La frustración no justifica la falta de misericordia
Mostrar frustración y enojo excesivo cuando las personas cometen errores se ha convertido en una actitud aceptable en nuestra sociedad. ¿Deberían los cristianos tener también esta actitud en su vida? ¿Qué nos enseña la Biblia sobre el peligro de no controlar la frustración y olvidar la misericordia?
Hace pocas semanas tuve que enfrentar momentos de gran frustración y desafíos en mi trabajo por errores que cometieron otras personas a mi alrededor. Con mi esposa tuvimos que dedicar bastante tiempo para ayudar a corregir esos errores y de esa manera poder seguir adelante con nuestro trabajo. En algún momento de mi frustración me sentí tan molesto con los responsables de estos hechos, que deseé un castigo ejemplar para ellos…
Por mi mente pasó una y otra vez una frase muy conocida en nuestro mundo actual progresista: ¡Haz que se respeten tus derechos, cueste lo que cueste!
¿Se ha sentido usted alguna vez así? ¿Ha sentido usted tanta frustración, que se ha visto en la tentación de aplicar la ley que dice: “el fin justifica los medios” para que se hagan las cosas a nuestra manera?
Pasar por esta experiencia me hizo cuestionar algunos pensamientos personales y me ayudó a enfrentar la realidad de los comentarios bíblicos recogidos por el sitio web de la Iglesia (VidaEsperanzayVerdad.org), que infieren que Jonás pudo haber deseado la destrucción de Nínive porque entendía bien que la ciudad era parte del Imperio Asirio, el cual era acérrimo enemigo y opresor del pueblo de Dios.
En este artículo examinaremos cuál debe ser nuestro modo de responder a situaciones de gran frustración, y el peligro de darle mayor valor al castigo que a la misericordia.
La frustración de Jonás
Pasar por una experiencia tan frustrante me hizo reflexionar profundamente sobre mi capacidad para aplicar misericordia a los demás… y también me hizo reflexionar en la historia del profeta Jonás.
Luego de que el profeta Jonás huyó de la misión que Dios le había dado: de predicar con urgencia la necesidad de arrepentimiento a los habitantes de Nínive, antes que viniese su destrucción, Jonás se embarca en un viaje en otra dirección para no llevar a cabo esta misión (Jonás 1:1-3).
Si bien la Biblia no registra desde el inicio de la historia la razón que tuvo Jonás para negarse a obedecer a Dios, los comentarios bíblicos más conservadores infieren que Jonás pudo haber deseado la destrucción de Nínive, capital de Asiria, porque los descendientes de esta ciudad estaban destinados a ser enemigos y opresores de Israel
No sabemos con exactitud cuál haya sido la principal motivación de Jonás, sin embargo, el solo hecho de negarse a predicar la urgencia del arrepentimiento en la ciudad más populosa de aquella época, fue una muestra de su falta de misericordia por esas personas. La oración que hizo Jonás dentro del gran pez, nos da más luces al respecto.
Dios es misericordioso con nosotros, aunque nosotros olvidemos serlo
En Jonás 2:8, el profeta le dice a Dios en su angustia: “Los que siguen vanidades ilusorias, su misericordia abandonan”. Jonás reconoció en su oración que su forma de pensar era equivocada. Una vanidad ilusoria es un pensamiento negativo, personal e íntimo acerca de una situación o persona, pero que no refleja la verdad de Dios. Aquí Jonás reconoce haber tenido este tipo de pensamientos y declara que los que siguen estos pensamientos dejan de lado la misericordia.
Dios quiere que hagamos misericordia con las personas, aun en los momentos de gran frustración, porque Él es misericordioso.
Éste es un buen punto para reflexionar: ¿son nuestros pensamientos y motivaciones personales más fuertes que la necesidad de hacer misericordia?
Si revisamos con cuidado los versículos siguientes, podremos darnos cuenta que Jonás tenía un compromiso pendiente con Dios. Una de las tareas del profeta era predicar la importancia del arrepentimiento. Al negarse a hacerlo, él estaba intentando privar a las personas de Nínive de la oportunidad de arrepentirse. Sin embargo, luego de que él reconociese su error, Dios le mostró su misericordia al darle una nueva oportunidad de vida, mandando al pez que vomitara a Jonás en tierra (Jonás 2:9-10). Dios le mostró a Jonás cómo aplicar misericordia.
“Mucho me enojo, hasta la muerte”
Luego de la predicación de Jonás, los habitantes de Nínive creyeron a Dios, ayunaron y cambiaron sus malos caminos. Fue tal el cambio de vida de estas personas, que Dios decidió no destruir la ciudad, como lo había dicho antes, por medio del profeta Jonás (Jonás 3:1-10). Esta noticia no le agradó para nada a Jonás. Él se sintió tan desmotivado y enojado con la decisión de Dios, que se marchó de la ciudad en lugar de alegrarse... y encima deseó su propia muerte (Jonás 4:1-3).
Esta actitud de Jonás nos puede parecer sorprendente y hasta ridícula. ¿Por qué se molestó tanto con Dios y con la situación? ¿Por qué podemos también nosotros molestarnos a veces tanto con Dios y con alguna situación?
La Biblia no da detalles de las motivaciones del profeta Jonás. Sin embargo, el hecho de que se haya molestado tanto con la decisión de Dios de perdonar a los antes malvados habitantes de Nínive, muestra que Jonás olvidó el verdadero propósito por el cual había sido enviado a predicar... los habitantes de la ciudad debían arrepentirse (Jonás 4:4-8). El mensaje era precisamente para evitar que miles de personas murieran por causa del pecado reinante.
Para aprender más lecciones del libro de Jonás, le invitamos a leer nuestros artículos Jonás y Jonás desobedece a Dios.
La misericordia tiene mayor valor que el castigo
Los últimos versículos de este libro registran una gran lección que Dios le da a Jonás: luego de destruir una bonita calabacera que Él mismo había creado para que el profeta tuviera sombra en su cabeza, el Creador le da tiempo para reflexionar en su actitud (Jonás 4:6-8).
Jonás 4:10-11 dice: “Y dijo el Eterno: Tuviste tú lástima de la calabacera, en la cual no trabajaste, ni tú la hiciste crecer; que en espacio de una noche nació, y en espacio de otra noche pereció. ¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?”.
El mundo en el que vivimos no difiere mucho de la maldad de Nínive. La Tierra cuenta con muchísimas personas que aún no han aprendido a discernir espiritualmente. ¿Haríamos bien los cristianos en frustrarnos y enojarnos tanto con las personas que siguen caminos malvados, al punto de desear su mal? ¿Es la frustración tan fuerte, que nos olvidamos de hacer misericordia?
No debemos perder de vista lo que Dios planea hacer con el mundo en el futuro, a través del arrepentimiento. Descubra más sobre este hecho crucial que cambiará a la humanidad, leyendo nuestro nuevo artículo ¿Cómo el arrepentimiento cambiará el mundo?
Dios quiere que hagamos misericordia con las personas, aun en los momentos de gran frustración, porque Él es misericordioso. La actitud de Jonás, de darle mayor valor al castigo que a la misericordia, nos puede parecer infantil en un siervo de Dios. Sin embargo, la realidad no es tan lejana como parece. Si deseamos el mal y la destrucción de las personas que cometen errores, entonces estamos cayendo en la misma actitud de Jonás.
Los cristianos no deberíamos tener la actitud de Jonás. El peligro de no controlar la frustración y olvidar la misericordia, es que podemos perder el Reino de Dios. Dios no está buscando destruirnos por nuestros pecados, ni tampoco está buscando destruir al mundo. Lo que Dios quiere de todos, empezando por nosotros, es el arrepentimiento. Que Dios nos ayude a vencer la actitud de la frustración y a crecer cada vez más en misericordia.
Le sugerimos dos artículos que pueden ayudarle en este tema: La misericordia triunfa sobre el juicio y Las prioridades de Dios: lo más importante de la ley.
Fecha de publicación: Febrero 16, 2024