El empoderamiento de la mujer y sus efectos
Los países occidentales han promovido medidas para que las mujeres tomen mayor liderazgo en el ámbito laboral, en sus familias y en la sociedad. ¿Quién debe asumir el rol de líder y de proveedor principal en el hogar, según la Biblia?

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La corriente actual del empoderamiento económico femenino, impulsa a las mujeres a trabajar por su independencia económica, en ocasiones con el objetivo de asumir el liderazgo de sus familias. Existen programas sociales promovidos por organizaciones internacionales como la ONU y la OIT y por entidades privadas, como el Banco Interamericano de Desarrollo, que se enfocan prioritariamente en fomentar el desarrollo económico de la mujer, a través de su participación y liderazgo en las empresas y en las familias.
El desarrollo económico de la mujer y su contribución a las finanzas de la familia en realidad es algo positivo y muchas veces necesario. Esto puede ser de gran apoyo para el hombre de muchas formas: en tiempos de escasez, cuando el esposo está limitado en sus capacidades para trabajar y generar ingresos, el aumento de la canasta familiar por inflación de precios, etcétera. Sin embargo, los efectos de impulsar el empoderamiento femenino, está logrando no sólo mejores oportunidades para que las mujeres aumenten sus ingresos, sino también una tendencia social que resalta a veces exageradamente el liderazgo que las mujeres pueden llegar a tomar en la familia.
Pero meditemos un momento.
Quizás usted también conoce algunos hogares donde la mujer es quien consigue generar más ingresos económicos que el hombre… lo cual está bien. Sin embargo, en muchos casos esto hace que dichas damas se sientan “empoderadas”. Creo que hay una gran diferencia entre una mujer talentosa, diligente y trabajadora, que puede contribuir a la familia con más dinero que su esposo, y aquella que busca ganar más dinero que su cónyuge con el deseo de asumir el liderazgo de la familia.
Liderazgo de la familia
En 1 Corintios 11:3 leemos lo siguiente: “Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo”.
El liderazgo de la familia ha sido encomendado por Dios al varón y esto no puede ser negociable en base a ninguna corriente filosófica humana por más inclusiva que parezca. Así como aceptamos que Cristo es el líder del varón, y que Dios el Padre lidera sobre Cristo, Dios ha designado al varón para que sea líder sobre su mujer.
El liderazgo de la familia ha sido encomendado por Dios al varón y esto no puede ser negociable en base a ninguna corriente filosófica humana por más inclusiva que parezca.
Por supuesto que esta aseveración tiene dos elementos: que el varón sea el líder proveedor y amoroso y que la mujer respete a su marido.
Este es un tema complicado de tratar debido al concepto que este mundo ha plasmado por todos lados en relación al matrimonio y a la familia.
La corriente del empoderamiento femenino va más allá de querer mejorar la economía de la mujer, porque persigue, en esencia, que ella tome el liderazgo de la familia y que el varón sea disminuido en todos los sentidos. El problema no es de ninguna manera el nivel de ingresos que puede generar una mujer, sino la motivación de asumir el liderazgo en el hogar, por encima del hombre.
Lamentablemente, el hombre que provee, protege y dirige a su esposa e hijos, también está perdiendo su esencia y como consecuencia también está perdiendo relevancia ante las ideas acérrimas de igualdad de género, que pugnan por una igualdad de roles entre ambos sexos, en una sociedad que avanza hacia la “equidad y la justicia”.
¿Qué nos enseña la Biblia sobre la importancia de que el hombre cumpla su rol de líder y proveedor en la familia?
Liderazgo de amor
Tristemente, muchas familias en el mundo viven bajo la ausencia del liderazgo de un padre. La corriente del empoderamiento femenino surgió, en gran parte, como una medida de urgencia ante la falta de liderazgo apropiado de un hombre. La figura de la mujer proveedora, protectora y líder de su familia cobró fuerza ante el abandono voluntario del hombre sobre los roles que Dios le encomendó. Lo que inició como una situación excepcional para la mujer, que se veía forzada a atender las necesidades básicas de su familia, fue luego aceptado como un estilo de vida normal, hasta convertirse en una forma de vivir.
Ser líder de la familia es mucho más que asumir la posición de tomar decisiones importantes. Este rol implica ser siempre el primero en servir a las necesidades de la familia, tal como Jesucristo lo hace por su Iglesia (Efesios 5:22-24). El liderazgo del hombre en la familia debe estar motivado por llegar a cumplir los estándares de amor y cuidados que Dios tiene sobre su Iglesia.
El apóstol Pablo señala, en su carta a la iglesia en Éfeso, dos responsabilidades grandes que Dios da a los esposos para ser los líderes de su hogar: “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella (Efesios 5:25)”.
Existen muchas definiciones de “amor”, pero el amor del que se habla, es el de Cristo hacia su Iglesia. Según el Diccionario de Merriam-Webster, este amor es “una preocupación leal, sin egoísmo y benevolente por el bien del otro”. También dice que Cristo se dio a sí mismo por la Iglesia. Entregarse a sí mismo por la esposa -y en segundo lugar por los hijos- puede sonar muy tierno y romántico, pero este acto de entrega involucra mucho más que sólo emociones. Es el compromiso que los esposos debemos tener de ser los primeros en sacrificar nuestro tiempo y fuerzas, a fin de atender las necesidades de la familia.
El hombre debe esforzarse genuinamente por amar y cuidar a su esposa e hijos, teniendo en cuenta los estándares que Dios ha establecido en su Biblia
Estas son algunas preguntas que pueden ayudarnos a los hombres a meditar sobre nuestro compromiso de “dirigir” a nuestras familias como Dios lo pide:
- ¿Hablamos periódicamente con nuestra esposa para asegurarnos de que sus necesidades y las de la familia están siendo atendidas?
- ¿Invertimos más tiempo y esfuerzo que ellas para lograr satisfacer las necesidades económicas del hogar?
- ¿Nos preocupamos por el bienestar emocional y físico de ella y de nuestros hijos?
El hombre debe esforzarse genuinamente por amar y cuidar a su esposa e hijos, teniendo en cuenta los estándares que Dios ha establecido en su Biblia. Que el hombre se aleje de esta forma de liderazgo o, peor aún, que lo abandone, es presionar a la mujer a que asuma este rol injustamente y sea arrastrada por ideas extrabíblicas como el empoderamiento femenino. No debemos confundir la diligencia y el ánimo que una mujer pone en su trabajo para contribuir económicamente a las necesidades de la familia, con la falta de responsabilidad que conlleva, a veces, cuando el hombre deja de liderar a su familia apropiadamente.
El rol de proveedor
La familia necesita que alguien desarrolle adecuadamente la labor de proveer para sus necesidades físicas. Actualmente puede parecer irrelevante quién lo haga. Tanto el hombre como la mujer podrían ocuparse de esta tarea indistintamente. Sin embargo, Dios ha establecido que el hombre sea quien cumpla el rol de proveedor para su familia, con el propósito de enseñar al matrimonio la relación que Jesucristo quiere tener con su Iglesia (Efesios 5:32-33).
El apóstol Pedro también exhorta a los esposos a vivir sabiamente con sus esposas. En 1 Pedro 3:7, se compara el cuidado que el esposo debe tener por su esposa con el cuidado del “vaso más frágil” y luego en relación con su potencial de coherederas de la vida eterna. Estas comparaciones sugieren que los esposos deben cuidar de sus esposas con suma delicadeza y atención, proveyéndoles de alimento, vestido, vivienda y todo lo que sea necesario para su correcto desarrollo. Esta responsabilidad abarca también el cuidado de los hijos, cuando los haya.
El apóstol Pedro también exhorta a los esposos a vivir sabiamente con sus esposas.
Obviamente pueden existir situaciones excepcionales que le impidan al esposo cumplir con su rol de proveedor de la familia. Por ejemplo, cuando su salud física esté comprometida y eso lo límite para trabajar. Sin embargo, el hombre tiene la responsabilidad delante de Dios de hacer todo lo posible para asegurar las necesidades básicas de su familia. Dejar, deliberadamente, que la mujer se ocupe de ello, pudiendo hacerlo él, hará que el matrimonio y la familia sufran de alguna manera.
El rol de proveedor del hombre en la familia es tan importante que cuando se toma a la ligera Dios lo sanciona duramente: “porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo (1 Timoteo 5:8)”.
El empoderamiento femenino no puede producir un liderazgo a la manera de Dios. El hombre fue llamado por Dios para ser el líder y proveedor de la familia.
Renunciar a este liderazgo y procurar directa o indirectamente que la mujer cumpla este rol, traerá problemas al matrimonio y a la familia.
Dios le ha dado al hombre y a la mujer roles especiales en la familia. Usted puede aprender más sobre lo que dice la Biblia acerca de estos roles leyendo nuestros artículos El papel del hombre y El papel de la mujer.
Fecha de publicación: Mayo 16, 2025