana.

Pero ¿son estas antiguas creencias el verdadero origen de la reencarnación?

El verdadero origen

La mayoría de los cristianos y conocedores de la Biblia sin duda están familiarizados con la historia del jardín de Edén relatada en el libro de Génesis. Pero lo que muchos pasan por alto son las palabras específicas que la serpiente le dijo a Eva y cómo éstas han afectado las creencias de la humanidad acerca de la vida y la muerte hasta hoy.

Primero Satanás le preguntó a Eva si Dios les había prohibido comer de todo árbol en el jardín, aunque por supuesto ya sabía la respuesta. Ella le dijo: “Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis” (Génesis 3:2-3).

¿Qué respondió Satanás? “No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (vv. 4-5, énfasis añadido).

Satanás mintió. Él sabía que los seres humanos sí morirían si desobedecían y rechazaban las instrucciones de Dios. Pero Adán y Eva comieron del fruto prohibido, y Dios los sacó del jardín de Edén, quitándoles el acceso al árbol de la vida y todos sus beneficios.

Desde entonces la humanidad ha seguido sufriendo, angustiada y muriendo. Pero aún así los seres humanos siguen buscando maneras de creer la mentira de Satanás: “No moriréis”.

¿Qué dice Dios?

Para quienes creemos en un Creador Todopoderoso que hizo el universo y todo lo que existe, la fuente genuina de la verdad es la Palabra de Dios, la Biblia. Los seguidores de Jesucristo no buscan las respuestas acerca de la vida y la muerte en religiones orientales, la filosofía, la astrología, ni las formas modernas de cristianismo.

Basta con ir a Eclesiastés 9:5 para descubrir lo que Dios dice que es la muerte en realidad: “los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben” (énfasis añadido). Pocos versículos más adelante, también leemos: “Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría” (v. 10).

La muerte, entonces, es el cese total de toda conciencia, pensamiento, conocimiento y acción. Es decir, los muertos no siguen viviendo en ningún sentido o forma; están literalmente muertos.

El profeta Ezequiel explica que todas las almas (vidas) pertenecen a Dios, y “el alma que pecare, esa morirá” (Ezequiel 18:4), lo cual significa que no hay almas vivas en un purgatorio o el infierno.

El salmista además escribió que cuando una persona muere: “perecen sus pensamientos” (Salmo 146:4), y “No alabarán los muertos al Eterno, ni cuantos descienden al silencio” (Salmo 115:17).

Todas estas escrituras concuerdan con el resto de la Biblia al describir la muerte como un estado de absoluta inconsciencia.

Los muertos no piensan ni adoran a Dios. Tampoco están en el cielo o el infierno. Las almas no vuelven a nacer para morir una y otra vez. Dios dice en Hebreos 9:27 que “está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio [en la resurrección]”. Todos los seres humanos morirán una vez solamente, aunque algunos (esperamos que no tantos) escogerán también estar en la segunda y definitiva muerte, descrita en Apocalipsis 20:14.

El increíble plan de Dios

Dios tiene un plan. Miles de millones de personas han muerto a lo largo de la historia. ¿Qué entonces con todos éstos y con los que alguna vez vivirán y morirán en la Tierra?

La Biblia revela una época futura donde los “muertos vivirán; sus cadáveres resucitarán. ¡Despertad y cantad, moradores del polvo! porque… la tierra dará sus muertos” (Isaías 26:19).

De hecho, Jesús mismo —el Hijo de Dios— habló acerca del día en que los muertos serán resucitados y volverán a vivir. “No os maravilléis de esto”, dijo, “porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” (Juan 5:28-29). Y en el versículo 26 Cristo reveló que sólo Él y el Padre pueden resucitar a los muertos.

Según la Palabra de Dios, mi buen amigo Sawat está muerto y está esperando la resurrección de acuerdo con el propósito y la voluntad del Padre. No está en un círculo interminable de volver a nacer y reencarnar. Tampoco está en el cielo, ni en el infierno sufriendo por sus vidas pasadas o su karma.

La verdad acerca del plan de Dios es sencilla, pero muy profunda. Todos moriremos algún día, pero Dios promete que a través de la resurrección todos los muertos volverán a vivir. Y quienes no hayan tenido la oportunidad de ser salvos y recibir vida eterna en la familia de Dios, recibirán entonces esa maravillosa oportunidad (1 Timoteo 2:4).

¿A quién le va a creer? ¿A Dios o a Satanás?

Para un estudio más detallado acerca de la enseñanza bíblica en cuanto a la muerte, lea nuestro folleto gratuito El último enemigo: ¿qué sucede realmente después de la muerte?

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