Chile en una crisis social sin precedentes
En Chile hay motivos para pensar que el aparente modelo económico cubre todas las necesidades de sus ciudadanos, pero no es así. Hasta ahora, ha sido un país en que la macroeconomía ha sido ejemplar, pero la distribución de esa “estabilidad” ha sido exageradamente desigual.
Durante este último tiempo en varias partes de Latinoamérica hemos estado viviendo una reiterada violencia. Las redes sociales se han vuelto el canal para la gestación de todas las protestas en varias partes del mundo.
En nuestro continente, la ola de protestas empezó en Brasil, casi desde el mismo momento de la elección del presidente Jair Bolsonaro. Luego hubo el evento de los “cacerolazos” en Argentina, que duró varios meses, debido a las medidas financieras del presidente Macri, que dispararon la inflación y depreciaron los sueldos. En Ecuador, el “paquetazo”, inició con las protestas de transportistas por el alza a los combustibles, que luego se convirtió en un gran movimiento popular indígena. Perú generó mucha incertidumbre democrática con la clausura del Congreso y finalmente en Chile, con el alza del costo del transporte ha provocado las mayores protestas sociales en décadas.
Chile y el descontento social
Como dice una frase que surgió en Chile en estos días, en relación al alza del pasaje: “No son 30 pesos, son 30 años”. El aumento de 30 pesos (0,041 US$) en el transporte fue solamente el detonante para el estallido social de un pueblo cansado de injusticias en los últimos 30 años. Durante los últimos 11 días, la inestabilidad e incertidumbre se han apoderado de Chile. La violencia estalló con los incendios a la red de estaciones del tren subterráneo en Santiago. Fue tal el impacto que ocasionó este hecho, al parecer concertado, que fue la mecha que comenzó a prender las alertas de muchos estamentos sociales que sintieron que éste era el momento para manifestarse.
Lamentablemente las manifestaciones sociales se han prestado para que unos pocos se aprovechen de la situación para generar destrucción, hurtos y desorden.
Esto llevó al presidente Sebastian Piñera a decretar el estado de emergencia dictado para todo el país, el cual concluyó el pasado domingo.
El viernes de hace una semana fue un día importante para muchos en Chile, ya que se llevó a cabo la mayor concentración popular en la historia. Ésta reunió a más de un millón de personas. Muchos se fueron de allí esperanzados. Pero la paz del país no ha llegado todavía.
Hoy las manifestaciones siguen y no hay tregua para un descontento generalizado. Lo extraño en el caso chileno fue que nadie previó el alcance que esto podría llegar a tener, considerando que Chile era uno de los “mejores países de la zona” y con la mayor estabilidad económica.
Uno de los países con mayor desigualdad
En Chile hay motivos para pensar que el aparente modelo económico cubre todas las necesidades de sus ciudadanos, pero no es así. Hasta ahora, ha sido un país en que la macroeconomía ha sido ejemplar, pero la distribución de esa “estabilidad” ha sido exageradamente desigual.
En la marcha del viernes 25 de octubre, llamada “La marcha más grande de Chile”, la consigna que más se repitió fue que en este país hay un crecimiento constante de la desigualdad.
María Luisa Méndez, académica de la Universidad Católica e investigadora principal de Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social, señaló que el trabajo muestra las bases históricas de la desigualdad.
Como ejemplo, ella indica cómo está estructurada la concentración de la riqueza en Chile: el 1 por ciento de la población acumula el 25 por ciento de la riqueza generada en el país.
El estudio incluye, además, que a esto hay que sumarle la baja movilidad social, es decir: “Si se nace en el 10 por ciento más pobre, existe una alta probabilidad que los hijos seguirán siendo pobres, aunque estudien y se preparen”. Las oportunidades de prosperar evaden a los pobres y no son justas para todos. Especialmente en Santiago la competitividad es muy grande y a la vez injusta.
El economista serbio-estadounidense Branko Milanovic, quien trabajó dos décadas en el Banco Mundial y que es experto internacional en desigualdad, se refirió al estallido social que ocurre en Chile. El mencionó que: “Los ricos de Chile tienen el ingreso de los ricos de Alemania; pero los pobres de Chile tienen el ingreso de los pobres de Mongolia”. Esta desigualdad exagerada es el centro del problema.
La falta de equidad
Quizás una de las cosas que más dejan entrever los datos de la desigualdad social entre los más ricos y los más pobres en Chile, tenga que ver con un concepto ya casi no utilizado: la equidad.
Que existan diferencias en las sociedades es algo normal, pero que existan asimetrías tan grandes, muestra la falta de buen juicio en quienes producen la riqueza y en quienes gobiernan. También muestra falta de justicia entre quienes distribuyen la riqueza y esto origina una casi total ausencia de equidad, la cual se ve reflejada en las grandes brechas que genera esta diferencia.
La Palabra de Dios señala claramente que el juicio, la justicia y la equidad deben caminar juntos para dar origen a un gobierno correcto.
La equidad no es lo mismo que igualdad. Equidad es la cualidad que consiste en no favorecer en el trato a una persona perjudicando a otra. Lamentablemente la equidad evade a casi todas las naciones, incluido Chile. En muchos países, en forma simultánea, están dando la lucha para disminuir la brecha. En Hong Kong hay muchas revueltas en la sociedad. Los “chalecos amarillos” en Francia. En Barcelona, Ecuador, Bolivia, el Líbano, Argelia, Irak y otros países, están claramente señalando que el modelo económico de este mundo está colapsando.
La causa de los problemas
La Palabra de Dios señala claramente que el juicio, la justicia y la equidad deben caminar juntos para dar origen a un gobierno correcto. Sin embargo, para obtener estas cualidades y saberlas administrar es necesario acercarse al verdadero Dios. Hoy los gobernantes de este mundo desconocen las leyes de Dios y abiertamente las rechazan. Desconocen, a veces a propósito, el gobernar con justicia a quienes los elijen.
Dios menciona que “Él provee de sana sabiduría a los rectos; es escudo a los que caminan rectamente. Es el que guarda las veredas del juicio… Entonces entenderás justicia, juicio y equidad, y todo buen camino” (Proverbios 2:7).
Lamentablemente las sociedades actuales funcionan en base a un precepto inoculado en las mentes de casi todos los que quieren alcanzar el poder. Me refiero a la mentalidad del obtener. En el mundo actual casi nadie piensa en los demás. La avaricia y el privilegio de unos pocos han hecho del mundo algo tremendamente desigual.
Jesucristo, cuando vino por primera vez, supo de la egoísta capacidad del hombre y de su deseo de sólo obtener. Él vio la naturaleza del hombre a fondo y les dijo lo que deberían hacer: “A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva. Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo. Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto. Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos” (Lucas 6:30-35).
Estos principios morales y espirituales se aplican a ambos lados de la escala: a los gobernantes y a los gobernados, a los ricos y a los pobres.
Estas palabras parecen difíciles de practicar en este mundo, pero Jesucristo estaba dando en el blanco del corazón de los de los seres humanos.
El juicio recto y la equidad ya vienen
La excelente noticia que podemos compartir a través de Vida Esperanza y Verdad es que la Palabra de Dios muestra un futuro lleno de esperanza para todos nosotros. Dios nos muestra que debemos tener confianza en el futuro. Su Palabra está llena de promesas de verdadera justicia y equidad para todos.
Jesucristo está pronto a venir nuevamente y Él gobernará como ningún ser humano lo ha hecho. Él gobernará la Tierra primero por un periodo de 1.000 años. En todo este periodo no existirán disturbios ni manifestaciones en la búsqueda de la igualdad social, porque la ley de Dios estará en vigor por todas partes. Ésta es una ley justa y de verdadera equidad.
Lo que le falta a este mundo ya está pronto a solucionarse. Usted, ¿qué espera? Acérquese a la verdad de Dios. En el libro de Jeremías Dios menciona: “No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy el Eterno, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice el Eterno” (Jeremías 9:23).
Fecha de publicación: Noviembre 1, 2019