By the Way With Joel Meeker

Caer entre las mesas

Una visita a una tumba real en Grecia trajo a la mente una clave para el éxito espiritual.

Vergina, al oeste de Tesalónica, es el antiguo lugar de sepultura de la realeza de Macedonia. Uno de los museos más fascinantes de Grecia fue creado dentro del Gran Túmulo, la colina artificial que cubre varias tumbas importantes.

La tumba más significativa, encontrada intacta, pertenecía a Filipo II, padre de Alejandro Magno y creador de un ejército con un nuevo estilo que obligó a toda Grecia a someterse a Macedonia. Ese ejército, comandado por Alejandro, conquistó todo el Imperio Persa y prácticamente todo el mundo conocido.

Es fascinante caminar hasta la puerta de la tumba de Filipo y ver los impresionantes tesoros reales. ¡Su larnax de oro —una caja para restos incinerados— está hecha de 12 kilos de oro de 24 quilates! Muchos de estos objetos —coronas, joyas, armaduras con incrustaciones de oro— fueron utilizados por estos dos hombres que cambiaron el curso de la historia del mundo.

Una familia llena de problemas

Sin embargo, no disfrutaron de buenas relaciones. La madre de Alejandro era sólo una de las siete esposas del rey. En la desenfrenada celebración posterior a la boda de Filipo con una joven adolescente, el tío de la novia, en avanzado estado de embriaguez, lanzó una calumnia degradante acerca de la legitimidad de Alejandro, quien inmediatamente lanzó su copa de vino a la cabeza del agresor.

Filipo, que también estaba borracho, se dirigió a su hijo espada en mano, con la intención de matarlo. Plutarco nos informa que Filipo fracasó en su intento y se resbaló y cayó.

Después de escapar del salón, Alejandro anunció despectivamente: “Aquí está el hombre que se estaba preparando para cruzar de Europa a Asia, y que no puede ni siquiera cruzar de una mesa a otra sin perder el equilibrio”.

Poco después, a la edad de 46 años, Filipo fue asesinado por uno de sus guardaespaldas. Algunos estudiosos creen que Alejandro y su furiosa madre organizaron el asesinato. Filipo, aunque era un rey poderoso, causó muchas tribulaciones a su casa y quizás provocó su propia muerte debido a sus acciones necias, egoístas e indisciplinadas.

¿Somos nuestro propio tropiezo?

Mientras caminaba entre las exhibiciones, me puse a meditar que nosotros en ocasiones tenemos el potencial para llevar a cabo cosas importantes, pero nos tropezamos con la necedad o la falta de disciplina. No alcanzamos la vida que queremos por la falta de ambición o de un plan. Las relaciones fracasan por falta de atención y de cuidado. Frenamos nuestro crecimiento espiritual porque, en lugar de estudiar la Biblia, constantemente estamos navegando en nuestros dispositivos.

La disciplina reflexiva es la clave del éxito en cualquier proyecto —para alcanzar nuestros objetivos, tanto físicos como espirituales. Pablo escribió: “Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado” (1 Corintios 9:26-27).

La “templanza” está en la lista del fruto del Espíritu de Dios (Gálatas 5:23) —fruto que necesitamos para triunfar.

Nosotros no tenemos planeado invadir Persia. Pero para cualquier cosa que deseemos o necesitemos lograr en la vida, un primer paso es evitar caer entre las mesas.

—Joel Meeker

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