3 aspectos para entender el por qué Dios nos disciplina
La disciplina es un elemento importante en la formación del carácter de las personas. ¿Qué es la disciplina de Dios y cómo favorece a nuestras vidas?
Hebreos 12:6
"Porque el Señor al que ama, disciplina".La disciplina es una herramienta necesaria para alcanzar logros en cualquier ámbito de la vida, y se estimula por medio de la voluntad humana, en el desarrollo de hábitos como en el trabajo, la perseverancia y la autogestión personal. Sin embargo, la disciplina es mucho más que eso.
Entender la disciplina como un elemento de gran valor en la vida, debe ser parte de nuestro interés, sobre todo en estos tiempos en que los valores morales se están perdiendo en favor de nuevas tendencias que favorecen a la falta de disciplina.
¿Qué es la disciplina de Dios?
La disciplina de Dios, manifestada en la Biblia, se refiere a un proceso de rectificación, corrección y enseñanza, que busca moldear el carácter de una persona. La disciplina de Dios tiene como objetivo ayudarnos a tener su carácter perfecto en nosotros. También para que crezcamos en fe y profundicemos nuestra relación con Él.
Dios inspiró a sus profetas para que nos muestren las limitaciones que tenemos en cuanto a ejercer la disciplina. El profeta Jeremías escribió: “Conozco, oh Eterno, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos. Castígame, oh Eterno, más con juicio; no con tu furor, para que no me aniquiles” (Jeremías 10:23-24).
Como podemos apreciar en esta escritura, debe ser nuestro deseo aceptar la disciplina de Dios, por medio del buen entendimiento, porque cuando no le obedecemos, nos corrige y “azota a todo el que recibe por hijo” (Hebreos 12:6).
La disciplina de Dios es algo positivo para nuestras vidas, ya que en toda su Palabra está integrada. Él nos alienta a que aceptemos la reprensión y la corrección, tal como dice Proverbios 27:5, cuando dice: “mejor es reprensión manifiesta que amor oculto”.
¿Por qué nos disciplina Dios? A continuación, se muestran tres aspectos a considerar:
1. Dios nos disciplina porque nos ama
El gran propósito que tiene su disciplina es hacernos ver que Dios nos ama. Esto queda claro cuando Él mismo lo manifiesta en su Palabra al decir: “Porque el Señor al que ama, disciplina” (Hebreos 12:6). Por lo tanto, la falta de disciplina es una demostración de falta de amor. Como “Dios es amor”, y en su amor nos disciplina, también nos recomienda que no “menospreciemos la disciplina del Señor”.
Debe ser nuestro deseo aceptar la disciplina de Dios, por medio del buen entendimiento, porque cuando no le obedecemos, nos corrige.
Por lo tanto, la disciplina de Dios, siempre será positiva, al igual que beneficiosa, ya que nos trata como a hijos amados y nos recomienda que la soportemos, para que así podamos alcanzar la santidad, que es el requisito indispensable para obtener la salvación.
Por el amor que nos tiene, Dios busca, a través de su disciplina, Dios espera que seamos moldearnos a su semejanza.
A diferencia de la disciplina humana, que a menudo puede ser injusta, la disciplina divina es perfecta, justa y siempre tiene un propósito positivo.
2. Dios nos disciplina para que seamos obedientes
Como todo padre que conoce a sus hijos, Él puede distinguir quién le obedece y quién no, y nos disciplina cuando no le obedecemos.
Tomando en cuenta que Dios ofrece bendiciones por la obediencia, igualmente dice que vendrán maldiciones por la desobediencia y su oferta siempre ha sido clara para quienes desean vivir de acuerdo a sus mandamientos. Deuteronomio 30:19 dice: “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia”.
Dios nos recomienda escoger la vida y el bien, lo mismo que todo padre desea de sus hijos. Él así lo destacó claramente en Deuteronomio 30:9-10: “Y te hará el Eterno tu Dios abundar en toda obra de tus manos, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu bestia, y en el fruto de tu tierra, para bien; porque el Eterno volverá a gozarse sobre ti para bien, de la manera que se gozó sobre tus padres, cuando obedecieres a la voz del Eterno tu Dios, para guardar sus mandamientos y sus estatutos escritos en este libro de la ley; cuando te convirtieres a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma”.
Como padre amoroso, Dios corrige la desobediencia y trata de evitar que su hijo se desvíe y genere dolor para su vida. Nos corrige porque es nuestro Padre: “Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos” (Hebreos 12:8).
El relato de la vida de Cristo nos señala que sufrió tentaciones y aflicciones, pero sin pecado. La palabra de Dios destaca la actitud de nuestro Señor. “Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia” (Hebreos 5:8). Cristo creció en obediencia y sujeción cuando fue probado y pasó por sufrimiento.
Dios desea lo mejor para nosotros, y en su infinito amor nos corrige y nos disciplina para que aprendamos a obedecerlo. Su deseo es que aceptemos la disciplina de buen agrado y con eso podamos crecer en obediencia y respeto hacia Él y hacia los demás.
3. Dios nos disciplina porque quiere que tengamos un buen futuro
Cuando hemos sido corregidos probablemente no lo encontramos agradable, pero si lo aceptamos en la forma correcta, producirá frutos muy beneficiosos para nuestra vida:
La Biblia dice: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Proverbios 22:6). Estas palabras nos ayudan a comprender que hay una edad apropiada para corregir a nuestros hijos y tendremos la garantía de que seguirán haciendo el bien hasta que sean ancianos.
Cuando hemos sido corregidos probablemente no lo encontramos agradable, pero si lo aceptamos en la forma correcta, producirá frutos muy beneficiosos para nuestra vida: “Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados” (Hebreos 12:11).
Es probable que cuando estemos en dificultades, nos entristezcamos por el dolor y la pérdida que a veces vienen por la corrección. Así pasó con el rey David. Sin embargo, él no se reveló a la disciplina de Dios, ni guardó resentimiento. David aceptó la disciplina de Dios y la valoró: “Conozco, oh Eterno, que tus juicios son justos, y que conforme a tu fidelidad me afligiste (Salmo 119:75).
Dios nos cuida con mucho amor. Él desea que le obedezcamos con el propósito de recibir el galardón ofrecido. Él desea que produzcamos “fruto apacible de justicia”.
Sí. La disciplina es una de las formas en que Dios nos hace producir fruto y se alegra cuando la aceptamos y valoramos.
La disciplina hace bien
El libro de Hebreos menciona lo siguiente: “Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado” (Hebreos 12:12-13).
La disciplina de Dios es una manifestación de su amor para los que le obedecen. Es un acto de su carácter santo y perfecto. Él nos disciplina porque nos ama como un padre ama a sus hijos, y no nos puede dejar sin disciplina, porque quiere que sus hijos ordenen sus pasos y vivan rectamente. Debemos estar agradecidos de que Dios nos disciplina por amor y con amor.
Fecha de publicación: Septiembre 13, 2024