Jerusalén, centro del conflicto en Medio Oriente
Desde la formación del Estado de Israel en 1948, el conflicto entre palestinos e israelíes ha sido algo cíclico y parece no tener fin. ¿Podrán los actuales gobiernos y organismos traer paz al Medio Oriente?
Si hay una región del mundo en la que las tensiones pueden llevar a conflictos de consecuencias funestas, ésa es el Medio Oriente. Incluso, hay países involucrados en este conflicto que se encuentran a miles de kilómetros. Este conflicto llevará, eventualmente, a una Tercera Guerra Mundial de consecuencias desastrosas.
Por ejemplo, por un lado, tenemos a Estados Unidos, principal aliado de las naciones de Arabia Saudita e Israel y en el otro lado está Rusia, aliado de Irán y Siria… y de los palestinos. La intervención de estos países podría rebajar la tensión que en las últimas semanas se está dando entre israelíes y palestinos. Pero también, la injerencia de estas naciones podría desatar más tensión en la región —lo cual ha estado sucediendo. La mediación europea está a la puerta, lo que suma más actores al conflicto.
Medio Oriente en la profecía bíblica
Recordemos que, el Medio Oriente en general y Jerusalén en particular, constituyen el punto focal de toda la profecía bíblica y por medio de ésta podemos saber lo que va a acontecer en aquella crítica región en un futuro cada vez más cercano.
La profecía nos dice que no obstante los esfuerzos de los hombres en pro de la paz y la buena voluntad, tanto esa región como otros países acabarán por precipitarse en una crisis suprema, impulsada por fuerzas que están más allá del control de los estadistas responsables.
“Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin” (Mateo 24:6).
La creación del Estado de Israel
El pasado lunes 14 de mayo se conmemoró el 73 aniversario de la creación del Estado de Israel. Muy por el contrario de lo que esto significa para los israelíes, los palestinos conmemoraron el martes, que siguió a esta fecha, en lo que llaman la "Nakba" o "Catástrofe", cuando miles de ellos tuvieron que dejar sus casas tras la creación del Estado judío en 1948.
Pero este aniversario será recordado por la escalada de violencia en la Franja de Gaza, entre palestinos e israelíes. Hay que recordar que los palestinos reclaman un Estado propio en Gaza y Cisjordania, con capital en “Jerusalén del Este”.
Todo empezó con los intentos de desalojo de cuatro familias en el barrio palestino Sheij Jarrah, en Jerusalén oriental. Desde 1948, la división de Jerusalén implicó que los palestinos que vivían en el Oeste y los judíos que vivían en el Este, tuvieran que abandonar sus casas. Pero dos nuevas leyes, la Ley de Propiedad de Ausentes y la de Asuntos Legales y Administrativos, ratificadas por la justicia israelí, les da a los judíos el derecho a reclamar antiguas propiedades en el barrio árabe, derecho de reclamación que no se les brinda equitativamente a los palestinos que tuvieran propiedades en el actual barrio judío.
El actual conflicto entre árabes e israelíes podría convertirse en una guerra a gran escala e involucrar a otros países. El conflicto de propiedades en Sheij Jarrah simboliza un objetivo estratégico de Israel: que Jerusalén completa sea considerada como su capital.
Esta complicada situación entre árabes e israelíes se presenta cada vez más como un problema sin solución. Aunque ambos lados han transigido en algo, con el fin de resolver ciertos aspectos del dilema, la brecha sigue siendo profunda y amplia, respecto a muchos puntos fundamentales.
La particularidad de Jerusalén
Jerusalén tomará un papel protagónico cada vez mayor en la escena mundial, convirtiéndose en el núcleo de una lucha a muerte. Jerusalén está siendo la pieza clave para el futuro de la humanidad.
Jerusalén es una ciudad única en el mundo, al igual que el Estado de Israel. Pensemos esto por un momento: cada país tiene el derecho de elegir su propia capital. Sin embargo, ese derecho político básico se aplica a todas las naciones sobre la Tierra, excepto a Israel. Los otros 192 miembros de la ONU eligen sus capitales y nadie interfiere en esa decisión, pero no en el caso de Israel, que se encuentra en la posición única de querer su capital en Jerusalén, mientras las otras naciones insisten en que la capital de Israel no es Jerusalén, sino Tel Aviv. Por esta razón muchas naciones emplazan sus embajadas y residencias en Tel Aviv, con el fin de tratar de mantener la frágil y débil paz en Jerusalén y en la región.
El Estado moderno de Israel reclama a toda la ciudad de Jerusalén como su capital, porque además esta ciudad fue la capital de la antigua nación de Israel, bajo el rey David (2 Samuel 5:5; 1 Crónicas 15:1-3). Así como Estados Unidos ha reconocido oficialmente a Jerusalén como la capital de Israel, hay otras naciones que lo han considerado o están considerando hacer lo propio y trasladar sus embajadas a la “ciudad de paz”. Esto ha aumentado aún más la intensidad del conflicto entre árabes e israelíes.
Conforme la profecía bíblica avanza, Jerusalén tomará un papel protagónico cada vez mayor en la escena mundial, convirtiéndose en el núcleo de una lucha a muerte. Jerusalén está siendo la pieza clave para el futuro de la humanidad, trastornando el frágil equilibrio de paz que existe en el Medio Oriente.
A medida que vaya escalando el conflicto, la humanidad toda llegará al borde de la aniquilación. Pero antes que la humanidad se autodestruya, Dios intervendrá poderosamente en los asuntos del hombre a través de la segunda venida de Jesucristo, quien regresará a la Tierra liderando un gran ejército para salvar a Jerusalén de la destrucción total y al mundo entero de la aniquilación.
Jesucristo revela que en el futuro Jerusalén se verá “rodeada de ejércitos” y “hollada por los gentiles” (Lucas 21:20, 24). El profeta Zacarías nos muestra a muchas naciones reunidas para la batalla contra Jerusalén y advierte que la ciudad será tomada (14:1-2).
Debemos estar orando a Dios y confiados en él, porque los acontecimientos mundiales no parecen resolverse ni menguar. Antes, al contrario: todo indica que los problemas y los conflictos en el Medio Oriente aumentan de manera constante. Pero la solución vendrá de otro lado, no de esta Tierra.
“Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre” (Lucas 21: 35-36).
El destino final del Medio Oriente
No tengamos duda. Habrá paz mundial. El destino final del Medio Oriente es convertirse en una región estable y próspera, libre de conflictos y de amenazas de guerra. Antes, sin embargo, los pueblos de aquella región y sus aliados de las naciones actuales que provienen de la antigua Israel, sufrirán un periodo de caos y suplicio en un tiempo de Gran Tribulación “cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá” (Mateo 24:21). Pero después de esta tribulación llegará la tan anhelada paz.
La paz duradera llegará al Medio Oriente y al resto de las naciones en el mundo. Jesucristo vendrá para gobernar sobre todas las naciones con vara de hierro para aquellos que no quieran someterse y con amor y paciencia para aquellos que acepten su gobierno.
Oremos incansablemente a Dios, confiando sólo en Él, ya que los acontecimientos mundiales actuales muestran cómo pronto Jesucristo intervendrá.
La fiesta de los Trompetas de la Biblia, en Levítico 23, anuncia esto: Cristo regresará y será un día terrible para la humanidad, pero pasará y luego el mundo entero será liberado de tantos problemas. Esta fiesta santa anuncia también la redención del pueblo de Dios. Pongamos nuestra esperanza en la promesa de Dios de un mundo mejor.
Fecha de publicación: Mayo 22, 2021