Causa y efecto
Todos nosotros somos el resultado de las decisiones tomadas en el pasado.
Existen muchos ejemplos en nuestra sociedad que nos ayudan a entender que la mayoría de las veces enfrentamos problemas que nosotros mismos nos auto-provocamos.
“Tú decides tu propio camino”, nos dicen por todos lados. Pero muchas veces erramos la ruta que debimos elegir.
¿Por qué ocurre eso? ¿Por qué pareciera que una fuerza invisible nos lleva hacia donde no queremos ir? ¿Somos acaso robots que no podemos decidir libremente el lugar hacia donde dirigirnos?
Seamos honestos. La mayoría de de las veces nuestras decisiones están orientadas a satisfacer nuestras propias necesidades y deseos. Cuando decidimos pensando solo en nosotros, las consecuencias no se dejarán esperar y su resultado no será el mejor.
Hay una ley natural que se llama “la ley de causa y efecto”, conocida también como Ley de la Consecuencia, o Ley de Retribución y Compensación. Esta ley nos revela que todo lo que hacemos pone en movimiento una causa y ésta trae necesariamente una consecuencia, positiva o negativa.
La ley de causa y efecto nos dice que todo lo que somos o lleguemos a ser, será el resultado de nuestras acciones, de nuestro modo de pensar y de nuestra propia actitud. Interesante, ¿verdad?
Pero, ¿sabe? este mismo principio de “Causa y efecto” es la manera de pensar de Dios.
En la Biblia nos encontramos muchas instrucciones acerca del buen actuar y de la motivación correcta con la que debemos tomar nuestras decisiones.
Existen ejemplos de personajes bíblicos que tomaron decisiones correctas, con la motivación correcta y poniendo su interés personal por debajo del interés de otros. Los resultados fueron satisfactorios.
Por otra parte, hay ejemplos de historias cuyos resultados fueron muy lamentables y éstos están asociados a decisiones tomadas con motivaciones y acciones erradas.
El Apóstol Pablo, en Gálatas Capitulo 6 y versículo 7, nos resume la idea de la que venimos hablando: “Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”
Este es el mismo principio de “causa y efecto” del que estamos hablando. El actuar bien y el poner el interés de los demás por sobre los nuestros en las decisiones que tomamos marcará una diferencia notable en los resultados.
¿Está usted insatisfecho con los resultados de sus decisiones? ¿Estoy yo insatisfecho con los resultados de mis decisiones? La única manera de cambiar los resultados de mañana, es comenzar a tomar decisiones acertadas hoy, dejando de lado las infracciones a la Ley de Dios y dejando de lado nuestro egoísmo y poniendo el interés general por sobre el particular.
La Biblia, el libro inspirado por Dios, nos ayuda a entender estos principios y nos invita a aplicarlos con el propósito de tener vidas más abundantes y satisfactorias. Recuerde: Todo lo que sembremos, eso mismo vamos a cosechar.
Para Vida, Esperanza y Verdad, les habló Jaime Guíñez