Los Diez Mandamientos son diez leyes que Dios, nuestro Creador, ha dado para nuestro propio beneficio; son principios que nos enseñan cómo vivir mejor en el presente y cómo agradar a Dios por la eternidad.
Como la Biblia nos revela, Dios mismo dio los Diez Mandamientos oralmente en el Monte Sinaí y los escribió en tablas de piedra con su propio dedo (Éxodo 20:1; 31:18), lo cual enfatiza la gran importancia de estas diez leyes. (Le invitamos a ver la lista completa de los Diez Mandamientos en nuestro artículo “Lista de los Diez Mandamientos”.)
Por otro lado, Jesucristo explicó que los Diez Mandamientos, al igual que todas las leyes de Dios, están basados en el atributo que mejor define la naturaleza de nuestro Creador: el amor.
¿Qué son los Diez Mandamientos? Leyes que nos enseñan a amar
Dios dió la Biblia a los seres humanos para revelar su camino de vida—el camino del amor. Y las instrucciones de los Diez Mandamientos nos enseñan cómo practicar el amor en cada aspecto de nuestras vidas.
Es por esto que Jesucristo los sintetizó en dos grandes mandamientos que encontramos en Mateo 22:37-40: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas”.
Los Diez Mandamientos amplían el significado de estos dos principios, pues los primeros cuatro mandamientos nos revelan cómo quiere Dios que lo amemos y los últimos seis nos enseñan cómo amar a los demás.
Esta conexión entre los Diez Mandamientos y el amor de Dios también es ilustrada claramente por los apóstoles.
Pablo, por ejemplo, explicó que “No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor” (Romanos 13: 9-10).Y, en 1 Juan 5:3, Juan dijo: “este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos”.
Además, Jesús reveló que obedecer los Diez Mandamientos es un requisito esencial para obtener la vida eterna (Mateo 19:16-19). ¿Por qué? Porque estas leyes fueron creadas por Dios y reflejan su manera de pensar. Si los desobedecemos, no estamos demostrando amor a Dios ni a nuestro prójimo.
Quebrantar los Diez Mandamientos causa sufrimiento y serios problemas en nuestras relaciones humanas. Y Dios, en su amor y misericordia, no daría vida eterna a quien rehúse obedecer estas provechosas leyes, pues no quiere que suframos por toda la eternidad, haciéndonos daño a nosotros mismos y a quienes nos rodeen.
¿Qué son los Diez Mandamientos? Leyes que definen el pecado
La palabra “pecado” es usada en la Biblia para describir la desobediencia a las leyes de Dios, incluyendo los Diez Mandamientos. Como leemos en 1 Juan 3:4, “Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley” (énfasis añadido).
En otras palabras, el pecado es lo opuesto a la ley de Dios—es la antítesis de su manera de pensar. Y, como ya mencionamos, el pecado solo causa sufrimiento. Es más, su consecuencia final es la muerte: “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23).
Lamentablemente, todo ser humano ha pecado alguna vez, desobedeciendo los Diez Mandamientos (Romanos 3:23; Santiago 2:10-11). Pero, gracias a la misericordia de Dios, Jesucristo estuvo dispuesto a pagar la pena de muerte que merecemos, permitiendo que nuestros pecados pasados sean perdonados por medio de su sangre cuando nos arrepentimos. Pero, ¿acaso la gracia y el perdón de Dios implican que podemos seguir haciendo las cosas que Él reprueba?
¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? (Romanos 6:1-2). “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias” (v. 12). A quienes le obedecen, Dios ha dado acceso a su poder, el Espíritu Santo, para que puedan luchar contra la tentación del pecado (Hechos 2:38; Gálatas 5:16).
Los Diez Mandamientos en el Nuevo Testamento
Los Diez Mandamientos son enumerados dos veces en el Antiguo Testamento (Éxodo 20; Deuteronomio 5), y cada uno de ellos se menciona en muchas otras ocasiones en esta primera parte de la Biblia. Sin embargo, algunas personas piensan que los Diez Mandamientos sólo podrían ser un requisito para los cristianos modernos si estuviesen enumerados en el Nuevo Testamento también.
De hecho, el Antiguo y el Nuevo Testamento están en perfecto acuerdo y tanto las leyes espirituales de Dios como su forma de pensar son inmutables (Malaquías 3:6; Hebreos 13:8).
En cualquier caso, cada uno de los Diez Mandamientos es mencionado en el Nuevo Testamento, y el conjunto de estas leyes se describe como:
- El requisito para “entrar en la vida” (Mateo 19:17-19).
- Lo necesario para ser “llamado grande en el reino de los cielos” (Mateo 5:19).
- Mandamiento “santo, justo y bueno” (Romanos 7:12)
- Ley “espiritual” (Romanos 7:14)
- “La ley real” (Santiago 2:8)
- “La ley de la libertad” (Santiago 2:11-12).
- “El amor a Dios” (1 Juan 5:3)
- Mandamientos que “no son gravosos” (1 Juan 3:5)
Si nos estamos pareciendo cada vez más a Jesucristo y estamos practicando el camino de amor de Dios, entonces estamos cumpliendo la ley (Romanos 13:8-10). Los santos—quienes entrarán en el reino de Dios—son aquellos que “guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (Apocalipsis 14:12).
Como hemos dicho, Dios nos enseña cómo amar a través de los Diez Mandamientos.
Actualmente, muchas de las iglesias cristianas aceptan que la mayoría de los Diez Mandamientos sigue siendo importante, pero también piensan que estas leyes ya no están vigentes en su totalidad. Más específicamente, se cree que el mandamiento del sábado—el día de reposo—no es aplicable a los cristianos del Nuevo Pacto. Sin embargo, el Nuevo Testamento revela que los apóstoles y la Iglesia del primer siglo siguieron guardando el sábado aun después de la muerte de Jesús.
Guardar el sábado es uno de los Diez Mandamientos que nos enseña cómo quiere Dios que le amemos. Sería imposible que conociéramos la manera correcta de amarlo y adorarlo si no nos lo enseñase Él mismo. Es por esto que en el Nuevo Testamento no solo encontramos ejemplos de cristianos guardando el sábado, sino que además se nos dice que “queda un reposo para el pueblo de Dios” (Hebreos 4:9).
Si desea más información acerca de los Diez Mandamientos en el Nuevo Testamento y la observancia del sábado por la Iglesia del Nuevo Pacto, le invitamos a leer nuestros artículos “¿Fueron los Diez Mandamientos respetados en el Nuevo Testamento?” y “¿Es el sábado un regalo para todos o sólo un mandamiento para los judíos?”.
¿Qué son los Diez Mandamientos? La ley del Reino de Dios
La Biblia nos da un mensaje muy esperanzador: esta era de desorden y pecado llegará a su fin para dar lugar al reino de Dios, el cual comenzará cuando Jesucristo intervenga y salve al mundo de la autodestrucción (Mateo 24:21-22). Cristo finalmente traerá la paz verdadera y nos enseñará cómo vivir en esa armonía que la humanidad nunca ha podido alcanzar a través de la historia.
¿Cuáles son las leyes que producirán esta paz en el Reino de Dios? Las mismas que han sido reveladas a través de la Biblia—las leyes de Dios, incluyendo los Diez Mandamientos.
Aun en el último capítulo de la Biblia, donde se habla de la nueva Jerusalén y la eternidad, se nos dice: “Bienaventurados los que lavan sus ropas [los que guardan los mandamientos de Dios], para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad” (Apocalipsis 22:14).
¡Los mandamientos de Dios son parte del camino de vida que finalmente traerá la paz eterna!
Los Diez Mandamientos escritos en nuestra mente y corazón
El propósito de Dios no es que sus mandamientos queden escritos en tablas de piedra; su deseo es escribirlos en nuestras mentes y corazones para que los recordemos y obedezcamos siempre.
Como revela Hebreos 8:7-8, lo que impidió el éxito del Antiguo Pacto entre Dios y los hombres no fueron Él o sus leyes, sino los seres humanos imperfectos que no pudieron obedecer sus mandamientos buenos y provechosos con perseverancia.
¿Cómo solucionar esto? Con el Nuevo Pacto profetizado por Jeremías. ¿En qué se diferencia éste del anterior? En que Dios prometió: “Pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré” (Hebreos 8:10, citando Jeremías 31:33).
El hecho de que los Diez Mandamientos se conviertan en parte de nosotros implica que, eventualmente, podemos llegar a pensar, sentir y actuar como el Creador de esas leyes. Y esto es en parte lo que significa tener la mente de Jesucristo (Filipenses 2:5).
Si desea conocer más acerca de los Diez Mandamientos, le invitamos a profundizar en cada uno de ellos y comprometerse a esforzarse por obedecerlos.