Algunos creen que la Biblia se opone a la curiosidad. Está Eva, por ejemplo, y su experimento para ver si Dios mentía cuando les dijo que el comer del fruto del árbol prohibido les causaría la muerte. (Aunque Eva en realidad estaba más preocupada de descubrir si la serpiente decía la verdad —que comer del fruto prohibido les daría el conocimiento que Dios podía estar ocultando.)
La curiosidad de Eva arruinó su relación con Dios, cierto. Pero pensemos también en la curiosidad de Moisés al ver la zarza ardiente. Él se sorprendió y dijo intrigado: “Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema” (Éxodo 3:3). ¡Su curiosidad en este caso lo acercó a Dios!
Como tantas otras cosas, la curiosidad puede conducirnos al bien o al mal, a la vida o a la muerte.
Resultados
Albert Einstein dijo una vez: “No tengo talentos especiales. Sólo soy un curioso apasionado”.
El productor de cine Brian Grazer dijo: “La curiosidad ha sido la cualidad más valiosa, el recurso más importante, la motivación central de mi vida” (A Curious Mind: The Secret to a Bigger Life [Una mente curiosa: el secreto hacia una vida grandiosa], p. xiii).
¿Habrían ocurrido los mayores descubrimientos de la ciencia sin curiosidad? ¿Habrían los grandes artistas y genios creativos alcanzado la cúspide de sus campos sin la chispa de la duda y el gozo del descubrimiento?
Probablemente no. Pero si nuestro deseo de explorar más allá de los límites del conocimiento nos conduce al cénit de los logros humanos, la curiosidad obscena y morbosa a menudo apela a lo más profundo de nuestra maldad.
Ávidos de público, los publicistas y las páginas web se aprovechan de nuestros deseos íntimos con carnadas como:
“Este chico realizó el proyecto más genial, y posiblemente ilegal, de la historia. ¿El resultado? Extraordinario.”
“Este hombre publicó un anuncio publicitario que podría escandalizar (y asquear) a casi cualquiera.”
Tenemos que saber. Tenemos que verlo. Y aun si nos resistimos, la semilla está sembrada y no podemos evitar preguntarnos cómo será…
Clases de curiosidad
Mario Livio, astrofísico y autor de Why? What Makes Us Curious [¿Por qué? ¿Qué nos hace curiosos?], dice:
“La curiosidad tiene muchos sabores y todos son inspirados por diferentes cosas. A uno de ellos se le ha llamado curiosidad perceptual. Ésa es la curiosidad que sentimos cuando algo nos sorprende o no está de acuerdo con lo que sabemos o creemos saber. Es un sentimiento desagradable, una sensación de malestar. Es como una comezón que necesitamos rascar. Entonces tratamos de conocer la información para aliviar esa curiosidad.
“Por otro lado, también existe algo llamado curiosidad epistémica, que es un estado agradable asociado a la expectativa de una recompensa… Ésa es la curiosidad que inspira todas las investigaciones científicas”.
El doctor Livio también menciona la “curiosidad específica”, una pregunta acerca de hechos que puede responderse con una búsqueda de internet, y la “curiosidad diversiva. Ésa es la que lleva a los jóvenes a mirar sus celulares constantemente, buscando mensajes de texto que les quiten el aburrimiento” (Wharton).
Curiosidad morbosa
La curiosidad puede ser buena o mala dependiendo de lo que nos hace pensar o hacer.
La revista Psychological Science publicó un estudio donde se demuestra que “nuestra curiosidad a veces es tan poderosa que nos lleva a escoger resultados potencialmente dolorosos y desagradables que no tienen beneficios aparentes, incluso cuando tenemos la capacidad de evitar esos resultados…
“‘Así como la curiosidad llevó a Pandora a abrir la caja a pesar de las advertencias acerca de su dañino contenido, puede tentar a los humanos —a usted y a mí— a buscar información con consecuencias predeciblemente malas’, explica el autor del estudio, Bowen Ruan, de la Escuela de Negocios de Wisconsin en la Universidad de Wisconsin-Madison”.
Sin embargo, la revista Scientific American informó que, en uno de los experimentos, “los participantes a quienes se les animó a predecir cómo se sentirían luego de ver una imagen desagradable mostraron una menor tendencia a escoger ver esa imagen. Estos resultados sugieren que imaginar el resultado de satisfacer nuestra curiosidad antes de hacerlo puede ayudarnos a determinar si realmente vale la pena. ‘Pensar en las consecuencias a largo plazo es clave para mitigar los posibles efectos negativos de la curiosidad’, dice Hsee [coautor]”.
Influencias externas
Los educadores pueden encausar efectivamente el poder de la curiosidad con preguntas y pruebas de ingenio desafiantes.
Pero los publicistas de pornografía y otras cosas viles también hacen uso del poder de la curiosidad. Obviamente, queremos ver lo que está detrás de la cortina, o la bata. Naturalmente queremos saber lo que sucede después y nos es difícil resistirnos a lo emocionante, a traspasar el límite, a lo prohibido. Sentimos la comezón de saber, de entender, deseamos profundamente experimentar lo que según algunos está fuera de los límites y según otros es impresionante.
¿Cómo canalizar nuestra curiosidad natural en la dirección correcta y lidiar con las influencias externas?
Domine su curiosidad carnal
Cuando su curiosidad se esté inclinando hacia un deseo incorrecto, el chisme o cualquier otro mal.
No ceda. No deje que la atrayente imagen de ese algo indecente encuentre cabida en su mente. Siga el ejemplo del justo Job, quien dijo: “Hice pacto con mis ojos” para no mirar a ninguna mujer joven (Job 31:1).
Huya de la inmoralidad sexual (1 Corintios 6:18). No se deje seducir y no se quede pensando en lo incorrecto ni permita que su mente se llene del deseo insaciable de experimentarlo.
Considere la siguiente analogía: cuando estamos explorando en nuestro automóvil, sabemos que es sabio permanecer en el camino y obedecer las señales de tránsito. No permitimos que nuestra curiosidad nos lleve a caer a un precipicio. De la misma manera, cuando se trata de otros tipos de curiosidad debemos saber dónde ha puesto Dios las barreras y permanecer en la ruta. Mantenga su mente ocupada en los buenos desafíos y misterios que traen beneficios duraderos y no lamentos.
Cultive su curiosidad creativa
La Biblia está llena de preguntas y desafíos fascinantes. Tiene suficientes maravillas y misterios como para una vida entera ¡y mucho más!
Nunca deje de aprender. La escuela fue sólo el comienzo, y algunos creen que no uno muy bueno. El productor de cine Brian Grazer dice: “La curiosidad auténtica no se cultiva en la típica sala de clases de séptimo grado. Es inconveniente y alborotadora para el funcionamiento ordenado de la clase” (A Curious Mind [Una mente curiosa], p.14).
Obviamente, existen algunos profesores maravillosamente creativos que encienden chispas de curiosidad en sus alumnos. Pero, dependiendo de dónde y cuándo usted asistió a la escuela, es posible que necesite desaprender algunas de las formas en que la educación formal aplastó su curiosidad y frenó su creatividad. Incluso si nunca le gustó la escuela, puede reavivar el deseo y gozo puros del descubrimiento.
Cultivar la curiosidad también implica un esfuerzo mental. “Para que sea efectiva, la curiosidad debe ir de la mano con al menos dos cualidades fundamentales. Primero, la habilidad de prestar atención a las respuestas de sus preguntas… La segunda cualidad es la disposición a actuar” (A Curious Mind [Una mente curiosa], p. 9).
La curiosidad se puede aplicar positivamente en cualquier área de la vida. Ser curioso puede incluso fomentar nuestras relaciones. Preguntarnos cómo otras personas ven la vida, o realmente interesarnos por lo que han experimentado y lo que piensan, puede ayudarnos a hacer amigos y fortalecer relaciones.
La curiosidad también puede ayudarnos a conseguir un buen empleo y mejorar nuestra situación laboral constantemente. Es un ingrediente necesario para la innovación y la creatividad.
Las fronteras del conocimiento humano se están expandiendo en todas las direcciones, así que usted puede tomar la decisión de limitar su enfoque e ir hacia donde nadie más ha ido, o ampliar su perspectiva y encontrar conexiones entre diferentes áreas que nadie más ha visto.
Nunca deje de preguntar. Google es una gran herramienta, claro, pero preguntarle a un ser humano podría hacerle ver cosas inesperadas o mostrarle una nueva perspectiva. Como dijo Brian Grazer: “no se puede buscar la respuesta a una pregunta que nadie ha hecho. Y no se puede buscar una idea nueva en Google” (A Curious Mind [Una mente curiosa], p. 197).
Siga indagando, explorando y buscando mejores y más rápidas maneras de hacer las cosas. Si la necesidad es la madre de la invención, la curiosidad sana bien podría ser el padre.
Cada respuesta genera una nueva pregunta
¿Se acaba alguna vez la emoción de la curiosidad y la creatividad?
El doctor Livio dice: “La esencia de la investigación científica, pero a veces también de la contemplación artística, es que la respuesta a cada pregunta abre una pregunta nueva. A veces, la nueva pregunta es aún más intrigante que la pregunta original, por lo que puede generarle aún más curiosidad”.
La Biblia dice que nuestro amoroso Dios quiere que seamos sus hijos (1 Juan 3:1). Y ¿qué tiene Dios preparado para sus hijos?
“Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Corintios 2:9).
¡Dios ha tenido la eternidad para prepararse! ¿Se imagina una eternidad de descubrimiento, creatividad y gozo?
Ahora, tengo curiosidad: ¿qué le causa curiosidad a usted? Cuéntenos en nuestra página de Facebook.