Viviendo a su imagen
La creación de la vida por Dios es sobrecogedora en su magnificencia. ¿Se ha puesto a pensar en quién es usted? En algún momento, un minúsculo óvulo humano, más pequeño que el punto al final de esta frase, se unió con un espermatozoide aún más minúsculo, y juntos contenían toda la información genética que lo produjo a usted, un ser humano único en el mundo.
Es difícil mejorar la forma en que el rey David lo expresó hace tres mil años, mientras reflexionaba en la maravilla de la reproducción humana y exaltó al Dios que la creó. “Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre”, escribió en Salmos 139:13-14. “Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado”.
Incluso los ateos se maravillan ante la complejidad y el diseño de tantas formas de vida. Pero los creyentes ven mucho más allá: la creación es testigo de la necesidad de un Creador. En otras palabras, es una de las muchas pruebas de que Dios existe. Y la vida humana, dado que fuimos hechos a su imagen, ¡es la cúspide de su creación!
El manual de instrucciones
Con tantas personas que se asombran ante la creación de la vida, es extraño —y triste— que también tantos (incluso creyentes) presten tan poca atención a una creación igual de importante: el camino de vida que Dios diseñó para nosotros.
Dios también desea que vivamos a imagen de su vida. Si Él diseñó las leyes físicas que regulan las complejidades de los cuerpos vivos, ¿no es lógico que también haya diseñado las leyes espirituales, mentales y emocionales que gobiernan la complejidad de las relaciones humanas?
De hecho, la Biblia es su manual de instrucciones para ayudarnos a comprender las reglas y la mejor manera de llevar nuestras relaciones con Dios y con otros seres humanos.
Menoscabada y atacada
Dado que la familia es la estructura base de todas las relaciones humanas, a menudo escribimos acerca de cómo fortalecer el matrimonio, el desarrollo de los niños y los lazos familiares en general. Pero una vez al año (generalmente en la edición de julio/agosto), incluimos varios artículos especialmente dedicados a la familia.
¿Por qué darle tanta importancia a este tema? Porque la santidad de la vida y de la familia está siendo menoscabada, si no directamente atacada. La mayoría del tiempo es atacada por ignorancia; pero también muchas veces el ataque es un rechazo intencional a nuestro Creador. Sea cual sea el caso, nuestro deseo es suplir la falta de conocimiento al respecto y contrarrestar estos ataques a los valores familiares.
“El principio de la sabiduría es el temor del Eterno”, escribió Salomón, “los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza” (Proverbios 1:7). Un buen ejemplo de este principio es comprender que el Séptimo Mandamiento de Dios —no cometerás adulterio— está diseñado para proteger toda la estructura familiar. Cuando los esposos se aprecian, aman y son fieles el uno al otro, se crea un ambiente de lealtad, compromiso y estabilidad crecientes que se extiende a los hijos, los nietos y la sociedad.
Otra dimensión de reproducción
Aún más hermoso y sorprendente es el hecho de que, mientras más aprendemos acerca de la familia en la Biblia, más vemos que Dios no ha terminado su creación. En realidad, el matrimonio y la familia son un modelo de la siguiente etapa milagrosa del plan de Dios. Si el milagro de la reproducción humana le parece sorprendente, ¡espere a comprender el de la reproducción espiritual!
El apóstol Juan escribió asombrado: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios… Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es” (1 Juan 3:1-2).
Ya sea que le interese la familia física o la espiritual, nos alegra que esté con nosotros buscando de aprender más acerca de la maravillosa creación de Dios y el camino que diseñó para nosotros.
— Clyde Kilough