¿Qué necesitaban hacer los gentiles para convertirse en cristianos? La conferencia de Jerusalén de Hechos 15 resolvió esta transcendental controversia. ¿Cómo fue cambiada la ley?
Cuando los gentiles (aquellos que no eran de descendencia israelita) querían ser parte de la Iglesia de Dios, la Iglesia inicialmente siguió el modelo judío de cómo ellos permitían que los gentiles se convirtieran en prosélitos al judaísmo. Este proceso requería que los varones fuesen primero circuncidados.
La circuncisión física era de gran importancia para todos los descendientes de Abraham, pues Dios mismo la estableció como un requerimiento para el padre de la fe y su descendencia. “Este es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: Será circuncidado todo varón de entre vosotros. Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros. Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones; el nacido en casa, y el comprado por dinero a cualquier extranjero, que no fuere de tu linaje” (Génesis 17:10-12).
Dios personalmente ordenó esto a Abraham, a quien todos los israelitas respetaban profundamente. Aun ahora es fácil comprender por qué este era un tema tan importante para los cristianos judíos. Parecía evidente que los gentiles debían circuncidarse si querían iniciar una relación con Dios a través de su pacto. No obstante, a menudo lo que parece obvio para la mente humana es incorrecto a los ojos de Dios, pues sus pensamientos son diferentes a los nuestros (Isaías 55:8-9).
La visión de Pedro y la conversión de Cornelio
Si bien la Iglesia del Nuevo Testamento estaba formada sólo por judíos en un principio (Hechos 2:1-5), Dios reveló al apóstol Pedro a través de una visión y un evento milagroso que su plan era llamar a los gentiles también. Este relato se encuentra en Hechos 10 y 11, donde Pedro explica esta a la Iglesia en Judea lo que Dios le había revelado.
Dios intervino directamente en la conversión de un gentil llamado Cornelio, su familia y algunos de sus amigos, lo cual fue un evento de gran importancia. Con el fin de demostrar su intención de llamar a los gentiles a su Iglesia bajo un Nuevo Pacto, Dios incluso dio a Cornelio su Espíritu Santo aun antes de que Pedro lo bautizara. Esto difiere de la manera normal en que Dios da su Espíritu a las personas, es decir, después del bautismo. Pero lo hizo de esta manera para que la Iglesia cambiara los requerimientos impuestos a los gentiles en el pasado. Para más información sobre la visión de Pedro, consulte “¿Fue ley de animales limpios e inmundos abolida por la visión de Pedro de Hechos 10?”.
Una discusión hostil
Luego de encontrarse con Cornelio y su casa y bautizarlos, Pedro regresó a Judea, donde fue imputado por un grupo de judíos enojados (posiblemente miembros de la Iglesia de Dios) que no comprendían por qué había convivido y comido con gentiles (Hechos 11:2-3). Incluso, Pedro mismo, cuando le pidieron una visita por primera vez, recordó a quienes estaban reunidos en la casa de Cornelio que la ley judía le prohibía juntarse con gentiles (Hechos 10:28). Sin embargo, Dios ordenó al apóstol que se reuniera con ellos de todas formas (Hechos 10:19-20).
Al escuchar esta historia, los miembros de la Iglesia de Judea al parecer comprendieron la situación. “Entonces, oídas estas cosas, callaron, y glorificaron a Dios, diciendo: ¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida!” (Hechos 11:18).
Pablo y Bernabé
Luego de la experiencia que Pedro tuvo con Cornelio y su casa, Pablo y Bernabé viajaron durante aproximadamente tres años a lo largo de Galacia estableciendo congregaciones formadas tanto por judíos como por gentiles (Hechos 13-14). Convencidos de que el rito físico de la circuncisión había sido reemplazado por el requerimiento más importante de la circuncisión del corazón (Jeremías 4:4; Romanos 2:29), Pablo y Bernabé no requerían que los varones gentiles fueran circuncidados.
Ellos ensañaron que la circuncisión física había sido anulada en favor de una exigencia espiritual mucho más demandante, la supresión de la naturaleza humana que se rebela contra el camino de vida de Dios (Romanos 8:7). En otras palabras, si una persona desea ser un hijo de Dios, debe sufrir una transformación interna a través de lo que la Biblia llama “arrepentimiento” (El arrepentimiento es el primer paso para recibir el Espíritu Santo, seguido del bautismo, la imposición de manos y, finalmente, la oración de un ministro. Para más información, consulte la categoría de Preguntas y Respuestas Bíblicas “El proceso de conversión”). Las enseñanzas y el esfuerzo de Pablo y Bernabé fueron bendecidos por Dios, quien llamó a muchos judíos y gentiles a formar parte de su Iglesia.
Hechos 15
Esto nos lleva ahora a la controversia de Hechos 15: “algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos. Como Pablo y Bernabé tuviesen una discusión y contienda no pequeña con ellos, se dispuso que subiesen Pablo y Bernabé a Jerusalén, y algunos otros de ellos, a los apóstoles y a los ancianos, para tratar esta cuestión” (Hechos 15:1-2).
En esta Escritura no se menciona quiénes fueron los que generaron esta controversia. Debido al impacto de su opinión, es probable que estas personas hayan sido miembros de la Iglesia de Dios influyentes. ¡Su convencimiento de que la salvación dependía de la circuncisión física causó gran controversia entre los gentiles! E incluso generó polémica entre los creyentes judíos, pues se les recordó acerca del pacto que Dios había hecho con Abraham.
En apoyo de esta postura a favor de la circuncisión, algunos fariseos que ahora eran miembros de la Iglesia expresaron su preocupación respecto a la fidelidad a “la ley de Moisés” (Hechos 15:5). Debemos analizar algo que confunde a mucha gente con respecto a esta ley. Las leyes que Moisés entregó al pueblo de Israel no fueron creadas por él mismo, sino por Dios. Quienes sugieren que “la ley de Moisés” se opone a “la ley de Dios” pasan por alto esta verdad evidente.
Es posible que estas personas se estuvieran refiriendo a otras leyes además de la circuncisión, pero, dado que la palabra griega traducida como “ley” (nomos) se utiliza para cualquier tipo de ley, es imposible asegurarlo. El uso de esta palabra no permite diferenciar si se hablaba de los diez mandamientos, la ley de la circuncisión, las leyes civiles que Dios dio al pueblo de Israel cuando los gobernaba o, incluso, las leyes romanas. Sin embargo, podemos saber con seguridad sobre qué ley debatían los miembros de la Iglesia y el ministerio en base a Hechos 15:1: la ley de la circuncisión.
En el versículo 7, vemos que, tras una larga discusión en cuanto a esta ley, Pedro se puso de pie y les recordó lo que Dios había revelado a través de la conversión de Cornelio y su casa, agregando que era Dios quien decidía a quién llamar, dar arrepentimiento y dar su Espíritu santo.
En esencia, Pedro dijo “no nos corresponde a nosotros ni a ningún ser humano decidir cómo se llega a la conversión. Solo Dios puede hacerlo”. Luego, advirtió a los líderes de la Iglesia sobre ser cuidadosos de no poner sobre los gentiles “un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar” (v. 10).
Las palabras de Pedro hicieron callar a la multitud, que luego escuchó con atención los milagros que Dios había hecho con los gentiles a través de Pablo y Bernabé (v. 12). En seguida, Santiago, pastor de la Iglesia en Judea y que aparentemente director la conferencia, dio a conocer el veredicto final de la Iglesia con respecto al tema.
El veredicto oficial en Hechos 15
La circuncisión física no se consideraría como un requerimiento para que un gentil formara parte de la Iglesia de Dios. La declaración de Santiago fue mandada a todas las congregaciones de la Iglesia de Dios: “Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre. Porque Moisés desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas, donde es leído cada día de reposo [Sábado]” (Hechos 15:19-21).
Como un aparte, algunos se preguntan por qué se hace referencia a la idolatría, inmoralidad sexual, estrangulamiento y sangre. Todas estas prácticas estaban relacionadas con costumbres religiosas practicadas anteriormente por los gentiles que estaban siendo llamados a la Iglesia. Los líderes de la Iglesia querían que los gentiles supieran que la regla acerca de la circuncisión no quería decir que se fueran a aceptar estos ritos paganos dentro de la Iglesia.
Debemos anotar para aquellos que no son conscientes de que la Iglesia de Dios guardaba el séptimo día, el sábado, que tanto los judíos como los gentiles cristianos se estaban reuniendo todos los sábados.
La parte de Pablo fue de mucha ayuda para respaldar lo que Pedro había explicado. Más importante aun, en Hechos 15 Pablo no dijo nada en contra de guardar los 10 mandamientos. Vale la pena recalcarlo porque muchos en la actualidad tratan de utilizar los escritos de Pablo como si éstos fueran contrarios a la ley de Dios. Todo en el ejemplo de Pablo en Hechos es un respaldo de los 10 mandamientos, incluyendo el sábado semanal.
En conclusión, la conferencia de Hechos 15 respalda los mandamientos de Dios. La única ley (o tradición) que se cambió fue el requisito de la circuncisión física para comenzar una relación con Dios a través de su pacto. Pero ni siquiera este cambio fue hecho en base a una decisión humana. Los líderes de la Iglesia de esa época simplemente reconocieron y publicaron lo que Dios había revelado al apóstol Pedro algunos años antes. La circuncisión física fue remplazada por un requisito del Nuevo Pacto aun más estricto, que es la circuncisión del corazón tanto para hombres como para mujeres.