¿Qué es la voluntad de Dios?
Algunos consideran que la voluntad de Dios es un misterio que nadie puede entender. ¿Es esto cierto? ¿Qué dice la Biblia acerca de la voluntad de Dios en nuestras vidas?
Si Dios tiene una voluntad, que Él hace, y quiere que usted la haga, ¿se la ocultaría Él deliberadamente de nosotros? O ¿haría Él que su voluntad fuera fácil de encontrar y absolutamente inconfundible?
Dios reveló su voluntad en la Biblia. También la registró en un lenguaje sencillo, sin metáforas oscuras.
Por lo tanto, es hora de que usted sepa cuál es la voluntad de Dios a través de las páginas de su Biblia.
¿Tiene Dios una voluntad?
Escuche lo que dice el autor del libro de Hebreos sobre la voluntad de Dios y por qué Jesús sufrió por nosotros: “Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria” (Hebreos 2:10, énfasis añadido en todas partes).
Este versículo proporciona una declaración resumida de la voluntad de Dios. Él quiere hijos glorificados. Pero ¿qué significa eso?
Si leemos lo que dicen las Escrituras acerca de Jesucristo, podemos saberlo. Él es el único Hijo, hasta la fecha, que ha sido glorificado y su estado actual resucitado refleja perfectamente la voluntad de Dios.
La voluntad de Dios guió a Jesús durante su estancia en la tierra, pero esta voluntad estuvo especialmente presente en su mente la noche anterior a su crucifixión. Note lo que oró a Dios: “he acabado la obra que me diste que hiciese. Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo” (Juan 17:4-5).
Jesús sabía que estaba cerca el tiempo en que se despojaría de su cuerpo físico mortal y se reuniría con el Padre en su reino espiritual. Ésta era la voluntad de Dios y Jesús pidió fervientemente al Padre que la cumpliera.
Y Dios lo hizo.
La voluntad de Dios guió a Jesús durante su estancia en la tierra, pero esta voluntad estuvo especialmente presente en su mente la noche anterior a su crucifixión.
Después de que el cuerpo de Jesús permaneció en una tumba durante tres días, el Padre le restauró a la vida y lo hizo inmortal. Dios le dio a su Hijo un cuerpo espiritual glorificado, libre de las leyes del universo físico. Luego Dios lo exaltó a un cargo supremo en el cielo, desde donde ahora se eleva sobre “todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra” (Efesios 1:21).
Pero, ¿con qué frecuencia escuchamos predicar que Jesucristo es el prototipo de lo que Dios hará con muchas más personas? El apóstol Pablo se refirió a Jesús como “el primogénito entre muchos hermanos” (Romanos 8:29).
Dios Padre ha planificado tener una familia mucho más grande que sólo dos: Él y Jesús. ¿Cuántos hijos quiere Dios y cuántos “hermanos” tendrá finalmente Jesús? El apóstol Pablo da una respuesta: “Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos” (1 Timoteo 2:3-4).
“Hombres”, por supuesto, aquí no se refiere estrictamente a los varones. La palabra griega es antropos, que se refiere a la humanidad: hombres y mujeres. En otras palabras, Dios quiere tantos hijos como los que la humanidad ha producido hasta la fecha y seguirá produciendo hasta que la Tierra deje de existir.
Como referencia, algunas estimaciones sitúan el total de la población humana desde sus comienzos y hasta la fecha en más de 100 mil millones.
Dios está creando una familia masiva.
Para aprender más sobre esta maravillosa verdad, estudie los artículos “Hijos de Dios” y “¿Por qué nació usted?".
¿Cómo hacemos la voluntad de Dios ahora?
La voluntad de Dios es lo que Él planea hacer para el hombre, revelada a través de lo que hizo primero con Jesucristo.
Pero, dado que Dios es el único que hace su voluntad a plenitud ahora, ¿deberíamos nosotros quedarnos de brazos cruzados y no hacer nada hasta que suceda su plan? Jesús dice que el individuo que califica para esta gloriosa oportunidad es “el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21).
Quiso decir que, si queremos que Dios cumpla su voluntad con nosotros, tenemos ciertas responsabilidades que cumplir. Porque, si bien ninguna oposición impedirá que Dios Todopoderoso lleve a cabo su magnífico plan, Dios nos ha permitido la libertad de elegir.
Muchos elegirán correctamente, se someterán a la voluntad de Dios y recibirán la vida eterna. Otros, desafortunadamente, simplemente rechazarán la gloria que Dios quiere darles y desperdiciarán su oportunidad de salvación.
En el centro de esta discusión hay algo que muchos pasan por alto o ignoran por completo: Dios tiene condiciones para la vida eterna (Mateo 19:17-19).
La Biblia establece varios requisitos. Esto debe verse como si Dios nos estuviera dando una instrucción directa. Cuando realmente escuchamos, lo cual demostramos con nuestras acciones, hacemos la voluntad de Dios.
Cristo proclamó dos requisitos al comienzo de su ministerio: “Arrepentíos y creed en el evangelio” (Marcos 1:15).
El apóstol Pedro, bajo la inspiración de Dios, también estableció la condición del bautismo (Hechos 2:38). Dios requiere que todos los pecadores que acudan a Él sean bautizados (sumergidos en agua) para simbolizar el rechazo total de su estilo de vida anterior.
El mismo apóstol Pedro también escribió: “Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos” (1 Pedro 2:15). Las buenas obras son obligatorias para la salvación. Hacer el bien, se alinea con la enseñanza de Jesús acerca de ser una luz para el mundo (Mateo 5:14-16).
El apóstol Pablo apoyó la importancia de una vida recta cuando escribió: “pues la voluntad de Dios es vuestra santificación” (1 Tesalonicenses 4:3). La santificación significa ser consagrado o apartado para un propósito especial. Esto nos ocurre cuando nos distinguimos del mundo que nos rodea por una vida de obediencia a las leyes de Dios (Levítico 20:7-8).
Un resumen de lo que Dios quiere que cada uno de nosotros hagamos ahora se encuentra en un versículo: “Pues para esto fuisteis llamados. . . para que sigáis sus pisadas” (1 Pedro 2:21). “Sus pasos”, por supuesto, es una referencia a la vida y las enseñanzas de Jesucristo.
Recordemos que Él fue el pionero de la voluntad de Dios. Jesucristo trazó en detalle el camino que debemos seguir.
Dios quiere que sigamos el ejemplo de su Hijo.
(Para obtener más información sobre el ejemplo de Cristo, lea nuestra serie de artículos en curso “Andar como Él anduvo”).
¿Cómo debemos manejar nuestros asuntos de la vida?
¿Qué pasa si alguien está practicando todos los requisitos bíblicos, pero surge un problema en el que no hay una respuesta directa de las Escrituras? ¿Qué debe hacer alguien que busca la voluntad de Dios cuando se enfrenta a una encrucijada en la vida?
Después de todo, la Biblia no dice nada específico sobre con quién debería casarse, adónde trasladar a su familia, cuál es la mejor carrera profesional y una serie de otras decisiones que enfrentamos en la vida. ¿Cuál es la voluntad de Dios en estos momentos?
¿Es Dios indiferente a estas decisiones?
Piénselo así: un padre humano amoroso se preocupa lo suficiente por sus hijos como para responder cuando se le pide su opinión sobre una decisión importante. El padre querría ayudar en lo que pueda, ofrecer consejos y brindar orientación general.
Nuestro Padre Celestial es de la misma manera.
Dios quiere que naveguemos y dirijamos nuestras vidas según sus principios; así hacemos la voluntad de Dios en todo.
Puede que la Biblia no responda directamente a algunos de los desafíos de la vida, pero está llena de principios. Dios quiere que naveguemos y dirijamos nuestras vidas según sus principios; así hacemos la voluntad de Dios en todo.
Hay principios sobre:
- El tipo de persona que sería un buen cónyuge para toda la vida (Proverbios 31:10-31; 1 Corintios 7:39).
- Cómo usar sabiamente el dinero (Lucas 12:15).
- El tipo de compañía que debemos evitar (Proverbios 20:19).
- Cuándo desvincularse de un amigo anteriormente cercano (Proverbios 22:24-25).
- El tipo de amistades que deberíamos desear (Proverbios 17:17; 18:24).
- Llevarse bien con los demás (Romanos 12:18).
- Cuándo seguir a los gobiernos humanos y cuándo no (Romanos 13:1-5; Hechos 5:29).
La combinación de principios bíblicos, la experiencia personal y los consejos de asesores respetados, nos ayudarán a discernir cómo afrontar los desafíos de la vida.
Pero ¿qué pasa si nos encontramos en una situación en la que todas nuestras opciones no encajan con los principios de Dios? Casos como éste pueden requerir que presentemos nuestras circunstancias ante Dios y le pidamos que cierre las puertas. La mayoría de las personas quieren que sus decisiones sean las más beneficiosas y tengan el mayor impacto positivo.
Desafortunadamente, la visión humana suele ser estrecha. Esto hace que sea difícil encontrar la mejor decisión.
Sin embargo, dado que Dios ve infinitamente más allá que nosotros, podemos confiar en Él.
Nuestra responsabilidad es asegurarnos de que ninguna decisión que tomemos contradiga su voluntad general para nuestras vidas.
Cuando pedimos a Dios que cierre puertas, en efecto, le estamos pidiendo que limite nuestra selección. Si ejercitamos la fe y la paciencia, Dios puede revelarnos perspicacia a través de ciertas circunstancias, inspirándonos a tener más confianza en una elección particular.
Si hacemos un compromiso, como el matrimonio o el bautismo, entonces Dios espera que cumplamos ese compromiso. Pero respecto de otras opciones (como dónde vivir), podemos cambiar de opinión. Si en algún momento nos damos cuenta de que cometimos un error, podemos ser flexibles y volver a empezar.
También hay que mencionar que la gente cree erróneamente que Dios tiene voz y voto en cada decisión que se debe tomar, sin importar cuán pequeña sea. ¿Existe una “voluntad de Dios” específica sobre el color de camisa que debemos usar mañana o el sabor de helado que debemos comprar? Podemos tomar literalmente cientos de decisiones como ésta en un día. En muchos casos, Dios simplemente nos da la opción de elegir lo que queramos.
Nuestra responsabilidad es asegurarnos de que ninguna decisión que tomemos contradiga su voluntad general para nuestras vidas.
¿Está usted haciendo la voluntad de Dios?
Dios quiere agregarnos a su familia eterna, para gobernar junto a Jesucristo en el Reino de Dios. Con respecto a este maravilloso futuro, Jesús dijo que debemos orar regularmente: “Hágase tu voluntad” (Mateo 6:10). Al hacerlo, tenemos presente el plan supremo de Dios y el papel que cada uno de nosotros desempeña en él.
Un pasaje alentador explica cómo ve Jesús a quienes practican diligentemente la voluntad de Dios en sus vidas: “Mientras él aún hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos estaban afuera, y le querían hablar. Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar. Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano, y hermana, y madre” (Mateo 12:46-50).
Dios tiene voluntad; podemos saber cuál es; y si la hacemos, Cristo nos considera parte de su familia.
Fecha de publicación: Octubre 12, 2023