En esta columna hemos estado explorando las enseñanzas de Jesucristo acerca de los Diez Mandamientos. Hemos preguntado si Jesús reemplazó los Diez Mandamientos con un mandamiento más sencillo de amor y si Él reafirmó todos los diez.
Muchas escrituras que hemos examinado en estos dos últimos artículos muestran la posición del Nuevo Testamento acerca de los Diez Mandamientos. Todavía son relevantes y obligatorios para los cristianos.
Este artículo analizará este tema desde una perspectiva diferente. ¿Qué sucedería si ignoramos todas las escrituras en las que Jesús (y más tarde, los apóstoles) reafirmó los mandamientos? Dejando de lado las escrituras que respaldan en general los Diez Mandamientos (tales como Mateo 5:17-19; Juan 14:15; 1 Corintios 7:19 y 1 Juan 2:3), ¿podemos encontrar en el Nuevo Testamento respaldo para cada uno de los Diez Mandamientos en forma individual? Si aceptamos la premisa de que el mandamiento sólo es aplicable a los cristianos si ha sido reafirmado en el Nuevo Testamento, ¿estarían vigentes los Diez Mandamientos?
En este número examinaremos si el Nuevo Testamento reafirma o no los primeros cuatro de los Diez Mandamientos.
Primer Mandamiento: “no tendrás dioses ajenos delante de mí”
El Primer Mandamiento nos enseña a poner a Dios por encima de todas las cosas y a no adorar nada en lugar de Él.
Jesús dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente” (Mateo 22:37). En esencia, éste es el resumen de los primeros cuatro mandamientos y especialmente el primero. Una de las mejores formas para amar a Dios con todo nuestro ser es no poner nada —ni dioses falsos, ni personas, ni cosas— por delante de Él.
Cuando Satanás trató de tentar a Jesús para que lo adorara (lo cual habría quebrantado el Primer Mandamiento), Jesús se rehusó, porque obedecía esta ley: “Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás” (Mateo 4:10). Y Jesús hizo también otras aseveraciones que aclaraban que Dios debería ser lo primero en nuestra vida (Mateo 6:24, 33; Lucas 14:26).
El Primer Mandamiento —no tener otros dioses delante del Dios verdadero— claramente todavía debe ser obedecido por los cristianos.
Segundo Mandamiento: “no te harás imagen”
El Segundo Mandamiento nos enseña que no debemos adorar ídolos ni usar ninguna imagen para representar al Dios verdadero.
Jesús habló acerca de la intención de este mandamiento durante su conversación con la mujer samaritana en Juan 4:24: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”.
Cuando tratamos de retratar y adorar al Dios verdadero por medio de una imagen hecha por el hombre, esto siempre nos lleva a adorar a Dios en error.
Pablo estableció claramente este punto en su sermón a los atenienses en el areópago: “Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres” (Hechos 17:29). El poder y la gloria de Dios no pueden ser captados en ninguna imagen, y cualquier intento por hacerlo sólo sirve para limitar al Dios ilimitado. Pablo también escribió que los idólatras no estarían en el Reino de Dios (1 Corintios 6:9-10).
Es claro que el Segundo Mandamiento contra la idolatría todavía debe ser obedecido por los cristianos.
Tercer Mandamiento: “no tomarás el nombre del Eterno tu Dios en vano”
El Tercer Mandamiento nos enseña a tratar el nombre de Dios con honor y reverencia en lugar de blasfemar y abusar de él.
Pero, contrario a lo que algunos creen, Jesús reafirmó el mandamiento del sábado. Él no sólo fue alguien que guardaba fielmente el sábado (Lucas 4:16), sino que además declaró que el sábado fue hecho por causa del hombre y Él era, en efecto, el Señor del sábado (Marcos 2:27-28).
Jesús habló mucho acerca de la forma apropiada de hablar —lo que es parte de la intención del Tercer Mandamiento. Él nos enseñó que debíamos respetar y honrar el nombre de Dios (Mateo 6:9), no repetir vanamente las oraciones (Mateo 6:7) y no adorar en vano a Dios enseñando mandamientos hechos por hombres (Marcos 7:7). Él nos advirtió que ser descuidados con nuestras palabras nos puede llevar a la contaminación espiritual (Mateo 15:11).
El Tercer Mandamiento, diseñado para controlar una forma irreverente de hablar, claramente deber ser obedecido por los cristianos en la actualidad.
Cuarto Mandamiento: “acuérdate del día sábado para santificarlo”
En realidad, el mandamiento con el que el mundo cristiano tiene más problemas es con el del sábado. Especifica que el séptimo día de la semana debe ser un día para descansar y guardar, pero la inmensa mayoría del mundo cristiano trata el séptimo día (sábado) como cualquier otro día. De hecho, éste es el mandamiento que motiva muchos de los argumentos en contra de los Diez Mandamientos.
Pero, contrario a lo que algunos creen, Jesús reafirmó el mandamiento del sábado. Él no sólo fue alguien que guardaba fielmente el sábado (Lucas 4:16), sino que además declaró que el sábado fue hecho por causa del hombre y Él era, en efecto, el Señor del sábado (Marcos 2:27-28).
Después de su ascensión, la Iglesia primitiva continuó guardando el sábado (Hechos 13:42, 44). De hecho, fue el apóstol Pablo (que aparentemente escribió el libro de Hebreos y un hombre que muchos creen enseñó en contra del sábado) quien dijo: “por tanto, queda un reposo [guardar el sábado] para el pueblo de Dios” (Hebreos 4:9).
¿Qué sucede con los últimos seis?
Hemos examinado cada uno de los mandamientos que caben en la categoría de lo que Jesús llamó el primero y gran mandamiento. Hemos descubierto que cada uno se aplica en la actualidad y nos ayuda a amar a Dios con todo el corazón, el alma y la mente (Mateo 22:37).
¿Qué sucede con los últimos seis? En el próximo número, exploraremos cada uno de los seis mandamientos finales y veremos lo que Jesús y otros escritores del Nuevo Testamento tienen que decir de ellos.
Para profundizar más en el tema de Jesús y los mandamientos, lea: “Jesucristo y la ley”.