Hablando de... Vida, Esperanza y Verdad

¡A la Vida!

En el “violinista en el tejado”, Tevye, el patriarca de una familia judía en Rusia, muy famosamente propone un brindis. Tal vez usted se acuerda de ese brindis.

Tevye alza su copita y declara, l’chayim, palabra hebrea que significa “¡a la vida!” El brindis es tremendo, pero el sentimiento más tremendo aún, y especialmente para personas que han gustado de la muerte y persecución.

¡A la vida! Le‘chayim! La bendición de vivir, de gustar de la belleza de la creación de Dios; de saborear  alimentos sanos y sabrosos que nos mantienen y dan gozo; de compartir el gozo del amor humano con el cónyuge y con los hijos. ¡Qué bendición!

Pero, ¿Cómo originó la vida humana? La inspirada palabra de Dios nos indica que el Creador sopló en las narices del ser humano el aliento de vida. “Entonces [el Eterno] Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente”. Veamos: del polvo de la tierra; era sólo una creación física. Después le dice al hombre, “pues polvo eres y al polvo volverás” (Génesis 3:19)

Pasan los años, y nos damos cuenta de algo: el tiempo pasa muy rápidamente. El salmista declara que “los días de nuestra edad son setenta años” (Salmo 90:10), aunque en el mundo de hoy muchas personas, especialmente en los países industrializados, viven más de 70 años.

Pero sea cual sea nuestra esperanza de vida, llega un momento en la vida de muchos cuando uno se pregunta “¿Es esto todo? Pero ¡ha pasado tan rápidamente! ¿Hay más?”

La contestación es un rotundo . Hay más. O por lo menos puede haber más. En otra importantísima parte de la Biblia también se habla del inicio de las cosas, y el inicio de la vida. “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”, refiriéndose a Jesucristo el Salvador. Y sigue diciendo, “en Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella”. Sí, hay un camino a una vida imperecedera, una vida que no termina en 70 años, u 80, o 90…

“A todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios, los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, sino de Dios” (Juan 1:1, 4-5, 12-13).

Sí, hay un camino a la vida, uno iluminado por el Salvador Jesucristo. Pero hay condiciones: hemos de seguir el modelo de vida, y las enseñanzas traídas a este mundo por Él. Conforme a esas condiciones, sí existe tal cosa como una vida que no tiene fin.

El mismo Jesucristo declara, “yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).

Ese camino de vida es angosto, pero no es imposible de seguir. Es el camino que exponemos aquí en vidaesperanzayverdad, y lo invitamos a leer, estudiar y considerar lo expuesto aquí. ¡Que Dios lo ilumine para que descubra el camino a la vida!

¡L’chayim!  ¡A la vida!

Para Vida, Esperanza y Verdad les habló Ralph Levy.