La compasión en línea es difícil de encontrar
Nuestra cultura en línea a menudo anima a las personas a expresar opiniones abiertamente y de forma hostil. Pero ¿es ésta la forma en que Dios quiere que los cristianos se comuniquen?

Al navegar por las noticias en Facebook o Twitter, o al leer los comentarios al final de un artículo, no tardo en preguntarme: ¿dónde ha quedado la compasión?
Podemos mencionar cualquier titular: la epidemia del ébola; la incursión del ISIS en Irak; los disturbios en Ferguson, Missouri; los combates en el este de Ucrania —y es fácil encontrar innumerables publicaciones de usuarios de internet que expresan opiniones muy emotivas, políticas e incluso hostiles acerca de quién tiene la culpa, quién tiene razón y quién merece o no merece lo que está sucediendo.
Mientras innumerables personas expresan sus opiniones en línea con comentarios y publicaciones airadas y politizadas en Facebook, Twitter y otras redes sociales, es fácil olvidar que, al final, miles (de hecho, millones) de seres humanos sufren en condiciones de las que muchos sólo hemos leído o escuchado.
Ahora mismo, en todo el mundo, hay personas que sufren. Pero con demasiada frecuencia, los comentarios en línea parecen ignorar esa angustia humana.
La desaparición de la compasión
¿Es posible que la propia naturaleza de las publicaciones en línea fomente esta “desaparición” de la compasión? Pensemos que casi todo el contenido en línea —artículos, blogs, imágenes, videos, etcétera— viene listo para que el usuario escriba su propio comentario. Las redes sociales permiten que cualquiera con una cuenta diga lo que quiera a grandes audiencias desde la privacidad de una computadora.
Estas cadenas de comentarios, especialmente tras noticias, suelen degenerar rápidamente en réplicas mordaces que menosprecian o señalan culpables, a veces para alardear de opiniones propias, otras para defender alguna ideología o postura política.
¿Qué es lo que ve más en internet? ¿Juicio y condenación? ¿O misericordia y compasión?
Con la misma frecuencia, estos foros se convierten en campos de batalla retóricos. Las armas preferidas son: palabras duras y, a menudo, profanidad.
Pero las actitudes que subyacen a estos intercambios —adhesión política, culpabilización, hipocresía, sarcasmo, ira, etcétera— generalmente carecen de compasión y comprensión genuina.
Con demasiada frecuencia, la facilidad con la que cualquiera puede publicar su opinión en internet para que todos la vean sólo fomenta una cultura de insensibilidad, donde se puede ofender desde el anonimato, ignorando o despreciando las opiniones ajenas.
En todo esto, la perspectiva que reconoce las vidas humanas reales detrás de los titulares se distorsiona o simplemente desaparece.
La compasión es imparcial
Las enseñanzas de la Biblia nos muestran una manera mucho mejor de vivir y de afrontar los acontecimientos de nuestra época. Además de los ejemplos de seguidores compasivos del camino de Dios, tenemos el ejemplo de Jesucristo, que demuestra una actitud compasiva y amorosa hacia todos aquellos con quienes se relacionaba. Jesús sentía compasión por los pecadores (Juan 8:11), por todos los seres humanos que, según sabía, necesitaban desesperadamente aprender el camino de vida de Dios (Mateo 9:36; Lucas 7:13; Juan 11:35).
En la Biblia, la compasión suele ir acompañada de la palabra misericordia que, tanto en hebreo como en griego, se refiere a la acción impulsada por una bondad y una compasión sinceras. Hoy podríamos usar la palabra empatía, que es la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Y, aún más importante, también implica actuar.
Considere estas palabras: “Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio” (Santiago 2:13).
¿Qué es lo que ve más en internet? ¿Juicio y condenación? ¿O misericordia y compasión? ¿Cómo podemos mejorar en el último?
Aquí hay algunas maneras de mejorar y controlar nuestra conducta personal en línea:
- Piense antes de publicar su opinión acerca de un asunto. ¿Le guía el amor y la preocupación, o la lealtad a un partido o el orgullo? Considere Proverbios 21:23.
- ¿Su comentario edificará o destruirá? (Lea Efesios 4:15-16 y Proverbios 15:1-4.)
- ¿Percibirá el lector que en su comentario usted habla con conocimiento del tema y preocupación por las personas involucradas, o simplemente usted comenta basándose en una visión superficial y parcial? (Considere Proverbios 15:23 y 18:17).
- Deje de lado las pantallas y ore por quienes sufren en el mundo, especialmente porque la Biblia advierte que los eventos catastróficos irán en aumento (Ezequiel 9:4).
- Estudie e imite el ejemplo de Jesucristo, nuestro modelo supremo de verdadera y justa compasión. Lea atentamente el ejemplo de Cristo en Mateo 9:36.
Sobre todo, recuerde que la compasión de Dios es imparcial. El pensamiento partidista enfrenta, inevitablemente, a una persona o grupo contra otro. Pero Jesucristo enseña amor incluso hacia nuestros enemigos, y una compasión que no muestra parcialidad (Mateo 5:44; Efesios 6:9). El verdadero cristianismo y la política partidista son inherentemente incompatibles.
Fecha de publicación: Noviembre 20, 2014