Enemigos de la fe: el temor
Por Ted Japhet
Debemos conocer quiénes son nuestros enemigos para poder defendernos de ellos. La Biblia nos advierte acerca de un temor que puede perjudicar nuestra fe e impedir nuestro crecimiento espiritual.
¿Por qué teméis?
“Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron. Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía. Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza” (Mateo 8:23-26, énfasis añadido).
Viendo la terrible tormenta desde su perspectiva humana, ellos tenían muchas razones para tener miedo. Pero Jesús les demostró que, si hubieran tenido más fe, recordarían que Dios creó el viento y las olas y que tiene control total sobre ellos. La fe habría calmado sus temores.
Según el Diccionario del patrimonio americano, el temor es “un sentimiento perturbador y muy desagradable causado por la presencia o la inminencia de peligro” o “reverencia extrema o admiración hacia una deidad”.
La segunda definición se utiliza a través de toda la Biblia para decirnos que debemos tener un respeto total hacia Dios. De hecho, este temor correcto hacia Dios fortalece la fe.
Sin embargo, la primera definición describe uno de los enemigos de la fe.
El temor acaba con la fe
No es difícil de entender por qué el temor acaba con la fe. Las personas que le temen a cualquier cosa, por naturaleza se enfocan en ellos mismos y en los problemas que están enfrentando, no en Dios ni en su voluntad de ayudarlos en los momentos de necesidad.
¿Existen cosas en esta vida que causan temor? ¡Por supuesto! En la vida diaria tenemos que afrontar una serie de peligros como por ejemplo accidentes, crimen, desastres, etcétera.
En la carta que Cristo le envió a la iglesia en Esmirna, Él les dio ánimo a aquellos que estaban enfrentando momentos difíciles. “No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida” (Apocalipsis 2:10).
Si Dios quiere que estemos en su Reino, y definitivamente así lo desea, entonces Él es capaz de encargarse de cualquier cosa que entorpezca nuestro camino hacia esa meta. Por lo tanto, podemos —y debemos— crecer para tener una fe completa en Él. Eso significa que debemos buscar su ayuda para vencer nuestros temores.
¿Nada que temer?
Durante los difíciles días de la Gran Depresión, el presidente de los Estados Unidos Franklin D. Roosevelt hizo una famosa declaración, “A lo único que le debemos temer es al miedo”. Es una frase pegajosa, pero ¿es real en medio de nuestro mundo peligroso —sin la protección de Dios?
La Biblia lo dice de una manera mucho más sólida y reconfortante: “de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré Lo que me pueda hacer el hombre” (Hebreos 13:6).
Claramente no tenemos nada que temer si le estamos obedeciendo a nuestro Dios todopoderoso.
“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7).
Recordemos estos enemigos de la fe y esforcémonos por mantenerlos fuera de nuestra vida. Siempre podemos acudir a Dios en oración, pidiendo su guía, y estar seguros de que Él siempre está presto a ayudarnos para que solucionemos cualquier situación.
Ésta es el segundo de cuatro artículos de la serie “Enemigos de la fe”. Para leer la parte 1, lo invitamos a ver “Enemigos de la fe: la preocupación”. Para continuar leyendo la serie, lo invitamos a leer la parte 3 “Enemigos de la fe: la duda”.
Lo invitamos a leer más acerca de la fe viva en nuestra sección “La fe: creer y agradar a Dios”.
Fecha de publicación: Marzo 28, 2013