Hay un proverbio para eso: “el pecado, o cómo nos hacemos miserables”
La palabra “pecado” se ha vuelto casi obsoleta en nuestra sociedad. Sin embargo, ejerce una enorme influencia sobre nosotros, incluso si la ignoramos. Por supuesto, hay un proverbio para ello.

Hoy en día, algunos consideran que el concepto de pecado es anticuado y obsoleto. Quienes piensan así suelen rechazar la Biblia por las mismas razones.
Pero independientemente de nuestra opinión al respecto, estamos rodeados por el pecado y sus consecuencias. En un mundo de moralidad cambiante, puede haber un intenso debate acerca de qué debería definir la sociedad como pecado, pero la idea de que existe el bien y el mal es atemporal, al igual que los Proverbios.
Definir el pecado
A veces nos centramos únicamente en aquello que personalmente nos desagrada y lo etiquetamos como pecado. Puede tratarse de una injusticia. Puede ser una vaga noción de dañar a otros. Pero, sea cual sea nuestra definición, el pecado existe y la Biblia lo define claramente. El pecado es quebrantar la ley de Dios (1 Juan 3:4).
Quebrantar la ley beneficiosa establecida por nuestro Creador, quien nos ama, siempre genera problemas. De hecho, casi todos los problemas contemporáneos que enfrentamos tienen su origen en el pecado: racismo, sexo ilícito, odio, fraude, asesinato, guerra, robo, aprovecharse de los débiles… y la lista continúa.
La Biblia declara que el resultado final del pecado es miseria, sufrimiento y, en última instancia, la muerte (Romanos 6:23). Dado que sus consecuencias son tan claras, trivializar su significado no es sólo un problema, sino que es el problema en sí. Afortunadamente, existe un proverbio para esto.
Proverbios e implicaciones
1. Proverbios 20:9: “¿Quién podrá decir: yo he limpiado mi corazón, limpio estoy de mi pecado?”.
Cuando reconocemos abiertamente que nuestra acción es pecado, lo confesamos a Dios y nos esforzamos al máximo, con su ayuda, por cambiar, obtenemos misericordia.
Un gran problema con el pecado es que todo ser humano lo ha cometido y continúa haciéndolo. Incluso los cristianos, que se esfuerzan por ser fieles a Dios, pecan. Ésta fue la razón por la que Jesucristo murió por la humanidad; porque su muerte es la única salida al resultado natural del pecado: la muerte. Por eso, cuando reconocemos abiertamente que nuestra acción es pecado, lo confesamos a Dios y nos esforzamos al máximo, con su ayuda, por cambiar, obtenemos misericordia (Proverbios 28:13).
Implicaciones: el peor error que podemos cometer es decir que no tenemos pecado (1 Juan 1:8). El pecado no es algo que deba excusarse, justificarse, redefinirse ni ignorarse. La humanidad lo ha hecho durante miles de años y ha cosechado consecuencias terribles. Todos somos culpables, y el mundo sería un lugar mucho mejor si todos intentáramos erradicarlo en las únicas vidas que podemos controlar: la nuestra.
2. Proverbios 14:34: “La justicia engrandece a la nación; mas el pecado es afrenta de las naciones”.
Otro problema del pecado es que, al igual que una mala actitud, se contagia. Suele comenzar como un problema personal, pero con el tiempo se extiende por toda la sociedad. Muchas naciones e imperios han caído debido a la decadencia moral (una forma elegante de decir pecado). Sembrar pecado sin duda conduce a la tristeza a nivel nacional (Isaías 1:4-6).
Implicaciones: no se dejen llevar por el concepto social hacia el pecado, aunque no se le llame pecado. En medio del caos y la confusión que rodean las ideologías contradictorias, los estándares cambiantes, los intereses codiciosos y la escasa guía de la religión tradicional, siempre recuerden la verdad eterna de Dios. Es muy impopular hacerlo, pero es lo único que impide olvidar por completo por qué el pecado debe ser vencido y no normalizado.
Para comprender qué es lo opuesto al pecado, descargue nuestro folleto “Los Diez Mandamientos de Dios: Todavía importan”.
3. Proverbios 14:9: “Los necios se mofan del pecado; mas entre los rectos hay buena voluntad”.
Puede ser que no nos traiga grandes riquezas, poder o fama, pero tomar el pecado en serio nos ayuda a tener la tranquilidad de que no estamos dañando regularmente a otras personas ni a nuestra relación con nuestro Creador. Burlarse del pecado y pretender que no existe, o que está definido por nuestros prejuicios, resultará destructivo a largo plazo. Es mejor evitarlo y combatirlo que simplemente dejarse llevar por la corriente de la sociedad (Proverbios 1:10-16). Dios favorece a quienes se esfuerzan por vencer el pecado.
Implicaciones: “soy humano y cometo errores” es un punto de partida aparentemente aceptable, pero es una pésima conclusión. No aceptaríamos la misma actitud débil de quienes pecan directamente contra nosotros y nos causan dolor o desgracia. Querríamos que hicieran un esfuerzo adicional para dejar de hacerlo. Y eso es lo que debemos esforzarnos por hacer. No tomar el pecado en serio es una mala noticia para nuestro futuro y el de quienes nos rodean.
Hay mucho más de donde vinieron esos ejemplos
El libro de Proverbios habla extensamente acerca del pecado, desde casos específicos de conductas que Dios aborrece, hasta sorprendentes paralelismos acerca de las consecuencias del pecado en nosotros. El tema es tan antiguo (y trascendental) como el libro mismo: el pecado destruye vidas individuales y sociedades, así que, debemos enfrentarlo, en lugar de ignorarlo o negarlo. Cuando el pecado acecha sigilosamente, recuerda que hay un proverbio para ello.
Le invitamos a leer la siguiente entrada de esta serie: “Aceptar la corrección, o cómo no ser estúpido”.
Fecha de publicación: Febrero 6, 2025