Europa conmemora a Carlomagno: el padre de Europa
En el año 2014 se cumplieron 1.200 años desde la muerte de Carlomagno. Los europeos aún lo consideran un símbolo de la unidad europea. Pero, ¿es Carlomagno más que un símbolo?

La coronación de Carlomagno por el Papa León III, según la obra de 1861 del artista Friedrich Kaulbach.
El principal aniversario histórico que acaparó los titulares de ese año fue el centenario del inicio de la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, los europeos celebraron otro aniversario ese mismo año que tuvo menos repercusión.
El 28 de enero de 2014 se cumplieron 1.200 años de la muerte de Carlomagno, el gran emperador franco que gobernó entre 768 y 814 d.C. En varios lugares de Europa se organizaron exposiciones en honor a sus logros.
¿Por qué los europeos siguen recordando a este hombre que murió hace más de un milenio, invocan su memoria y celebran sus logros?
¿Quién fue Carlomagno?
Carlomagno es considerado por muchos como el “padre de Europa”. Gracias a su liderazgo y sus conquistas, comenzó a consolidarse una identidad europea unificada que no había existido desde la caída del Imperio Romano en el siglo V. Tras la caída de Roma en el año 476 d.C., el centro de gravedad geopolítico de Europa se desplazó hacia el Este, a Constantinopla. Tras la disolución del Imperio Occidental, Constantinopla fue considerada el líder unificador de Europa y el guardián de la Iglesia Católica Romana. Pero tras la muerte de Justiniano en el 565 d.C., el Imperio Oriental era demasiado débil para mantener el liderazgo de Europa.
Mientras todo esto ocurría, se estaba formando un poderoso reino en Europa central —el reino de los francos, liderado por una dinastía conocida como los carolingios. Carlomagno heredó la corona del reino franco en el 768 d.C.
Carlomagno se convirtió en el más grande de los gobernantes carolingios, emprendiendo ambiciosas campañas militares que dieron como resultado la conquista de gran parte de la Europa continental. El territorio que unificó se extendió finalmente por toda la actual Francia y Alemania, partes de España, más de la mitad de la península italiana, Austria, la actual Polonia, hasta la península balcánica y partes de Grecia.
Pero Carlomagno no creó este imperio sólo para su gloria personal. Él también era un ferviente católico. La Iglesia Romana, que había perdido su protección política con el debilitamiento de Constantinopla, buscaba un nuevo poder político que asegurara y protegiera su lugar en Europa. El papa León III reconoció que el reino franco, bajo Carlomagno, podía proporcionar esa protección.
Uno de los acontecimientos más significativos de la historia europea tuvo lugar el día de Navidad del año 800 d.C. Carlomagno estaba en una misa de Navidad cuando, al final del servicio, el papa León III le colocó una corona imperial en la cabeza y lo proclamó emperador. ¡Pero no un emperador cualquiera!
El papa coronó a Carlomagno como gobernante imperial del Imperio Romano —imperator Romanorum.
A Carlomagno se le otorgaron títulos imperiales romanos como “César” y “Augusto” y se le consideró gobernante de la renovación del Imperio Romano.
Aunque gobernó hace más de mil años, Carlomagno sigue siendo venerado por muchos en Europa como símbolo del ideal de la unidad europea. Los eurófilos ven a Carlomagno como un símbolo de la integración europea.
El papa León III no sólo hizo la declaración política de que la autoridad imperial se derivaba del papado, sino que también forjó una complicada alianza con el líder imperial que continuaría (en diferentes formas) a lo largo de la historia.
Carlomagno y otros líderes europeos utilizarían la iglesia como instrumento político para gobernar y mantener el control sobre sus súbditos. La iglesia, a su vez, recibiría protección de sus enemigos, mantendría su prestigiosa y rica posición en Europa y sería considerada la fuente de autoridad. Esta “santa alianza” (como se la ha llamado) continuó durante el reinado de Otón el Grande y los posteriores emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico, que gobernaron desde partes de Alemania y Austria.
Además de unificar políticamente Europa y forjar esta alianza con la Iglesia Romana, a Carlomagno también se le atribuye el “Renacimiento carolingio” (el resurgimiento del aprendizaje, arte clásicos y cristianos) y el establecimiento de una moneda común europea.
Lo que Carlomagno simboliza para los europeos
Aunque gobernó hace más de mil años, Carlomagno sigue siendo venerado por muchos en Europa como símbolo del ideal de la unidad europea. Los eurófilos ven a Carlomagno como un símbolo de la integración europea. Desde 1950, la ciudad de Aquisgrán (la capital de Carlomagno) entrega un premio anual llamado “Premio Carlomagno” a personas que contribuyen a “una unión voluntaria y sin coacción de los pueblos europeos”.
La Iglesia Católica también se remonta a Carlomagno como símbolo. En el 1.200 aniversario de la coronación de Carlomagno por el papa León III, el papa Juan Pablo II escribió: “La gran figura histórica del emperador Carlomagno nos recuerda las raíces cristianas de Europa. [...] En la búsqueda de su identidad, Europa no puede dejar de considerar la posibilidad de realizar un esfuerzo enérgico para recuperar el patrimonio cultural dejado por Carlomagno y conservado durante más de un milenio” (14 de diciembre del 2000). Por supuesto, cuando el papa habla de “raíces cristianas”, se refiere a las raíces católicas.
Significado profético
Los logros de Carlomagno deben entenderse en su contexto histórico y profético más amplio. El imperio de Carlomagno fue sólo uno de los muchos intentos de revivir el antiguo Imperio Romano. La Biblia revela que habría diez resurgimientos distintos ese imperio (los “diez cuernos” de Daniel 7:7-8 y Apocalipsis 13:1). El imperio de Carlomagno fue el quinto resurgimiento, seguido por Otón el Grande, el Sacro Imperio Romano Germánico, bajo la dinastía Habsburgo de Austria, el imperio francés de Napoleón y, posteriormente, Italia y Alemania, desde Garibaldi hasta el eje Hitler-Mussolini, que cayó en 1945.
La profecía revela que habrá un último resurgimiento del Imperio Romano que surgirá en Europa. El resurgimiento final estará compuesto por una unión de diez naciones que cederán voluntariamente su soberanía nacional a un único líder, conocido proféticamente como “la bestia” (Apocalipsis 17:12). Este líder europeo estará estrechamente aliado con un líder religioso que hará milagros (Apocalipsis 13:11-15). Juntos, engañarán y controlarán gran parte de Europa y del mundo.
Esa unión final está surgiendo ahora en Europa. Aunque se está formando lentamente, tomará al mundo por sorpresa cuando se levante por completo. Si usted desea obtener más información acerca del oscuro pasado y el futuro profético de Europa, lo invitamos a leer nuestro artículo “¿Qué representa Babilonia?”.
Fecha de publicación: Enero 23, 2014