En la edición pasada de esta columna, hicimos la pregunta: “¿Reemplazó Cristo los Diez Mandamientos?”. Estudiamos la idea popular de que los Diez Mandamientos fueron reemplazados por un nuevo y más sencillo mandato de amar a los demás. Pero luego, demostramos que ese nuevo mandamiento en realidad no abolió a los demás, sino era un ejemplo de Jesucristo sobre cómo demostrar amor hacia otros. A fin de cuentas, el amor siempre ha sido la intención fundamental de los Diez Mandamientos.
Pero hay otro malentendido que debemos examinar: la idea de que sólo los mandamientos que Cristo ratificó explícitamente siguen vigentes.
Analicemos esta premisa y comprobemos si está de acuerdo con las enseñanzas de Jesús.
¿Era necesario que Cristo ratificara cada uno de los mandamientos?
Primero, pensemos por un momento: ¿dijo Jesucristo que sólo los mandamientos que Él mencionara específicamente seguirían vigentes? La respuesta es muy sencilla: no. Usted no encontrará ningún comentario de este tipo en los relatos de los Evangelios.
¿Dijo Jesucristo que todos los mandamientos seguirían intactos y vigentes? De hecho, sí, lo dijo. Poco después de enumerar las Bienaventuranzas, Cristo habló acerca de “la ley” y “los profetas”, explicando que no había venido para abolir los preceptos antiguos.
Desglosemos parte por parte lo que Jesús dijo en Mateo 5:17-19:
- “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir” (v. 17).
Jesucristo dijo claramente que no había venido para “abrogar” la ley. La palabra griega traducida aquí como abrogar (katalyo) también puede traducirse como “disolver”, “demoler”, “destruir” o “dejar sin fuerza”. En lugar de abolirla, Cristo vino a cumplir la ley, que significa “llenarla”, “completarla” o “ejecutarla”. No sólo Él vino a cumplir las profecías del Antiguo Testamento, sino también a cumplir perfectamente cada uno de los Diez Mandamientos y, al hacerlo, los llenó con un mayor significado y relevancia —tal como se había profetizado acerca del Mesías (Isaías 42:21).
- “Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido” (Mateo 5:18).
Cristo usó esta gráfica figura retórica para reforzar su declaración anterior. Mientras el cielo y la Tierra existan, ni el más mínimo detalle (una jota era la letra más pequeña del alfabeto, y una coma, el dígito más pequeño en la escritura) de la ley de Dios sería borrado. Esto valida cada detalle de los Diez Mandamientos. (Vea nuestro artículo en línea: “Jesús cumplió la ley: ¿cómo?”.)
- “De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos” (v. 19).
Jesús lo hizo personal cuando dijo que, si alguien conoce la verdad y enseña algo errado sobre cualquiera de los mandamientos, no estará en el Reino de Dios (compare con Mateo 5:20 y 19:17). La palabra griega aquí traducida como “quebrantar” significa perder, destruir o disolver. Lamentablemente, esta advertencia se aplica a muchos líderes cristianos actuales cuya enseñanza es que todos o algunos de los Diez Mandamientos fueron abolidos.
En estos tres sencillos pero contundentes versículos, Jesucristo afirmó que los Diez Mandamientos —todos y cada uno de ellos— seguían vigentes bajo el Nuevo Pacto.
En estos tres sencillos pero contundentes versículos, Jesucristo afirmó que los Diez Mandamientos —todos y cada uno de ellos— seguían vigentes bajo el Nuevo Pacto. Es más, su vigencia continuaría hasta que el cielo y la Tierra dejen de existir.
Más adelante en el Sermón del Monte, Jesús mencionó dos mandamientos específicos (no matar y no adulterar) para enseñar una lección sobre su trasfondo espiritual (Mateo 5:21-30). Obviamente, el resto de los mandamientos también tiene un profundo significado espiritual, pero Cristo sólo habló de dos en esa ocasión.
Jesús recita los mandamientos
A pesar de esta clara enseñanza bíblica, algunos siguen afirmando que, si Cristo no mencionó un mandamiento explícitamente, su relevancia es cuestionable. Analicemos ahora la conversación que tuvo en cierta ocasión con un “hombre principal”.
El hombre le preguntó a Jesús: “¿qué haré para heredar la vida eterna?” (Lucas 18:18). Él respondió que el punto de partida básico era guardar los mandamientos, y luego enumeró cinco de los Diez Mandamientos: “No adulterarás; no matarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre” (v. 20).
Pero, si sólo enumeró cinco de ellos, ¿significa que el resto de los mandamientos fueron abolidos? De ser así, implicaría que:
- Podemos poner a cualquier dios antes que al Dios verdadero (Éxodo 20:3).
- Podemos hacernos y adorar ídolos de lo que queramos (vv. 4-5).
- Podemos injuriar el nombre de Dios y usarlo en vano a nuestra voluntad (v. 7).
- Podemos trabajar en el día de reposo, que es el sábado (vv. 8-11).
- Podemos codiciar (v. 17).
Lamentablemente, esto es lo que algunos enseñan en la actualidad, pero casi siempre con el objetivo específico de desacreditar sólo uno de estos cinco mandamientos: la observancia del sábado.
Las palabras de Cristo en Mateo 5 comprueban que esta idea es errada. ¿Ignoró Cristo parte de los Diez Mandamientos al nombrar sólo cinco de ellos? ¡Claro que no!
En la siguiente edición, seguiremos estudiando el tema y veremos que el Nuevo Testamento sí ratifica específicamente cada uno de los Diez Mandamientos de Dios.
Recuadro: ¿Por qué Jesús mencionó sólo cinco mandamientos?
En su conversación con el hombre principal rico, Cristo dijo que era necesario obedecer los mandamientos y luego enumeró cinco de los Diez Mandamientos (Lucas 18:18-20). ¿Por qué lo hizo? Esta es una posible respuesta.
No sabemos exactamente en qué sentido el hombre era un “principal”, pero pudo haber sido parte de los fariseos (quienes estaban a cargo de las sinagogas). Los fariseos habían creado sus propios mandamientos, los cuales eran muy gravosos, y en ocasiones incluso hacían que la gente desobedeciera a Dios. A Cristo no le agradaban estas leyes, y de hecho las llamaba “mandamientos de hombres” (Marcos 7:6-7).
Entonces, al enumerar algunos de los Diez Mandamientos, Cristo estaba aclarando cuáles mandamientos se requieren para obtener la vida eterna: los Diez Mandamientos de Dios, y no las engorrosas leyes farisaicas.
Pero, ¿por qué eligió específicamente estos cinco ejemplos (adulterio, homicidio, robo, mentira y honrar a los padres)?
Uno de los mayores problemas con la ley de los fariseos era que a menudo provocaba el abuso o maltrato de los demás. Por ejemplo, en Mateo 23 Cristo los reprendió por poner cargas innecesarias en la gente (v. 4), abusar de las viudas (v. 14), olvidarse de la justicia y la misericordia (v. 23), e incluso ser cómplices del asesinato de gente justa (vv. 34-35). En otro lugar, además los increpó por inventar un tecnicismo que los liberaba del cuidado de sus padres ancianos (Marcos 7:11-13).