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Los dioses de la incertidumbre

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Sin duda, la ciencia ha traído cambios positivos a nuestra vida. Pero si ponemos toda nuestra confianza en ella, terminaremos sirviendo a los dioses hechos por el hombre, de la duda y la incertidumbre.

¿Alguna vez le ha sucedido que va al doctor por una fiebre y el doctor le clava una sanguijuela en el brazo para que le chupe la sangre? Probablemente no. ¡Hoy en día los doctores tienen mucho cuidado con las demandas por negligencia!

Sin embargo, pocos siglos atrás, cortarle una vena a un paciente para dejarlo sangrar no sólo era una práctica común, sino además razonable. Después de todo, si alguno de los “cuatro humores” del paciente (la antigua teoría de Hipócrates acerca de los fluidos corporales) estaba desbalanceado, ¿qué mejor manera de arreglar el problema que dejarlo correr libremente? Ésa era la ciencia de aquel entonces.

No se ría demasiado

Afortunadamente, los avances de la ciencia nos han enseñado mejores tratamientos. También nos han enseñado que el universo no gira alrededor de la Tierra, que la carne descompuesta no se transforma en moscas, y que la forma de nuestra cabeza no revela lo que hay en nuestro cerebro. Pero por ridículas que nos parezcan, la gente daba por hecho cosas como éstas no hace mucho tiempo.

Es interesante que junto a la incesante oleada de descubrimientos científicos, también ha surgido una paradoja: mientras más cosas descubrimos, menos podemos garantizar que nuestras teorías y conocimientos actuales son absolutamente correctos. De hecho, podemos estar prácticamente seguros de que en 300 años más, la gente se estará riendo de algunas de nuestras ideas, así como nosotros nos reímos de teorías de hace 300 años.

Es por eso que, en tanto los descubrimientos científicos continúan fascinándonos y emocionándonos, nuestra vida podría dar un giro muy positivo si adoptáramos una actitud de humildad.

Lo que la ciencia no puede explicar

¿Qué tiene que ver la humildad con la ciencia? ¡Todo!

Se requiere humildad para reconocer que la ciencia tiene ciertas limitaciones. Sí, la ciencia es magnífica para descubrir más acerca del mundo que nos rodea, pero sólo puede cuantificar, medir, comparar y descubrir cosas físicas. Por otro lado, son los problemas no físicos que afrenta la humanidad —el odio, la avaricia, los celos, etcétera— los que amenazan nuestra paz, seguridad, bienestar y, como Cristo advirtió,

¡aun nuestra existencia!

A través de la humildad, podemos reconocer que la ciencia no es capaz de

mostrarnos las soluciones a nuestros dilemas morales. Simplemente no está diseñada para servir de guía espiritual.

  • La ciencia no puede explicar la diferencia entre el bien y el mal.
  • No puede mostrarnos el camino hacia una vida plena.
  • No puede explicar por qué existimos —por qué estamos aquí.
  • No es una guía moral; y ciertamente no es Dios.

Sirviendo a los dioses de la incertidumbre y la duda

Por falta de humildad, muchos han rechazado a Dios y han escogido en cambio poner toda su fe en la ciencia y/o el razonamiento humano. Pero al hacer esto —al convertirnos

nosotros mismos en nuestros dioses— no anticipamos una consecuencia inesperada. Cuando cada quien hace lo que es correcto ante sus propios ojos, terminamos sirviendo a los dioses de la duda y la incertidumbre.

Es cierto que muchos han rechazado a Dios porque la mayoría de las religiones y sus maestros han hecho mal uso de la Biblia, así como los antiguos doctores hacían mal uso de las sanguijuelas para tratar las enfermedades de la gente. Pero este razonamiento no es válido. ¿Acaso rechazamos la ciencia sólo porque algunos en la antigüedad la usaban y aplicaban mal?

¡Por favor no se apresure a rechazar a Dios! Con un poco de humildad, el deseo de aprender y la disposición de estudiar su Palabra —la Biblia— usted puede encontrar las respuestas a las más grandes preguntas de la vida: ¿quién es usted? ¿Cuál es su propósito y destino? ¿Qué es lo correcto y lo incorrecto? ¿Existe la verdad?

Las preguntas espirituales requieren de descubrimientos espirituales. Lo que no se puede encontrar en un laboratorio se puede descubrir en las páginas de la Biblia. ¡Acompáñenos en la búsqueda!

Si cree que los descubrimientos científicos han cambiado el mundo para bien, ¡espere hasta que descubra los avances espirituales que le esperan en su Palabra!

Clyde Kilough

Editor

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