Han vuelto los lobos terribles. ¿Estamos jugando a ser Dios?
Colossal Biosciences llamó la atención de todos, cuando afirmó haber revivido a los lobos terribles de la extinción. Pero, ¿acaso nos estamos pasando de la raya?

La oveja Dolly era una nimiedad. Bueno, no literalmente. La oveja Dolly era una oveja. Pero también representó un logro histórico en la búsqueda del avance científico de la humanidad: producir un clon.
Éste fue un titular increíble en su momento, pero sucedió ya hace casi tres décadas. Ya no es emocionante. Pero, ¿sabe usted qué es emocionante?
Lobos terribles.
Editando el plano de la vida
Ésta es la nueva criatura blanca y peluda (el lobo) que todos tenemos en la mira. Colossal Biosciences, una empresa estadounidense de biotecnología con sede en Texas, desató un frenesí mediático al afirmar que había logrado rescatar a los lobos terribles de la extinción.
La humanidad ahora tiene las herramientas y el conocimiento para editar con precisión el código genético: el plano de la vida. Crédito de la imagen: Humonia/iStock vía Getty Images
La información que existe sobre este asunto es poca... y también confusa. Lo que Colossal parece haber hecho es editar exhaustivamente el genoma de un lobo gris para que se parezca mucho al ADN extraído de fósiles de lobos huargos. ¿Es eso realmente una "desextinción", como afirma Colossal? ¿Puede el resultado realmente llamarse lobo huargo?
Son preguntas importantes, pero creo que profundizar en ese argumento tiende a pasar por alto la parte realmente loca de lo que acabo de escribir:
EDITARON UN GENOMA.
Hubo veinte ediciones en 14 genes. Se extrajeron secciones enteras de ADN y se reemplazaron con secuencias alternativas, para luego inyectarlas en un embrión que sería gestado por una madre sustituta.
Este tipo de edición genética no es nueva (hace años que existe), pero los tres cachorros vivos que Colossal tiene para mostrar son claros recordatorios de que la tecnología para este tipo de edición genética no sólo está disponible, sino que es viable.
Está sucediendo. Esto no es ciencia ficción. Es la realidad.
La humanidad tiene el equipo y el conocimiento para manipular de manera directa y precisa el código genético que contiene los planos de la vida misma.
Jugando a ser Dios
¿Y entonces en qué nos convierte eso exactamente?
¿En dioses?
Esa es la comparación natural que algunos harán. La capacidad de realizar modificaciones amplias y radicales en la composición genética de una especie —para potencialmente resucitar especies extintas y reincorporarlas a los ecosistemas— ¿no es eso una cuestión de jugar a ser Dios?
Bueno, sí.
Hoy en día, los científicos logran rutinariamente cosas que antes eran ciencia ficción. Pero no están creando vida a partir de lo inerte. Así que, en realidad, no están jugando a ser Dios.
Y no.
Por un lado, sí. Sin duda estamos jugando con elementos de la vida que antes estaban completamente fuera de nuestro alcance. Pero, por otro lado, estamos muy lejos de operar en el territorio de Dios.
Consideremos la frase inicial de la Biblia: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1:1).
De eso es capaz Dios. En el principio, no había cielos, ni tierra, ni vida física, y luego Dios los creó.
De la nada.
Hoy en día, los científicos logran rutinariamente cosas que antes eran ciencia ficción. Pero no están creando vida a partir de lo inerte. Así que, en realidad, no están jugando a ser Dios.
Están jugando con la creación de Dios.
Por qué es importante la distinción
Dios tiene la capacidad de crear vida de la nada. Génesis 1:1 revela que Dios creó los cielos y la tierra de la nada.
Cuando Dios creó la raza humana, “formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente” (Génesis 2:7).
Dios no sólo creó el polvo. Él le dio vida.
Simplemente estamos jugando con los resultados de esa creación. Todo lo que el mundo científico ha logrado desde el principio de los tiempos hasta ahora —cada invento, cada avance y cada descubrimiento— ha sido resultado de la interacción con el universo creado por Dios.
Esa distinción importa.
La capacidad de clonar un ser vivo o de acceder a su genoma y transformarlo, es impresionante y aterradora, pero no nos acerca ni de lejos a ser como Dios. Hasta que podamos crear un universo entero de la nada, con una orden verbal, y luego tomar ese universo y llenarlo de vida, nunca seremos capaces de "jugar a ser Dios".
No importa si estamos resucitando lobos terribles o dinosaurios: nuestros logros siempre palidecen en comparación con el Dios que creó la vida en primer lugar.
Destinado a algo más que Jurassic Park
Hablando de dinosaurios, es imposible escribir sobre algo así sin al menos mencionar la siempre relevante película de Jurassic Park: “¿No ves el peligro, John, inherente a lo que haces aquí? El poder genético es la fuerza más asombrosa que el planeta haya visto jamás, pero lo manejas como un niño que ha encontrado el arma de su padre... tus científicos estaban tan preocupados por si podían o no, que no se detuvieron a pensar si debían hacerlo”.
Es innegable que la humanidad ha logrado (y continúa logrando) avances verdaderamente increíbles (e inquietantes) en el ámbito científico. Pero también es innegable que estamos manipulando mecanismos que no comprendemos del todo, que no podemos comprender del todo, ni siquiera con que tengamos con mil vidas de estudio.
Hacemos lo que podemos, sin considerar realmente si deberíamos hacerlo, no sólo en la ciencia, sino en muchos ámbitos de la vida. El singular deseo de lidiar con cosas que no comprendemos del todo, nos ha llevado a nuestros momentos más felices y a nuestros momentos más tristes, y sin duda seguirá produciéndonos ambos sentimientos.
Aun así, lo más importante que hay que recordar es que Dios, no los humanos, es Quien, en última instancia, tiene poder sobre todo: “Porque el Eterno es Dios grande, y Rey grande sobre todos los dioses. Porque en su mano están las profundidades de la tierra, y las alturas de los montes son suyas” (Salmo 95:3-4)
No tenemos nada de este poder de Dios en nuestras manos. No tenemos el poder ni la majestuosidad necesarios para ser Dios. Y sin embargo...
Y, sin embargo, fuimos creados con un potencial: el potencial no solo de imitar a Dios, sino de llegar a ser como Él (1 Juan 3:2). El camino para alcanzar ese potencial no existe en un laboratorio.
La ingeniería genética no nos mostrará el camino a ser como Dios, pero Él sí puede.
Fecha de publicación: Mayo 26, 2025