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Conejos vs. Pan Sin Levadura

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El marketing religioso no es nada nuevo. Casi desde el inicio se introdujeron cambios al cristianismo para atraer más adeptos. Pero ¿qué se perdió en el proceso?

Para la lección de religión de hoy, permítame presentar dos pruebas: la prueba A, un conejo de pascua de chocolate; y la prueba B, un trozo de pan sin levadura. Estamos entrando en una temporada donde muchos celebrarán la llamada Semana Santa. Pero si viviéramos en los tiempos de Jesucristo y la Iglesia cristiana del Nuevo Testamento, esta temporada de fiestas se vería muy diferente de lo que es en la actualidad.

“Marketing” en la antigüedad

Varios siglos después de Cristo, hubo quienes de alguna manera lograron introducir costumbres paganas al cristianismo original. “Esto facilitará atraer a la gente”, pensaron, e iniciaron una campaña de lo que hoy llamaríamos “marketing”, ofreciendo un “nuevo y mejorado” cristianismo.

Otros, además influenciaron a la Iglesia para desechar prácticas que consideraban “judías”. “¿Panes sin levadura, la Pascua, guardar el sábado? ¡Demasiado ‘judío’ para nosotros!”. Y así, los días santos que Jesús, los apóstoles y la Iglesia del Nuevo Testamento guardaron —entre ellos la llamada “Fiesta de Panes Sin Levadura”— desaparecieron del mapa.

Con el tiempo, muchas ideas nuevas y completamente alejadas de la Biblia se convirtieron en parte del “nuevo cristianismo”. Mis dos pruebas (A y B) ejemplifican la manera en que mucha gente ha llegado a ver la religión:

La forma antigua vs. la nueva

Lo tedioso y aburrido vs. lo emocionante y divertido

El Antiguo Testamento vs. el Nuevo

Lo judío vs. lo cristiano

La competencia

¿Podría el pan ázimo competir con el conejo de pascua?

Observemos primero al conejo. Bastante tierno y dulce, ¿no? ¿Y el pan sin levadura? Mmm... no tan tierno ni tan dulce.

¿Y en sabor? ¡El conejo sabe a chocolate! ¿El pan sin levadura? Pues… sabe a agua con harina.

¿Y qué les decimos a nuestros niños? Acerca de los conejos, les contamos historias fantásticas de animalitos saltarines que ponen huevos coloridos y dejan regalos para los niños buenos. Acerca del pan sin levadura, les contamos una historia real de plagas, primogénitos muriendo y un pueblo desconocido en un lugar desconocido que salió de la esclavitud, lo que representa nuestra necesidad de salir de la esclavitud espiritual del pecado.

¿Qué prefieren hacer los niños? ¿Buscar huevos de pascua y chocolates o limpiar la levadura de sus casas (como enseña la Biblia), mientras reflexionan en la lección de sacar el pecado de su vida?

¿Preferiría usted lavar huevos para luego decorarlos o lavar pies como un recordatorio de que debe servir a los demás?

¡Con razón los religiosos creyeron que necesitaban hacer cambios para atraer a la gente al cristianismo! “Necesitamos estilo, atracciones, diversión”, pensaron. Pero ¿justifica eso mentirles a nuestros hijos mientras supuestamente adoramos al Dios que prohíbe mentir?

La religión moderna sí que ha “mejorado” el anticuado cristianismo, ¿no lo cree?

Volver a los verdaderos principios

En nuestro sitio Vida Esperanza y Verdad, puede descubrir cómo, cuándo y por qué todo cambió en el cristianismo moderno. La Iglesia que Jesús fundó no se parece en nada a las iglesias cristianas actuales; y, en ese proceso de cambio, algo muy importante se perdió. Tal vez ésa sea en parte la razón por la que el cristianismo está perdiendo su influencia. Las personas buscan un significado para la vida, pero los sustitutos no pueden darnos eso.

No hay nada de “Antiguo Testamento”, “judío” o “irrelevante” en comprometernos a alejarnos del pecado, dejar que Cristo viva en nosotros o conmemorar la muerte de Jesús que nos limpia de nuestras infracciones. Eso es exactamente lo que las prácticas “anticuadas” y desechadas intentan enseñarnos.

Cuando remplazamos las cosas de Dios, nuestra religión se vuelve tan profunda como un conejo de chocolate.

¡Es tiempo de recuperar los principios verdaderos! No crea ciegamente lo que siempre le han enseñado. Busque usted mismo la verdad.

Cuando las iglesias abandonaron la verdad, también abandonaron al Dios que la revela. Pero la verdad sigue ahí, y usted puede encontrarla. Cuando lo haga, también encontrará al Dios que la da.

Clyde Kilough

Editor

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