En nuestro último artículo, vimos que Jesucristo reafirmó cada uno de los cuatro primeros mandamientos (que nos enseñan a amar a Dios), con sus palabras y acciones.
Pero ¿qué hay de los últimos seis, donde Dios nos enseña cómo amar a los demás?
Quinto mandamiento: “Honra a tu padre y a tu madre”
Este mandamiento nos enseña a respetar y honrar a nuestros padres y, en un sentido más general, a respetar y defender la estructura familiar que Dios diseñó (Génesis 1:27-28; 2:24).
Cristo usó este mandamiento para evidenciar que, si bien los fariseos guardaban meticulosamente sus tradiciones humanas, eran mucho más descuidados con los mandamientos de Dios. “Dios mandó diciendo: Honra a tu padre y a tu madre” (Mateo 15:4), pero la tradición que los fariseos seguían, incumplía el quinto mandato, “invalidado el mandamiento de Dios” (v. 6).
Más tarde, cuando le preguntaron a Cristo qué se necesitaba para obtener la vida eterna, Él nuevamente incluyó el quinto mandamiento en su respuesta (Mateo 19:19). Además, Jesús personalmente honró a sus padres (Lucas 2:51) y cuidó de su madre (Juan 19:25-27).
El quinto mandamiento, diseñado para mantener la estructura familiar ordenada por Dios, claramente aún sigue en vigencia.
Sexto mandamiento: “No matarás”
En el sentido físico, este mandamiento nos ordena no quitar ninguna vida humana. Pero su significado espiritual va mucho más allá. Nos enseña el principio de amar y valorar profundamente a todos los seres humanos.
Cristo citó este mandamiento para ejemplificar cómo su venida magnificaba la ley de Dios (de acuerdo con la profecía de Isaías 42:21). “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio…y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego” (Mateo 5:21-22).
Es decir, Jesús no sólo confirmó el aspecto físico de este mandamiento, sino además enseñó que su significado se aplica incluso a los pensamientos.
El sexto mandamiento está diseñado para remplazar la ira y la hostilidad con el amor. Cristo explicó este punto cuando dijo que debemos amar incluso a nuestros enemigos (v. 44). Y más adelante, Juan, el amigo cercano de Jesús, escribió: “Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida” (1 Juan 3:15).
Entonces, el propósito central del sexto mandamiento es ayudarnos a desarrollar el amor de Dios, y es un mandamiento vigente en la actualidad.
Séptimo mandamiento: “No cometerás adulterio”
Este mandamiento se trata de la fidelidad conyugal y mucho más. También está diseñado para proteger la santidad de la institución divina del matrimonio y regular la sexualidad humana en general.
Cristo ratificó este mandamiento diciendo: “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5:27-28). Es más, lo magnificó aplicándolo a los pensamientos.
También citó el sexto mandamiento en una discusión sobre el divorcio, donde nos explica que casarse con una persona “divorciada”, pero que sigue casada según Dios, es adulterio (Mateo 5:32; 19:9).
Más adelante, los apóstoles también escribieron sobre la gravedad del adulterio (Gálatas 5:19; 2 Pedro 2:13-14), reforzando la evidencia de que el séptimo mandamiento aún debe obedecerse hoy.
Octavo mandamiento: “No robarás”
En resumen, descubrimos que, cuando consideramos lo que Cristo dijo, hizo y enseñó sobre cada uno de ellos, es evidente que los Diez Mandamientos siguen siendo las leyes y los principios fundamentales que Dios diseñó para regular la vida cristiana.
Este mandamiento es mucho más que una ley sobre el derecho de la propiedad privada. Su significado nos enseña que, en lugar de tomar, debemos dar.
Cristo confirmó esta ley en Mateo 19:18, y reveló su profundidad en Juan 10:10: “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. En otras palabras, Jesús vino a la Tierra para ser ejemplo de servicio y generosidad (Mateo 20:28).
También sus discípulos enseñaron este camino de vida del dar (2 Corintios 9:6-7). De hecho, el apóstol Pablo escribió: “El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje…para que tenga qué compartir con el que padece necesidad” (Efesios 4:28).
El octavo mandamiento sigue vigente hasta hoy.
Noveno mandamiento: “No dirás falso testimonio”
El espíritu de esta ley nos enseña que, en lugar de mentir, debemos siempre hablar la verdad. La palabra de un cristiano debe ser completamente cierta y confiable.
Cristo ratificó este mandato en Lucas 18:20, y en Juan 8:44, explicó que la fuente de la mentira es Satanás, “porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira”. La mentira, de hecho, contamina a las personas (Mateo 15:18-20).
Un cristiano debe seguir el ejemplo de Jesucristo y siempre hablar la verdad (Efesios 4:15, 25; 1 Timoteo 2:7). Incluso los detractores de Cristo reconocían que sus palabras siempre eran verdaderas (Mateo 22:16).
Por lo tanto, el noveno mandamiento sigue vigente en la actualidad.
Décimo mandamiento: “No codiciarás”
Este mandamiento apunta directamente a los pensamientos y las intenciones. “No codiciar” es un mandato que abarca el origen de prácticamente todos los pecados: los deseos egoístas.
Cristo describió la avaricia como uno de los “malos pensamientos” que salen del interior del hombre (Marcos 7:21-23); y cuando se le preguntó cómo determinar una disputa sobre herencia, advirtió: “Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee” (Lucas 12:15).
Ésa es la esencia del décimo mandamiento: debemos dirigir nuestros pensamientos y deseos a las cosas espirituales de Dios en lugar de las cosas físicas del mundo (Mateo 6:19-21, 33; 2 Corintios 4:18).
El apóstol Pablo además relacionó la codicia con la idolatría (Colosenses 3:5), y así, conectando el décimo mandamiento con el primero y el segundo, demostró que los Diez Mandamientos son un circuito unificado.
El décimo mandamiento debe guardarse en la actualidad.
Los Diez Mandamientos siguen en pie
En los artículos recientes de esta columna, hemos examinado los Diez Mandamientos desde diferentes ángulos. En resumen, descubrimos que, cuando consideramos lo que Cristo dijo, hizo y enseñó sobre cada uno de ellos, es evidente que los Diez Mandamientos siguen siendo las leyes y los principios fundamentales que Dios diseñó para regular la vida cristiana.
Y cuando los obedecemos, los Diez Mandamientos nos conducen a la felicidad, la paz y el éxito espiritual.
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