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Las buenas noticias y el motociclista

Sus comentarios fueron inesperados, ¡pero tan significativos!

Parecía estar fuera de lugar, y seguramente yo no era el único que lo miraba de reojo y pensaba “¿qué estará haciendo aquí?”. Nadie espera ver a un rudo motociclista paseando en un museo, especialmente cuando la exhibición se trata de artefactos bíblicos.

Pero ahí estaba él, con su barba, un pañuelo en la cabeza, cabello largo trenzado, chaqueta de cuero, tatuajes en los brazos y un collar de cadenas. Por su apariencia, uno pensaría que se hubiera sentido más en casa sentado en un bar con una banda de motociclistas que en la exhibición especial del Museo Público de Milwaukee acerca de los Manuscritos del Mar Muerto.

Esta impresionante colección de reliquias bíblicas estuvo en exposición durante varios meses en el 2010 y atrajo a miles de visitantes, incluyendo a mi esposa, a mí y al “señor motociclista”.

Esperando ese futuro

A medida que avanzamos por la exhibición y cada uno se tomó su tiempo para leer los paneles informativos, mi esposa y yo nos separamos gradualmente. De repente, mi esposa se encontró al lado del señor motociclista, observando una réplica de seis metros del rollo de Isaías.

Cuando volvimos a encontrarnos, mi esposa me dijo: “Debiste haber estado aquí”.

“¿Por qué?”

“Mientras observábamos el rollo, cuando llegamos al capítulo 11, el motociclista comenzó a leer en voz alta”.

Es ahí donde Isaías describe la maravillosa visión que Dios le dio acerca de cómo será el mundo tras el regreso de Cristo. Las palabras que el motociclista recitó fueron:

“Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora. No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento del Eterno, como las aguas cubren el mar”.

Luego hizo una pausa y, como hablando consigo mismo, dijo: “¡Espero con tantas ansias que llegue ese futuro!”.

Buenas noticias que dan esperanza

Ésa no fue la primera vez que me avergoncé por tener que reaprender la vieja lección: “no juzgues un libro por su portada”. Uno nunca puede saber, con sólo mirar a una persona, las cosas que ha experimentado en su vida. El breve comentario del motociclista reveló que claramente algo en su pasado le había inspirado un profundo deseo de un mundo mejor, un mundo de paz y seguridad, de amor a Dios y al prójimo.

Si usted hubiera estado junto a él, probablemente hubiera respondido “¡También yo!”. Sin importar dónde vivamos, cómo ha sido nuestra vida y qué cosas hayamos experimentado, sospecho que todos compartimos el mismo anhelo profundo del señor motociclista de un mundo nuevo. Y seguramente, usted ha llegado a comprender que sólo Dios puede hacer ese deseo realidad.

Leer los artículos “Usted necesita buenas noticias” y “Reaprendiendo a vivir” en esta edición me hizo recordar al motociclista en el museo. También me recordó la razón por la que publicamos la revista Discernir. Queremos brindarles a nuestros lectores un flujo constante de artículos útiles para la vida cristiana, cierto, pero nuestro principio fundamental es éste: creemos en la promesa de que Jesucristo regresará a establecer un nuevo mundo, y estamos dedicados a anunciar esa buena noticia —el evangelio del Reino de Dios— al mundo entero.

¡Esperamos que esa noticia le dé esperanza! Y esperamos que usted también “¡espere con ansias que ese futuro llegue!”.

Clyde Kilough

Editor

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