La Navidad, ¿hace feliz a Jesús?
Con otra Navidad en pleno apogeo, ¿se ha preguntado usted alguna vez si esta fiesta realmente alegra a Jesús? ¿Cómo podemos saber la respuesta?

Es una época en la que las familias se reúnen. Quizás alguien lo vea como un momento para tomar chocolate caliente, ponche de huevo y usar suéteres navideños. Es un tiempo para compartir comidas, crear recuerdos, intercambiar regalos y repartir alegría. No hay duda: la época navideña está en la mente de muchísima gente.
Y con la temporada navideña llegan todas las tradiciones populares: los árboles decorados, el muérdago y las coronas, las casas de jengibre y las luces que cuelgan de casas y árboles.
Y en el centro de todo encontramos el pesebre, donde los reyes magos, los ángeles y un padre y una madre asombrados, se reúnen alrededor de un recién nacido envuelto en pañales. Ese recién nacido, supuestamente, es Jesucristo: la figura central de la temporada navideña y, aparentemente, la razón de toda esta fiesta.
¿Pero, es así realmente? ¿Y es, todo esto, lo que Él quiere?
Conozcamos las raíces
Hoy en día, no es sorprendente escuchar que la mayoría de las tradiciones cristianas modernas tienen sus raíces en prácticas muy poco cristianas.
Los árboles navideños, las coronas, las luces, los regalos, la comida e incluso la fecha del 25 de diciembre, provienen de tradiciones paganas que nada tienen que ver con Jesucristo. Se incorporaron a la celebración cientos de años después del nacimiento de Cristo, para facilitar la transición del paganismo al cristianismo en los nuevos conversos.
¿Pero realmente importa?
La lógica suele ser la siguiente: cierto, estas tradiciones pueden tener sus raíces en el paganismo, pero eso fue hace cientos o miles de años. Hoy en día, las cosas son diferentes. La Navidad moderna no se trata de las fiestas de antiguos dioses paganos; ahora es una celebración del nacimiento de Jesucristo, el Hijo mismo de Dios.
Hay sólo un pequeño problema: a Él no le gusta este festival.
¿Cuáles son los estándares de Dios para su adoración?
Es fácil asumir que, si nuestro corazón está en el lugar correcto, Dios está contento con cualquier adoración que le ofrezcamos. Y si bien Dios sí mira el corazón (Hebreos 4:12), también espera ser adorado “en espíritu y en verdad” (Juan 4:23); y la verdad es que hay ciertas formas de adoración que Él detesta, aunque parezcan buenas.
Hace miles de años, cuando Dios guiaba a la nación de Israel hacia la Tierra Prometida, les advirtió que no tomaran prestadas tradiciones de las naciones paganas que los rodeaban:
Israel había añadido y partes de la Palabra de Dios, y el resultado fue algo que Dios consideró abominable.
“Cuando el Eterno tu Dios haya destruido delante de ti las naciones adonde tú vas para poseerlas, y las heredes, y habites en su tierra, guárdate que no tropieces yendo en pos de ellas, después que sean destruidas delante de ti; no preguntes acerca de sus dioses, diciendo: De la manera que servían aquellas naciones a sus dioses, yo también les serviré. No harás así al Eterno tu Dios; porque toda cosa abominable que el Eterno aborrece, hicieron ellos a sus dioses; pues aún a sus hijos y a sus hijas quemaban en el fuego a sus dioses. Cuidarás de hacer todo lo que yo te mando; no añadirás a ello, ni de ello quitarás” (Deuteronomio 12:29-32).
Pero Israel no escuchó.
A lo largo de los siglos, la nación tomó elementos de las religiones que los rodeaban, mezclando tradiciones paganas con los mandamientos de Dios. El Eterno se sintió disgustado. Envió a un profeta para decirles: “Aborrecí, abominé vuestras solemnidades” (Amós 5:21). Israel había añadido y partes de la Palabra de Dios, y el resultado fue algo que Dios consideró abominable.
Más de 2.000 años después, esta es la pregunta que debemos hacernos: ¿Ha cambiado la postura de Dios acerca de la adoración?
El Dios que no cambia
Dios responde: “Porque yo el Eterno no cambio” (Malaquías 3:6). En el Nuevo Testamento leemos: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8). O bien Dios siente hoy el mismo rechazo por la mezcla de religiones que sentía hace miles de años, o lo que Él dice no tiene valor.
Como la mayoría de los que creen en Dios no lo llamarían mentiroso, nos quedamos con una verdad incómoda:
La Navidad está ausente en las páginas de la Biblia, porque ni Dios Padre ni Jesucristo jamás la ordenaron ni la aprobaron.
La Navidad es una ofensa para Dios.
Eso no es fácil de oír. Hay muchas personas en todo el mundo que celebran la Navidad con las mejores intenciones, pero si tomamos la Biblia al pie de la letra, debemos concluir que los orígenes paganos de la Navidad siguen siendo inaceptables para un Dios que desea ser adorado en espíritu y verdad.
La festividad de Navidad está notablemente ausente en las páginas de la Biblia, porque ni Dios Padre ni Jesucristo jamás la ordenaron ni la aprobaron.
Esto nos deja con otra pregunta: Si la Navidad no alegra a Jesús, ¿qué es lo sí lo alegra? ¿Cómo podemos adorar a Dios de una manera que le agrade?
Las fiestas del Eterno
Si estamos dispuestos a profundizar en las páginas de la Biblia, encontraremos que Dios responde a esa pregunta con mucha claridad. En el libro de Levítico, Dios revela: “las fiestas solemnes del Eterno, las cuales proclamaréis como santas convocaciones, serán estas…” (Levítico 23:2, énfasis añadido).
Hay fiestas de Dios. Sus santas convocaciones. No las nuestras. Adorar a Dios en espíritu y verdad significa adorarlo según sus términos, como él pide ser adorado.
En los versículos que siguen, Dios explica también cuáles son algunos de esos términos: debe haber una observancia semanal del séptimo día de reposo y siete festivales anuales.
Estas fiestas contienen el plan mismo de Dios: un plan que explica quiénes somos, porqué estamos aquí y lo que Dios tiene reservado para la humanidad.
Cuanto más observamos estas fiestas santas, más claro se vuelve el plan de Dios. Las fiestas de Dios nos muestran porqué el mundo es como es, y cómo Dios lo arreglará y cómo podemos ser parte de la solución. Estas fiestas están llenas de significado y visión; y están diseñadas para recordarnos hacia dónde vamos y cómo llegar allí.
Debemos adorar a Dios a su manera
Pero no podemos tener ambas cosas. No podemos adorar a Dios como Él quiere y al mismo tiempo como nosotros queremos. No podemos complacer a Dios mezclando sus mandamientos con las prácticas de otras religiones. Una vez que sabemos lo que Dios quiere de nosotros, depende de nosotros si haremos algo al respecto.
La Navidad, en su esencia, es un mosaico de tradiciones y costumbres que Dios aborrece. No es un día que Él nos haya ordenado guardar y, a pesar de las mejores intenciones de quienes la celebran, no es un día que lo haga feliz.
Si estamos dispuestos a seguir a Dios hacia donde Él nos guíe, entonces sus días de fiesta tienen mucho más que ofrecernos. Jesucristo dijo a sus discípulos: “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando” (Juan 15:14).
Aprender sobre las fiestas del Eterno es un excelente lugar para comenzar.
Lo invitamos a ver nuestra serie de videos acerca de “Las fiestas del Eterno”, para aprender más acerca de lo que significan estos días.
Fecha de publicación: Diciembre 23, 2025