La lucha contra las obras de la carne: pleitos
En la octava publicación de esta serie acerca de las obras de la carne, analizamos varias estrategias que podemos usar para combatir los pleitos habituales en nuestra vida.
A la mayoría de la gente no le gusta tener discusiones acaloradas con los demás. Incluso aquellos que disfrutan del ejercicio intelectual del debate moderado no suelen disfrutar de una discusión que se convierte en un argumento caótico y emocional. Sin embargo, Internet ofrece ahora una manera de discutir y enfrentarse con otras personas, evitando la incómoda situación de hacerlo cara a cara.
En Facebook y otros sitios de redes sociales, los comentarios a menudo involucran a personas que debaten agitadamente y se “tiran a matar” en muchos temas (¡sobre todo en política!). Muchos sitios web de noticias permiten comentar historias, lo que a menudo desencadena debates caóticos y sin control. Está claro que el anonimato de Internet ha hecho que muchos pierdan la urbanidad y practiquen esta obra de la carne: los pleitos.
Los pleitos se pueden describir de muchas maneras, a continuación, un ejemplo básico:
Persona A: “Creo que el gobierno debería dar más exenciones fiscales a los pobres y menos a los empresarios ricos”.
Persona B: “Creo que el gobierno debería dar más exenciones fiscales a los empresarios, y entonces los beneficios llegarán a los pobres”.
Entonces, estos dos han llegado a un punto muerto en un tema moderno y controvertido en el que definitivamente no están de acuerdo. En lugar de respetarse sus diferencias, llegar a un compromiso o discutir tranquilamente sus diferentes razonamientos de una manera respetuosa, ¡la discusión continua!
Persona A: “A la gente como usted no le importan los pobres. De una forma codiciosa, quieren ver toda la riqueza en manos de los ricos. ¡No soporto a la gente como usted!”
Persona B: “Usted odia a los que trabajan duro para ganar riqueza. Usted es un marxista inmoral que no tiene ni idea de la vida ni de la economía”.
¡Pleito!
Ya sea que la discusión sea en persona o por Internet, cuando se degrada a este nivel, ya no importa cuál era el tema inicial. Las cosas pasan de una discusión, a herirse los sentimientos, los momentos incómodos, los arrepentimientos e incluso hasta relaciones completamente dañadas. Pero no tiene por qué ser así.
Mentiras acerca de los pleitos
Mentira No. 1: “Discutir es saludable para las relaciones. Hace que la gente vea diferentes perspectivas”.
Esta mentira ignora abiertamente la diferencia entre discusión y pleito. La discusión permite que las personas expresen sus puntos de vista y opiniones de una manera respetuosa, esperando el mismo respeto de alguien que esté de acuerdo o en desacuerdo. Los pleitos generalmente hacen que la gente botere todo el respeto por la ventana y llevan a la gente a querer ganar la discusión a toda costa.
Detrás del pleito hay un espíritu de guerra y competencia, el cual está indiscutiblemente ligado al orgullo (1 Timoteo 6:4). Vea en Tito 3:9: “Pero evita las cuestiones necias, y genealogías, y contenciones, y discusiones acerca de la ley; porque son vanas y sin provecho”.
Evitar los pleitos es, por supuesto, más fácil decirlo que hacerlo, especialmente cuando las emociones aumentan.
Mentira No. 2: “Mi opinión es tan válida como la opinión de cualquier otra persona acerca de cualquier cosa y de todo en este mundo”.
Esto puede sonar como una broma, pero rápidamente se convierte en una realidad cuando se analizan los comentarios de Internet o las llamadas a los programas de radio. Es asombroso cuántos “expertos” hay en política exterior, procedimientos policiales, estrategia económica, reforma educativa, crianza de los hijos, asesoramiento en salud y en finanzas.
La Biblia tiene una palabra para las personas que expresan opiniones pretenciosas acerca de cosas de las que saben poco: necio. Proverbios 18 da una idea de dos características de una persona necia:
- “A los necios no les interesa tener entendimiento; sólo quieren expresar sus propias opiniones” (v. 2, Versión NTV).
- “Los labios del necio traen contienda; Y su boca los azotes llama” (v. 6).
Veamos que ninguna de las dos descripciones dice que el necio sabe acerca de lo que está discutiendo —¡sólo que pelea!
Estrategias para combatir los pleitos
1. Los pleitos están ligados la mayoría de las veces a la ira, así que tranquilícese.
El libro de Proverbios tiene unos tesoros de sabiduría práctica para ayudarnos a evitar las dificultades de la vida, incluyendo los pleitos.
- “El hombre iracundo promueve contiendas; Mas el que tarda en airarse apacigua la rencilla” (Proverbios 15:18).
- “El que comienza la discordia es como quien suelta las aguas; Deja, pues, la contienda, antes que se enrede” (Proverbios 17:14).
Estos dos proverbios dan un indicio de una de las claves más básicas para detener los pleitos: la calma. Cuando vemos una publicación en Internet, en un blog, con la que no estamos de acuerdo y queremos añadir nuestro “par de cosas”, debemos esperar. Podemos dejar que pase el torrente inicial de emociones, tal vez levantarnos y hacer otra cosa. Es probable que no estemos tan cargados emocionalmente cuando volvamos.
Si estamos en una conversación y escuchamos un comentario que nos produce rabia y nos induce a empezar una discusión, podemos tomarnos un minuto y retirarnos de la conversación. Puede ser necesario hacer un comentario, pero debemos hacer todo lo posible para asegurarnos de que nuestras palabras no estén basadas en nuestra respuesta emocional inicial.
2. Practique escuchando diferentes opiniones con respeto y autocontrol.
La Biblia es muy clara en que debemos evitar “las cuestiones necias... porque son vanas y sin provecho” (Tito 3:9).
A veces escuchamos algo escandaloso en una conversación, o vemos algo en línea, y apenas podemos contener nuestra respuesta airada por más de unos segundos. La Biblia nos dice que hay que ser “pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse” (Santiago 1:19).
Jesucristo dio un ejemplo perfecto. A lo largo de su ministerio, sus enemigos se burlaron de Él, lo desafiaron y lo injuriaron. Él siempre escuchaba y respondía de una manera inteligente y efectiva (Juan 8:1-8). A veces Él simplemente se iba y no incentivaba sus necios argumentos con una respuesta —mostrando un asombroso autocontrol (Marcos 8:11-13).
3. Aprenda a aborrecer los pleitos.
Aborrecer los pleitos (no a la gente) es una de las maneras de quitar este pecado de nuestras vidas. Los pleitos dividen a las personas por diferencias de opinión frívolas y sin sentido. Aun cuando las diferencias que se discuten son relevantes y significativas, los pleitos alejan a las personas de la reconciliación y la llevan hacia el orgullo y el espíritu de ira.
La Biblia es muy clara en que debemos evitar “las cuestiones necias... porque son vanas y sin provecho” (Tito 3:9).
Para más información acerca de este tema, lea: Los beneficios y desafíos de la comunicación.
Ésta es la octava parte de una serie de diecisiete: “La lucha contra las obras de la carne”. Para leer la parte 7, vea “Enemistades”. Para continuar la serie, vea la parte 9 “Celos”.
Fecha de publicación: Febrero 1, 2015