Aprendiendo a caminar
Jesucristo desarrolló una vida activa, de abundante ejercicio físico. Como cristiano, ¿está usted siguiendo sus pisadas?
Las enfermedades abundan por doquier. Algunas de ellas se transforman en afecciones de larga duración y por lo general, de progresión lenta. Si se inventase una píldora que le permitiera mejorar su peso, su sistema cardíaco, su salud general y que le permitiera también mejorar su sistema inmunológico, ¿cuánto pagaría por tal pastilla?
El ejemplo de Jesús
La mayoría de quienes están leyendo este artículo quieren con sinceridad ser discípulos de Jesucristo. ¿No sería entonces adecuado ver qué tipo de vida llevó Él y tratar de imitar su ejemplo? Después de todo, la Biblia dice. “El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo” (1 Juan 2:6). Una de nuestras nuevas secciones en la revista Discernir es: “Andar como Él anduvo”. Pero, ¿cómo “anduvo” Jesucristo? Una respuesta simple sería… ¡a pie!
Es claro que el versículo implica todo un estilo de vida en obediencia y sujeción a Dios y su ley, pero la respuesta “simple”, y con un poco de humor, que acabamos de dar, también es verdadera.
Nuestro cuerpo fue diseñado para estar en movimiento. No podemos estar quietos totalmente. Esta sociedad nos invita a estar inactivos y sedentarios y eso no es correcto.
Hay muchas maneras de decirle a nuestro cuerpo que lo respetamos, y de hacerle percibir nuestras ganas de vivir. La mejor manera consiste en permitirle practicar aquello para lo que fue diseñado por el Creador: la actividad física.
El doctor Don Colbert escribió un libro llamado: ¿Qué comería Jesús? En él, describe la dieta de Judea del primer siglo y cita varios versículos para saber qué se comía en aquella época. Este médico, preocupado por la salud y el bienestar en general, también dedica un capítulo entero a responder la siguiente pregunta: “¿Hacía ejercicio Jesús?” En este capítulo afirma: “¡Cuando Jesús anduvo en la tierra, la mayor parte de la gente caminaba entre cinco y quince kilómetros diarios!” (¿Qué comería Jesús?, Edit. Caribe-Betania, p. 159).
Hay muchas maneras de decirle a nuestro cuerpo que lo respetamos. La mejor manera consiste en permitirle practicar aquello para lo que fue diseñado por el Creador: la actividad física.
Cuando Jesús era muy pequeño debió caminar desde Egipto a Nazaret, unos 650 kilómetros. Durante toda su vida en Nazaret viajaba desde allí a Jerusalén en las tres temporadas de fiestas bíblicas: la Pascua, Pentecostés y Tabernáculos. La distancia es de aproximadamente 150 kilómetros (dependiendo del camino que se tome). No había trenes, ni automóviles ni buses. Todos estos viajes eran a pie o en un animal, como el burro. Durante su ministerio, Jesús hizo viajes frecuentes a varias partes de Israel… caminando. ¿Quiere usted andar realmente cómo él anduvo?
El señor Arthur Blessitt, líder religioso protestante, consiguió mapas que mostraban los caminos que recorrió Jesús. Calculó en unos cinco mil kilómetros los que caminó durante su ministerio público. “Agregó a esta cifra los kilómetros desde Egipto a Nazaret, así como los que Jesús anduvo desde Galilea a Jerusalén, y obtuvo un total de unos 32.5oo kilómetros que quizás Jesús caminó durante su vida” (Ibid, p. 160).
Los beneficios de caminar
Quienes se dedican a estudiar los beneficios de caminar no dejan de quedarse perplejos por los enormes beneficios para la salud, que implica mantenerse en actividad física regular.
El doctor David Servan-Schreiber era un médico y neurocientífico francés que fue diagnosticado con un tumor cerebral maligno a los 31 años de edad. Su muerte fue predicha a suceder en cuestión de meses. Sin embargo, vivió 20 años desde su diagnóstico y se convirtió en una figura líder en la lucha integral contra el cáncer. Escribió que el ejercicio físico “estimula de forma directa los mecanismos de regulación y defensa que nos ayudan a luchar contra el cáncer” (p. 292, Edit. Espasa). Afirmó que el ejercicio físico “hace que nuestra fisiología mejore en conjunto. En primer lugar, reduce la cantidad de tejido adiposo, el principal almacén de toxinas cancerígenas en los seres humanos” (p. 293). Aunque verse sin sobrepeso tiene efectos positivos a nivel psicológico, toda la salud puede verse muy fortalecida si usted comienza una rutina constante de ejercicio físico.
“En la Universidad de Pittsburgh la doctora Devra Lee Davis, directora del Centro de Oncología y Medio Ambiente, describe el exceso de grasa como el vertedero de toxinas del cuerpo humano. Según ella, cualquier forma de actividad física que nos sirva para reducir grasas, llevándose con ella la acumulación de sustancias contaminantes, es el primer método para desintoxicar el organismo” (Ibid, p. 293).
¡No queremos ofender a nadie! Entendemos que hay problemas reales que hacen que algunas personas tengan sobrepeso y estén limitadas en la práctica del ejercicio físico, pero ése no es el caso de la mayoría de los que leen este artículo. Considere con atención y haga su propia investigación de este asunto. Somos propensos a poner excusas, pero tampoco queremos que éste sea su caso.
¡Considere! Caminar reduce los factores de riesgo coronario, regula la presión alta, los triglicéridos en la sangre, y el colesterol LDL (malo). “Investigadores en un estudio observaron a más de ochenta y cuatro mil enfermeras durante ocho años. Las mujeres que hacían ejercicio regular tenían 54 por ciento menos riesgo de ataques cardíacos y derrames cerebrales que las sedentarias. Estudios similares con hombres han producido resultados similares” (Colbert, Don, p. 162). También, el ejercicio físico ayuda a prevenir la diabetes y mejora la capacidad corporal de usar la insulina. “Las personas que se ejercitan con regularidad disminuyen el riesgo de contraer diabetes tipo II en casi un 300 por ciento” (Ibid, p. 162).
Una esperanza mejor
Pablo escribió que “el ejercicio físico trae algún provecho” (1 Timoteo 4:8, NVI). A continuación, el versículo compara la “vida presente” con la “vida venidera” y señala que la “piedad”, es decir, una vida en armonía con las leyes espirituales y eternas con Dios, tiene beneficios no solamente para esta vida física sino también para la eternidad. El “ejercicio físico” le servirá —y enormemente—, en esta vida física. Pero si usted está siendo llamado por Dios a seguir su camino, la sorprendente promesa de Dios incluye un cuerpo “espiritual” (1 Corintios 15:35-50).
Para la mayoría de personas uno de los ejercicios más benéficos es caminar, que es la manera en que el Mesías se ejercitaba en esta tierra.
Lamentablemente, ahora usted tiene un cuerpo físico, al que Pablo llama “terrenal” (v. 40). También se le llama “cuerpo animal” (v. 44). Aunque es nuestra responsabilidad cuidar este cuerpo actual, tanto animales como seres humanos tenemos cuerpos que se corrompen y mueren. “Todo va a un mismo lugar; todo está hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo” (Eclesiastés 3:20). Pero hay otros cuerpos que no son de “carne y sangre”. Observe: “Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción” (1 Corintios 15:50).
Hay cuerpos incorruptibles (v. 52), que también son llamados “espirituales” (v. 44) y “celestiales” (v. 48). Ese cuerpo espiritual se hereda a través de una resurrección (Sepa más sobre los distintos tipos de resurrecciones). ¿Cómo ser partícipe de esa resurrección a cuerpo inmortal? Hemos preparado una infografía donde explicamos paso a paso cómo llegar a esta resurrección a vida eterna. También queremos ofrecerle, sin costo ni compromiso de su parte, el folleto gratuito “Cambie su vida”.
Haga lo que debe hacer
Una vida de comida y sedentarismo, es decir, vivir de acuerdo a los parámetros de la sociedad moderna, es un camino seguro a las enfermedades, al cáncer y a una muerte prematura. El camino de vida de Dios debe ser uno de “vida abundante” (Juan 10:10). Es un estilo de vida activa, feliz y en obediencia a los mandamientos de Dios.
Jesucristo hacía regularmente abundante ejercicio físico. Para la mayoría de personas uno de los ejercicios más benéficos es caminar, que es la manera en que el Mesías se ejercitaba en esta tierra. ¿Le interesa a usted su salud? Comience con caminatas a buen ritmo, una tres veces por semana. Haga ejercicio físico, tome un poco de sol y de aire fresco.
Aprenda a cambiar su forma de vida con algo simple. Programe actividades físicas sencillas y comience progresivamente, pero sea perseverante. Busque asesoramiento profesional si lo cree necesario. Cuando de ejercicio físico se trata, haga lo que deba hacer y manténgase haciéndolo… y vuélvalo a hacer con constancia.
Aun así, en este portal de Vida, Esperanza y Verdad, le mostramos, incluso, un camino superior que no sólo le traerá beneficios físicos a su cuerpo. En este portal le mostramos el camino hasta llegar a tener un cuerpo completamente nuevo, espiritual, incorruptible y divino. ¿Considerará usted el camino hacia la vida eterna?
Fecha de publicación: Diciembre 2, 2021