By the Way With Joel Meeker

Cómo escapar de Gustave

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El peligro que asecha en el río Ruzizi es una buena metáfora del enemigo aún más letal que todos enfrentamos.

Mientras escribo esto desde Buyumbura, la capital de Burundi en el este de África Central, puedo ver por la ventana el aparentemente pequeño lago Tanganica, que ocupa parte del gran Rift de África. Este profundo lago contiene casi el 20 por ciento del agua dulce del mundo y en su horizonte se pueden ver las montañas del Congo oriental. A pocos kilómetros de su borde desemboca el río Ruzizi, donde he visto hipopótamos y una gran variedad de impresionantes aves tropicales.

Come hombres

El río Ruzizi, sin embargo, también es la guarida de un habitante más peligroso. Su nombre es Gustave —uno de los cocodrilos más grandes que se hayan visto en el Nilo. Algunos estiman que Gustave mide más de seis metros de largo y podría pesar hasta una tonelada.

La gente de los alrededores le tiene un terror lógico; ¡se dice que ha matado a cerca de 300 personas! De hecho, cuando alguien lo ve, se transmiten advertencias por la radio local. Si un cocodrilo de ese tamaño atrapa a una persona entre sus dientes, es casi seguro que será fatal. La víctima es arrastrada al agua para ahogarla. Algunos han logrado escapar del ataque de un cocodrilo pegándole o picándole los ojos, pero una vez que el animal tiene el control, hay muy poco que hacer.

Cómo defendernos de un cocodrilo

La única defensa efectiva ante un cocodrilo tan grande es evitar los lugares donde pueda encontrarse. Los cocodrilos atacan desde abajo del agua, por lo que puede ser que no los veamos, pero ellos sí nos ven a nosotros. Mi esposa aprendió esto mientras se lavaba las manos en el río Zambeze. Le sugerí no demorarse demasiado porque “puede haber un cocodrilo”, dije. Pero ella creyó que estaba bromeando, hasta que vio los dos grandes ojos y el gesto de advertencia de nuestro guía. Eso sin duda la apresuró…

He aprendido que cuando uno está en terreno de cocodrilos, no debe pasearse a orillas del agua. Una distancia prudente es más o menos cinco metros. Tampoco debe asomarse al agua desde ningún bote, árbol o ladera, pues bajo ciertas circunstancias los cocodrilos pueden llegar a saltar el equivalente a la longitud de su cuerpo por sobre el agua para cazar una presa.

Y hay muchas más medidas de seguridad. Cuando se trata de cocodrilos, la prevención ciertamente es mejor que la cura.

Cuando el pecado es como un cocodrilo

La Biblia nos enseña a tratar al pecado —la transgresión de la ley de Dios— como a un cocodrilo: debemos evitar las situaciones en que pueda tomarnos por sorpresa. Dios le advirtió a Caín: “si no hicieres bien, el pecado está a la puerta” (Génesis 4:7). El pecado nos asecha como un enemigo letal, esperando que le demos la oportunidad de atacar.

Cuando me encuentro en tierra de cocodrilos, siempre tengo presente la orilla del agua. A veces también hago el ejercicio de preguntar “qué pasaría si…”: ¿qué pasaría si hubiera un cocodrilo aquí o allá? Lo mismo deberíamos hacer en nuestra vida espiritual: ¿qué pecado podría haber detrás de esta puerta? “El avisado ve el mal y se esconde; mas los simples pasan y reciben el daño” (Proverbios 22:3).

Como escribió Santiago: “cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte” (Santiago 1:14-15). Debemos estar alerta a nuestro alrededor espiritual y permanecer enfocados para que nada nos tome por sorpresa. Pero también debemos ser conscientes de nuestras propias debilidades y mantener una buena distancia de las situaciones que podrían hacernos caer en tentación.

Es vital ser observadores y cautelosos de nuestro ambiente y nuestras inclinaciones. Mantener una distancia prudente es la única forma de escapar de Gustave.

Joel Meeker

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