Cómo vencer las emociones negativas: la autodestrucción

Aunque se espera que los cristianos se examinen a sí mismos de una manera sana, la autodestrucción constante y el odio hacia sí mismos no lo son. Parte 4 de la serie “Cómo vencer las emociones negativas”.

Vencer la autodestrucción y los sentimientos de fracaso e inutilidad.

Las escrituras nos animan a que analicemos nuestras debilidades y avancemos y trabajemos en ellas. Sabemos que debemos cambiar y llegar a ser cada día más como Dios y Cristo en carácter justo y santo.

Como escribió Pablo: “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios” (2 Corintios 7:1).

Desear un cambio para mejorar es algo bueno. Pero ¿qué pasa cuando durante nuestra búsqueda hacia la perfección nos menospreciamos constantemente y criticamos cada pequeño aspecto de nuestra vida?

¿Cuántas veces hemos deseado poder crecer espiritualmente y pasar un día sin insultarnos o tal vez sin sentirnos inútiles?

¿Por qué es peligrosa la autodestrucción a nivel espiritual?

Si bien el orgullo personal, otra emoción negativa que vamos a analizar en esta serie, no es buena, el extremo opuesto también es peligroso. Es cierto que fuimos hechos del polvo, pero cuando Dios nos llama a ser parte de su familia, definitivamente no somos inútiles.

El peligro espiritual más grande en los pensamientos y sentimientos de autodestrucción es que empezamos a creer en cosas como: “El Espíritu Santo de Dios no puede ayudar a alguien como yo”. Ésta es una mentira despiadada que Satanás infunde para evitar que la gente corrija sus errores y cambie definitivamente su vida. El Espíritu Santo de Dios es poderoso y puede transformar. Por lo tanto, si continuamos pensando que somos fracasados e inútiles después de recibir el Espíritu Santo de Dios, ¿qué estamos diciendo acerca del Espíritu Santo de Dios?

Cristo dejó claro el concepto en Mateo 5:22 que cualquiera que insulte a un hermano o esté enojado con un hermano sin causa está en grave peligro espiritual. Incluso advirtió que nadie podía llamar a otro “necio”.

Entonces, ¿qué nos hace pensar que se nos permite constantemente, día tras día, tratarnos como necios y tener el mismo odio del que Cristo hablaba aquí? Cuando cometemos errores, tenemos que arrepentirnos, poner en marcha un plan para cambiar los pensamientos, palabras o hechos equivocados y luego seguir adelante. Si no dejamos atrás los errores, va a ser muy difícil que se manifieste el fruto del gozo en nuestra vida. Es hora de cambiar nuestra forma de pensar.

Identifique la causa del pensamiento

Al igual que con todas las emociones negativas, es bueno mantener un registro de nuestros pensamientos y las cosas que nos llevan a ellos. Podemos empezar respondiendo de manera realista preguntas que van a indagar por qué estamos tan deprimidos con respecto a nosotros mismos:

  • ¿Por qué siento que soy mucho peor que otras personas?
  • ¿Qué es lo que me pasa durante el día que me siento incompetente e inútil?
  • ¿Es algo que sucede en casa/trabajo/escuela/iglesia/ocasiones sociales?

No debemos sentirnos avergonzados por pedir ayuda para algo que es abrumador o en lo que vemos que somos débiles. Pero la mayoría de las veces, la autodestrucción no proviene de una debilidad real en un área determinada. Proviene de percepciones y pensamientos irracionales de incompetencia.

Ahora veamos los pensamientos y veamos cómo se comparan con la realidad.

Analice y compare el pensamiento con la realidad

Cuando examinamos nuestras actitudes, debemos ser lo más honestos posible. Después de pensar negativamente acerca de nosotros, algunas personas encuentran útil escribir los pensamientos exactos. Por ejemplo: “¡No puedo hacer nada bien!”. “Ella es mucho mejor que yo en esto”. “Soy terrible haciendo esto”. “Soy un perdedor”. “Soy un bicho raro; nadie más tiene este problema”. “Obviamente esa persona es la mejor opción”.

Cuando borramos la expresión “¡pobre de mí!”, vemos que esos pensamientos están completamente enfocados en nuestro yo, comparándonos constantemente con otras personas en vez de hacerlo con Jesucristo (algo que la Biblia advierte estrictamente), y llenos de falso testimonio contra nosotros mismos.

  1. ¿Es justo/racional pensar que el hecho de que alguien quizás tenga más habilidad en un área determinada significa entonces que no tenemos ninguna habilidad en esa área?
  2. ¿Es justo/racional pensar que somos los únicos que luchamos (y a veces fallamos) en ciertos aspectos de nuestra vida? Como escribió Pedro: “al cual [el diablo] resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo” (1 Pedro 5:9).
  3. ¿Es justo/racional pensar —después de recibir el Espíritu Santo de Dios, el conocimiento de su plan de salvación para toda la humanidad, y una invitación a participar en ese plan— que no valemos nada?

Reemplace lo irracional por lo racional

El pensamiento de Satanás es irracional y completamente enfocado en este mundo presente. Tenemos que cambiar nuestra manera de pensar para estar siempre mirando hacia adelante de manera racional en el Reino de Dios.

Cuando esos pensamientos llegan a nuestra mente, podemos combatirlos con lo que sabemos que es verdad:

  • Soy un hijo de Dios, muy preciado ante sus ojos.
  • Puedo tener algunas dificultades, pero estoy trabajando en ellas y estoy desarrollando un carácter justo.
  • Mi cuerpo es el templo de Dios, y no voy a ofenderlo más.

Recordar las verdades de Dios puede ayudarnos a que la influencia de Satanás se detenga y que la voz de Dios prevalezca.

¿Y si ya he perdido el control?

Ore inmediatamente a Dios, el único que puede darnos consuelo, y pídale alivio de las mentiras de Satanás. Hable con un amigo o consejero de confianza para que le den su opinión. También podemos escribir varios dones que Dios nos ha dado y cómo podemos usarlos para ayudar a otras personas. Es hora de alinear nuestro escudo de la fe con todas las grandes cosas que Dios tiene reservadas para nosotros: la venida del Reino de Dios, la vida eterna como hijo de Dios, etcétera.

Ahora pregúntese: “¿Controlo mis pensamientos o ellos me controlan a mí?” Recuerde, una mente que se acerca cada vez más a Dios no se insulta a sí misma. ¡La lucha será larga, pero es una que podemos ganar con la ayuda de Dios!

Ésta es la cuarta de una serie de ocho partes, Cómo vencer las emociones negativas. Para leer la parte 3, vea “La ira”. Para continuar la serie, vea la parte 5 “Los celos”.

Acerca del autor

Eddie Foster

Eddie Foster

Eddie Foster nació en Ohio, y después de vivir en varias partes del noreste de los Estados Unidos, una vez más vive en Ohio, probablemente de manera definitiva esta vez. Vive en el área de Dayton con su esposa, Shannon, y su hija, Isabella. Ellos asisten a la congregación de la Iglesia de Dios, una Asociación Mundial de Cincinnati/Dayton.

Eddie es graduado en ciencias de la educación infantil de la primera y segunda infancia del Bluefield State College (West Virginia) y una maestría en patología del habla y el lenguaje de la Universidad de Cincinnati. Trabaja en escuelas públicas, atendiendo a estudiantes de primaria y secundaria con impedimentos de habla y lenguaje y tambien a niños con otras discapacidades.

También le gusta escribir, especialmente sobre temas que ayudan a la gente a luchar y ganar la batalla contra los pecados, que él cree son la causa principal de la miseria. Es un apasionado en compartir los métodos de “cómo hacerlo” y los conocimientos que ha aprendido mientras pelea sus propias batallas para vencer el pecado y aprender del Dios de amor y sabiduría.

En su tiempo libre, disfruta viendo películas épicas de ciencia ficción. También le gusta el debate respetuoso de diferentes ideas, el jazz y el ritmo y los blues de los 70´s, escribir poesía y tratar de llevar alegría a la gente a través de la risa.

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