El libro de 2 Samuel abarca los 40 años de reinado del rey David. Esto dio comienzo a la época dorada de Israel, un tiempo de crecimiento y avance sin precedentes.
El libro de 1 Samuel termina con la muerte de Saúl, lo que dejó a la nación de Israel con un vacío de liderazgo y bajo continua amenaza por parte de sus vecinos, los filisteos. Sin embargo, 2 Samuel empieza contando la historia de cómo David empezó su sucesión al trono y como con el tiempo las tribus que estaban desperdigadas se unieron para convertirse en una sola nación.
David: el segundo rey de Israel
Israel pasó de ser una nación en donde “cada uno hacía lo que bien le parecía” (Jueces 21:25) a una nación unificada bajo el liderazgo de un rey que era conforme el corazón de Dios (Hechos 13:22). La opresión por parte de las naciones extranjeras eventualmente terminó, y muchas de las naciones que lo rodeaban empezaron a pagarle tributo a Israel, en lugar de que Israel les pagara tributo a ellos.
La historia de Israel bajo el mando de David tuvo sus desafíos. En El resumen del Antiguo Testamento, los escritores William LaSor, David Hubbard y Frederic Bush escribieron: “el paisaje de estos capítulos es un escenario de picos y valles. Con justicia, vigor y patetismo los años de David en Jerusalén son relatados como una serie de nobles éxitos y errores profundos. Dos preguntas fundamentales dominan la escena: (1) ¿Cómo le irá a la monarquía? (2) ¿Quién va a suceder al afamado rey?” (p. 183).
Hay muchas cosas buenas que decir acerca de la vida personal de David y de su reinado, pero también hubo momentos en su vida en que fue tentado por el pecado. Sus buenas y malas acciones están registradas en la Biblia para que nosotros aprendamos y nos beneficiemos personalmente de los incidentes que ocurrieron durante su mandato.
Veamos la siguiente cita del Manual de la Biblia de Halley: “teniendo en cuenta todas las cosas, David fue una gran personaje. El hizo cosas que estuvieron muy mal, pero, para un rey de Oriente, fue un hombre memorable. Él estaba dedicado a Dios y a sus caminos, en alma y corazón. En un mundo de idolatría y en una nación que constantemente se apartaba hacia la idolatría, David se mantuvo como una roca ante Dios. En cada circunstancia de la vida, él fue directo a Dios, en oración, dando gracias o en alabanza” (p. 188).
Debido a su adoración a Dios de todo corazón, David fue bendecido con riquezas y se convirtió en el rey más importante de todos los que gobernaron a Israel. El pueblo de Israel experimentó un período de bendiciones y prosperidad a nivel nacional, debido a su liderazgo justo y efectivo. Está claro que David no era un usurpador, sino que fue Dios quien lo puso en el trono, un hecho que toda la nación reconoció eventualmente (2 Samuel 5:1-3).
Cuando murió después de 40 años de ser rey y gobernante, 1 Crónicas 29:28 dice: “Y murió en buena vejez, lleno de días, de riquezas y de gloria”.
Resumen de 2 Samuel
Los estudiosos dividen el libro en diferentes esquemas, a continuación les mostraremos un resumen sugerido.
1. Los primeros años del reinado de David (capítulos 1-4)
· La reacción de David ante la muerte de Saúl y Jonatán.
· David es hecho rey de Judá.
· Guerra civil; Is-boset, el hijo menor de Saúl es asesinado.
2. David, rey sobre todo Israel (capítulos 5-12)
· El arca es traída a Jerusalén.
· Las victorias de David: derrota de los edomitas, filisteos y la alianza sirio/amonita.
· El adulterio de David con Betsabé.
· El profeta Natán es enviado a David; el arrepentimiento de corazón por parte de David.
3. David y la rebelión de su hijo Absalón (capítulos 13-20)
· La venganza de Absalón contra su medio hermano Amnón.
· La rebelión de Absalón; David huye de Jerusalén.
· Absalón es asesinado; el dolor de David y las consecuencias de la rebelión.
· Joab da muerte a Amasa.
4. Registro de los acontecimientos durante el reinado de David (capítulos 21-24)
· El hambre y la guerra.
· Dos salmos de David.
· Los valientes de David
· Las últimas palabras de David. (Su muerte está registrada más adelante en 1 Reyes 2:10-12.)
· El censo del ejército y la plaga que lo siguió.
Las promesas de Dios acerca del trono de David
Cuando David descansó de sus enemigos (7:1), Dios hizo un pacto perpetuo e incondicional con David. Dios prometió que iba a haber una dinastía inquebrantable sentada en el trono de David gobernando sobre los hijos de Israel. Incluso si David, su sucesor Salomón y el pueblo de Israel desobedecían, Dios los iba a corregir pero nunca rompería su promesa.
Veamos varias escrituras que se refieren a estas promesas:
- 2 Samuel 7:16: “Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente”.
- 1 Reyes 2:4: “jamás, dice, faltará a ti varón en el trono de Israel”
- 1 Crónicas 22:10: “El edificará casa a mi nombre, y él me será a mí por hijo, y yo le seré por padre; y afirmaré el trono de su reino sobre Israel para siempre”.
- Salmos 89:3-4: “Hice pacto con mi escogido; Juré a David mi siervo, diciendo: Para siempre confirmaré tu descendencia, Y edificaré tu trono por todas las generaciones” (ver también los versículos 27-28).
Esta promesa incondicional a David se repite y se repite y tiene implicaciones importantes en los acontecimientos mundiales de los últimos tiempos. Cientos de años después, el profeta Jeremías menciona la promesa davídica cuando se refiere a las circunstancias que rodean la segunda venida de Cristo.
Dios le dijo a Jeremías que Él le iba a mostrar “cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jeremías 33:3) acerca de acontecimientos en el futuro: “No faltará a David varón que se siente sobre el trono de la casa de Israel” (Jeremías 33:17).
Ésta es una repetición de la promesa de Dios, que a partir de Salomón, los descendientes de David siempre gobernarían en su trono a través de todas las generaciones. Esta promesa se ha venido cumpliendo a través de los descendientes modernos de las 12 tribus de Israel, y finalmente se va a cumplir a través de Jesucristo, que va a regresar a la Tierra a reclamar: “Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin” (Lucas 1:32-33).
La vida de David
La vida de David se puede dividir en los siguientes períodos:
1. La juventud de David
David era el menor de ocho hermanos, rubio y bien parecido (1 Samuel 16:12). Fue bendecido con habilidades musicales y fue inspirado para componer numerosos salmos, como están registrados en el libro de Salmos. Siendo el menor, fue enviado a cuidar las ovejas de su padre. Con valentía, mató a un oso y a un león que atacaron sus ovejas.
2. Su servicio en la corte de Saúl
Durante el tiempo en que Saúl fue atormentado por un espíritu maligno, David fue llamado para que tocara música suave para intentar tranquilizar la atormentada mente de Saúl.
La Biblia relata el momento en que el padre de David lo envío a averiguar por el estado de sus hermanos que estaban en el ejército. Fue durante esta visita al campo de batalla que David aceptó el desafío de Goliat para pelear y lo mató.
3. Sus años como fugitivo
La paranoia de Saúl lo llevó a querer matar a David, entonces David huyó al desierto donde se le unió un grupo diversos de hombres afligidos y descontentos (1 Samuel 22:2). David perdonó a Saúl en más de una ocasión. Él reconoció que Dios había puesto a Saúl en el trono, y se rehusó a tomar justicia por sus propias manos, incluso habiendo sido ungido por Samuel como el sucesor de Saúl. En cambio, esperó pacientemente a que Dios depusiera a Saúl del trono.
Aunque los hombres de David lo animaban para que matara a Saúl, él se rehusaba: “El Eterno me guarde de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido del Eterno, que yo extienda mi mano contra él; porque es el ungido del Eterno” (1 Samuel 24:6). Esta actitud es tan diferente a la de los individuos egoístas con hambre de poder que irían muy lejos con el fin de alcanzar posiciones de dominio.
4. Los reyes de Judá
Después de la muerte de Saúl, David fue escogido por la tribu de Judá para que fuera su rey, reinando desde Hebrón durante siete años. Las demás tribus eligieron a Is-boset, el hijo de Saúl, como rey. Durante los años siguientes se incrementó la guerra civil entre los dos grupos, y finalmente Is-boset y el general del ejército Abner, fueron asesinados.
5. Rey sobre todo Israel
Después de la muerte de Is-boset, todas las tribus de Israel le pidieron a David que gobernara sobre ellos. Después él libró exitosas guerras frente a los filisteos. Tomó control de la fortaleza jebusea en Jerusalén, haciendo de ella la capital y llevó el arca de Dios allá.
El reinó en Jerusalén los siguientes 33 años y murió a la edad de 70 años.
Lecciones de la vida de David
El libro de 2 Samuel registra muchas lecciones de la vida del rey David. Tengamos en cuenta a continuación algunas de ellas.
El efecto dominó del pecado
Una tarde mientras caminaba sobre la terraza de su casa, David, vio una hermosa mujer que se estaba bañando en otra casa. Cometió el error de no controlar sus pasiones; y quebrantando el Séptimo Mandamiento, cometió adulterio. La historia de David y Betsabé es bien conocida.
Cuando Betsabé se dio cuenta que estaba embarazada, David trató de encubrir su pecado. Pero como no tuvo éxito, entonces él cometió un pecado atroz al ordenar que Urías, el esposo, fuera asesinado en el campo de batalla. Aunque David trató de ocultar lo que había ocurrido, es posible que algunas personas en la nación se hubieran enterado acerca de este suceso.
Nada permanece oculto para Dios, y Él era muy consciente de los pecados de David: “Mas esto que David había hecho, fue desagradable ante los ojos del Eterno” (2 Samuel 11:27). Ésta es una importante lección que debemos tener presente en nuestra vida. El apóstol Pablo advierte: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Corintios 10:12). Dios está pendiente de nuestros pensamientos y acciones todos los días.
El pecado no debería ser tomado a la ligera, de una manera frívola. Desafortunadamente, el entretenimiento popular describe el pecado como algo atractivo y seductor. La Biblia muestra que el pecado es la causa de la miseria humana, el sufrimiento, el dolor y finalmente la muerte (Romanos 6:23).
El pecado de David tuvo un efecto dominó y le causó dolor y tristeza a otras personas, incluyendo a su propia familia (2 Samuel 12:10-12, 14). El bebé de David y Betsabé murió poco después de haber nacido, y dos de los otros hijos de David murieron prematuramente. Su hija Tamar fue abusada sexualmente.
Es necesario que tengamos en cuenta seriamente lo siguiente: ¡este sórdido acontecimiento comenzó con un pensamiento que no se controló y se dispersó como un cáncer! No sólo afectó a David, también afectó a otras personas. Como el apóstol Pablo escribiera en 2 Corintios 10:5, necesitamos llevar “cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”.
El sincero arrepentimiento de David
Dios no quiere que nosotros pensemos que por ser rey, David iba a escapar al castigo por sus pecados. Dios no hace acepción de personas (Hechos 10:34), y mandó al profeta Natán para que confrontara a David. El profeta relató una historia y con un giro inteligente en los detalles, hizo que él reconociera la gravedad de sus trasgresiones (2 Samuel 12:13).
¿Por qué?
El arrepentimiento de David no es la tristeza según el mundo de la cual advierte el apóstol Pablo en 2 Corintios 7:9-10, fue sincera y de corazón. Estaba profunda y sumamente afectado por haber defraudado a Dios. Él le suplicó a Dios misericordia y clamó: “Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos” (Salmos 51:4). Estaba devastado por lo que había hecho en contra de Dios. Entender esto es vital, ya que esto marca la diferencia entre que nuestros pecados sean o no perdonados.
¿Cuál es nuestra reacción cuando pecamos? ¿Nos preocupamos más por lo que la gente piense de nosotros o por lo que Dios piense de nosotros? Esta actitud de arrepentimiento según Dios es clave para el crecimiento espiritual (2 Corintios 7:11).
Podemos ser vencedores
Cristo dice: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono” (Apocalipsis 3:21). Los vencedores son los que van a gobernar con Cristo a su regreso (Apocalipsis 2:26-27). La vida cristiana tiene que ser una vida de victoria sobre el pecado, levantándonos una y otra vez cuando caigamos. Mientras mostremos la voluntad de aplicar las verdades de Dios en nuestra vida, Él nos dará la fuerza para que ganemos nuestras batallas espirituales.
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