El quinto mandamiento dice: “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que el Eterno tu Dios te da”.
Los cuatro primeros mandamientos definen cómo quiere Dios que le mostremos amor. Este quinto mandamiento marca el comienzo de una serie de seis mandamientos que nos muestran cómo amar a otras personas—empezando desde nuestros más tempranos años en la familia.
En cierto modo, el quinto mandamiento conecta las dos secciones, ya que Dios se revela a Sí mismo como nuestro Padre amoroso. ¡Ningún padre merece tanto honor como nuestro Padre Celestial! No obstante la Biblia muestra que la humanidad, y aun aquellos escogidos para ser el pueblo de Dios, a menudo han fallado en mostrar ese honor y respeto a nuestro Dios Creador.
Dios señaló este problema tan común en Malaquías 1:6: “El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? Y si soy señor, ¿dónde está mi temor?”
Este quinto mandamiento nos ayuda a ver cómo el aprender respeto y honor en el ambiente familiar nos ayuda a prepararnos para mostrar honor a nuestro grandioso Padre Celestial.
El primer mandamiento con promesa
El apóstol Pablo reiteró el quinto mandamiento, y enfatizó que es el “primer mandamiento con promesa: ‘para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra’” (Efesios 6:2-3). Todos los mandamientos de Dios son dados para nuestro beneficio, pero éste es especialmente resaltado por Dios por las bendiciones que trae para el individuo, la familia y la sociedad en general.
Pablo abunda en este tema de relaciones familiares con mandatos tanto para los hijos como para los padres: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo” (v. 1). Una sociedad que funcione bien y las relaciones felices están basadas en el respeto y obediencia a la autoridad. Es mucho más fácil si aprendemos esto a temprana edad—y con esto evitamos tener que aprenderlo por la línea dura, en el campamento militar, la prisión o al perder el empleo. Dios quiere que aprendamos a “honrad a todos” (1 Pedro 2:17). Debemos someternos a la autoridad, “Porque no hay autoridad sino de parte de Dios” (Romanos 13:1). Esto no significa que Dios condone liderazgos represivos y de mano dura. Él responsabiliza a los padres, maestros y otros líderes y los someterá a un juicio más estricto (Santiago 3:1).
El honor no debe terminar cuando dejamos el hogar
La familia es un compromiso de toda la vida; refleja la permanencia de la relación familiar a la cual hemos sido llamados, al llegar a ser hijos de Dios. Como el apóstol Juan escribió,:“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios” (1 Juan 3:1).
Dios se propone que nosotros continuemos mostrando respeto y honor a nuestros padres aún después de dejar el hogar y tal vez aún más conforme ellos envejecen y pueden requerir ayuda y cuidado. Jesucristo mostró la hipocresía de algunos que trataban de esquivar su responsabilidad de honrar y sostener a sus padres de avanzada edad:
“¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición? Porque dios mandó diciendo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente. Pero vosotros decís: Cualquiera que diga a su padre o a su madre: Es mi ofrenda a Dios todo aquello con que pudiera ayudarte, ya no ha de honrar a su padre o a su madre. Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición” (Mateo 15:3-6).
Dios quiere que durante toda la vida, honremos y respetemos a nuestros padres.
El crucial papel de los padres
El apóstol Pablo también exhortó a los padres: “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor” (Efesios 6:4). A los Colosenses, Pablo les agregó: “…para que no se desalienten” (Colosenses 3:21). Los padres deben ser conscientes de su papel de maestros, pero deben hacerlo de una forma tal que animen y no provoquen a sus hijos.
La expresión “criadlos en disciplina y amonestación del Señor”, se explica más detalladamente en el libro de Deuteronomio. Dios les dice a los padres: “Y amarás al Eterno tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” (Deuteronomio 6:5-7).
El papel de los padres es algo fundamental y conlleva muchos retos. Merece respeto.