La frase “mi verdad” se está volviendo cada vez más popular en nuestra cultura. Pero ¿qué significa exactamente? ¿Existe “mi verdad” realmente?
“Estoy hablando mi verdad".
¿Ha escuchado a alguien decir esto? Esta expresión, a menudo usada con mucha convicción, es el estandarte de lo que se conoce como el movimiento de “mi verdad”, que ha surgido en los últimos años.
Aunque cada vez es más popular, esta tendencia social está llena de ambigüedades. Si hace una búsqueda rápida en Google de la definición de “mi verdad”, encontrará variadas explicaciones y perspectivas. Así que surge la interrogante: ¿qué es verdad acerca del concepto de “mi verdad”?
Analicémoslo respondiendo cuatro preguntas:
- ¿Qué es?
- ¿Qué significa?
- ¿De dónde proviene?
- ¿Qué produce?
¿Qué es “mi verdad”?
No existe una sola definición de “mi verdad”. Sin embargo, en general se asume que este concepto alude a las creencias y opiniones de un individuo en particular. Cada persona tiene experiencias únicas y saca conclusiones acerca de la vida a partir de esas experiencias.
“Mi verdad” es lo que yo creo que es verdad con base en mi propia perspectiva y experiencias. Asimismo, “su verdad” es lo que usted concluye que es cierto según su perspectiva y experiencias.
¿Qué significa “mi verdad”?
Esto puede parecer lógico en la superficie. Después de todo, todos venimos de diferentes familias y contextos, vivimos en diferentes lugares, conocemos a diferentes personas y tenemos diferentes experiencias. Es natural que veamos las cosas de forma diferente.
Pero ¿es eso lo que realmente quieren decir los defensores del concepto de “mi verdad”?
Según el movimiento, dado que todos somos únicos, lo que es verdad para una persona puede no serlo para otra. Esto nos lleva a otra idea mucho más peligrosa: que la verdad es relativa y no existen los absolutos.
¿De dónde viene “mi verdad”?
Aunque la expresión “mi verdad” es bastante nueva, el concepto no lo es. De hecho, es sospechosamente similar al relativismo, que se volvió popular durante los siglos XIX y XX. El Diccionario Cambridge define el relativismo como “la creencia de que la verdad, lo correcto y lo incorrecto sólo pueden definirse en relación a otras cosas y nada puede ser verdadero o correcto en todas las situaciones”.
Entender la verdad implica aceptar una premisa fundamental: Dios define lo que es verdad. Él es el árbitro definitivo de lo correcto e incorrecto.
Vocabulary.com también dice que, según el relativismo, “no hay una verdad absoluta, sólo las verdades que una persona o cultura en particular creen”. Los relativistas morales defienden la idea de que los humanos están calificados para determinar lo que es correcto e incorrecto por ellos mismos en la mayoría de los casos.
Pero ¿es así?
En Génesis 3:4-5, Satanás engañó a Eva con una mentira seductora y peligrosa: “No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de [el árbol de la ciencia del bien y del mal], serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal”.
Con astucia, Satanás le prometió a Eva que tendría el conocimiento y la autoridad que le pertenecían sólo a Dios. La tentó con la idea de que Dios estaba siendo injusto al restringir a los humanos su habilidad para diferenciar lo bueno de lo malo. Y, lamentablemente, Eva le creyó.
Desde el principio, la humanidad cayó en la trampa de creer que podemos decidir lo que es bueno y malo por nosotros mismos, sacando a Dios de en medio. Es a partir de esta falsa creencia que se originó el concepto de “mi verdad”.
¿Qué produce la actitud detrás de “mi verdad”?
Veamos tres consecuencias naturales de tener esta actitud:
Múltiples fuentes de verdad
La mentalidad detrás del concepto de “mi verdad” lleva a las personas a considerar sus propias creencias e ideas como la fuente principal de la verdad. Y cuando todos hacen lo mismo, el resultado son múltiples fuentes de verdad.
Si todos tienen la capacidad de determinar lo que es correcto e incorrecto, ¿cómo saber cuándo las creencias de una persona son más válidas que las de otras? Este fenómeno crea confusión y oscurece la verdad.
Conflicto
La idea de que cada persona debería tener su versión de la verdad inevitablemente conduce al conflicto, especialmente cuando la “verdad” de alguien contradice la de alguien más. La posibilidad de que cada uno puede y debe definir su verdad suena ideal hasta que esas “verdades” se contraponen.
El efecto “sabio en [nuestra] propia opinión”
Defender “mi verdad” implica no ver más allá de nuestras propias vidas y perspectivas cuando establecemos nuestras creencias. Esto hace que nos consideremos “[sabios] en [nuestra] propia opinión”, que nos creamos mejor informados, más competentes y más calificados de lo que realmente somos (Proverbios 3:7).
Si la mentalidad de “mi verdad” tiene resultados tan negativos, ¿hay una mejor alternativa?
¿Qué es la verdad?
Primero, necesitamos determinar qué es la verdad, en oposición a “mi verdad”.
La diferencia es muy simple: “mi verdad” es lo que yo creo con base en mis ideas y experiencias. La verdad es lo que el Creador, quien lo sabe todo, proclama como cierto. Juan 17:17 lo dice claramente: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad”.
Para estudiar este importante pasaje con más profundidad, vea nuestra entrada de blog “Tu palabra es verdad”.
¿Qué significa la verdad?
Entender la verdad implica aceptar una premisa fundamental: Dios define lo que es verdad. Él es el árbitro definitivo de lo correcto e incorrecto.
Y una vez que reconocemos que la Palabra de Dios es la verdad, debemos tomar una decisión crucial: ¿nos aferraremos a nuestras propias nociones de la verdad o alinearemos nuestras creencias con la Palabra de Dios? ¿Adoptaremos la verdad del Creador como nuestra?
Esto requiere que sometamos nuestros pensamientos y creencias a Dios, adoptando su definición de la verdad y sus estándares de correcto e incorrecto. Puede sonar sencillo, pero requiere de mucha fe, humildad y esfuerzo.
Cuando nos sintamos tentados a mantener nuestras propias ideas para definir lo correcto y lo incorrecto, debemos decidir conscientemente confiar en Dios y no apoyarnos en nuestro propio entendimiento. Para más información acerca de la verdad absoluta, lo invitamos a leer: “¿Qué es la verdad?”.
¿De dónde viene la verdad?
A diferencia de “mi verdad”, la verdad proviene de una sola fuente. Esto permite que sea íntegra y fiable a lo largo del tiempo.
Esa única fuente es la Biblia.
En 2 Timoteo 3:16-17 leemos: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”.
Dios inspiró directamente las Escrituras como la única fuente de verdad en todas las épocas: pasado, presente y futuro.
La Palabra de Dios, siempre ha sido, siempre es y siempre será la verdad. Las palabras de la Biblia siguen proclamando la verdad y equipándonos para toda buena obra.
¿Qué produce la verdad?
Analicemos tres beneficios de aceptar la verdad de Dios como nuestra verdad:
Discernimiento
En 1 Juan 4:1, el apóstol nos anima a “[probar] los espíritus” para ver si están de acuerdo con la verdad de Dios. Incluso en los tiempos de Juan, la cultura estaba plagada de ideas que contradecían la verdad de Dios. Hoy en día enfrentamos una situación similar y necesitamos evaluar con cuidado lo que escuchamos o leemos.
Afortunadamente, la Biblia nos brinda las herramientas para discernir la verdad de las mentiras. Nos da un estándar claro para evaluar el sin número de creencias e ideas con que podemos toparnos.
Paz
Una infinidad de ideas incompatibles inevitablemente produce confusión y ansiedad. En cambio, la simplicidad de la verdad produce paz. La Biblia dice: “la verdad os hará libres” (Juan 8:32). Esto implica muchas formas de libertad, incluyendo la paz que proviene de poner fin a la interminable búsqueda de la verdad en diferentes fuentes a menudo contradictorias.
En un mundo de conflictos provocados por diferentes creencias y opiniones, es reconfortante saber que hay una fuente de verdad independiente y superior a todas. Como explica Isaías 26:3, “Tú [Dios] guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado”.
Para aprender más acerca de la libertad que proviene de la verdad de Dios, le invitamos a leer “Y la verdad os hará libres”: el significado de Juan 8:31-32”.
Humildad
La mejor manera de evitar ser sabios en nuestra propia opinión es reconocer lo poco que comprendemos acerca de la verdad sin la ayuda de Dios. Reconocer que somos incapaces de discernir lo que es correcto e incorrecto por nosotros mismos requiere de una humildad sincera y necesaria.
Como dice Proverbios 11:2, “Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra”. Insistir en nuestras propias creencias cuando no están de acuerdo con las de Dios es una manifestación de orgullo. Pero, como continúa el versículo: “con los humildes está la sabiduría”. En lugar de elevar nuestras ideas al nivel de la verdad, debemos ir humildemente ante el Creador y la Fuente de toda la verdad para pedir su guía y sabiduría.
La próxima vez que escuche a alguien decir que está diciendo la verdad, tómese un momento para analizar si sus palabras son acordes a la verdad o no.
Después de todo, la verdad de Dios es la única verdad que importa.