De Mar Muerto a Mar Vivo
Los turistas vienen de todo el mundo para ver este inusual mar donde nada puede vivir. Pero hay un plan para sanar sus aguas.
La calidez inundó mi cuerpo. Una sensación aceitosa corrió por mi piel y la pequeña herida en mi pierna comenzó a picar. Tuve la extraña sensación de estar flotando muy por encima del agua; y simplemente era imposible hundirse.
Estaba en el cuerpo de agua más bajo de la Tierra, en el punto más bajo de la superficie de nuestro planeta. Se le ha llamado Mar Primordial, Mar del Este, Mar de Lot, Mar de Sodoma, Mar de Asfalto, y Mar del Diablo, pero hoy en día se conoce comúnmente como el Mar Muerto.
Durante miles de años, corrientes de agua provenientes de la cuenca del Monte Hermón, que pasaban por el Mar de Galilea y el valle del río Jordán entre Jordania e Israel actuales, desembocaban y morían en este mar. No existe otro lugar a donde la gravedad pueda llevarse el agua. La superficie y la costa del Mar Muerto están a 430 metros bajo el nivel del mar. Por lo tanto, sus aguas sólo pueden escapar por evaporación, dejando atrás todos los minerales que pudieran haber tenido. Las concentraciones de sal son tan tóxicas que lastiman a las pieles sensibles, y beber de esa agua puede causar enfermedades e incluso la muerte.
El Mar Muerto tiene sus usos, sin embargo. Sirve para elaborar químicos como la potasa y el bromo. Algunas personas con enfermedades de la piel se bañan en sus aguas para acelerar su sanidad, y los turistas llegan por montones para experimentar la extraña sensación de flotar en las aguas extremadamente saladas.
Aún así, está muerto
Sin embargo, el mar sigue estando muerto. Ningún pez puede vivir en él y tampoco tiene plantas marinas. No puede usarse para irrigación, y sus aguas no cumplen la función de dar vida que el agua tiene en general.
De Mar Muerto a Vivo
Durante esta época del año, los cristianos que siguen el ejemplo de la Iglesia del Nuevo Testamento guardan la Fiesta de los Tabernáculos. Esta alegre celebración ilustra algunas de las profecías que se cumplirán cuando Jesucristo regrese para establecer el Reino de Dios en la Tierra. Y una de esas profecías habla del Mar Muerto.
Al profeta Ezequiel se le dio una visión de un gran templo en Jerusalén, del cual salían corrientes de agua viva que sanarán incluso a este mar sin vida y el desierto que lo rodea:
“Y me dijo [un ángel]: Estas aguas salen a la región del oriente, y descenderán al Arabá, y entrarán en el mar [muerto]; y entradas en el mar, recibirán sanidad las aguas. Y toda alma viviente que nadare por dondequiera que entraren estos dos ríos, vivirá; y habrá muchísimos peces por haber entrado allá estas aguas, y recibirán sanidad; y vivirá todo lo que entrare en este río. Y junto a él estarán los pescadores, y… será su tendedero de redes; y por sus especies serán los peces tan numerosos como los peces del Mar [Mediterráneo] Grande” (Ezequiel 47:8-10).
¡Qué símbolo tan vívido de un mundo transformado! Los lugares desiertos llegarán a ser fértiles. Donde ahora hay sólo muerte, abundará la vida. Qué maravilloso será ver tal vitalidad en lo que entonces podrá llamarse el Mar Vivo.
En nuestro mundo actual, que conoce demasiado bien el sufrimiento y la muerte, las promesas de Dios nos dan la consoladora esperanza de un futuro de sanidad y vida.
—Joel Meeker