¿Qué significa codiciar en la Biblia?
¿Qué nos dice la Biblia acerca de codiciar? ¿Qué significa ser una persona codiciosa y por qué debemos evitar este pecado? ¿Codiciar es inofensivo o algo muy serio?

Quebrantar el Décimo Mandamiento podría denominarse como el pecado silencioso. Nadie se da cuenta cuando estamos codiciando algo, y superficialmente, no parece que tuviera ningún impacto directo sobre alguien más. Además, de todas maneras, es el ultimo mandamiento, ¿significa esto que es el menos importante?
Repasemos que nos dice exactamente el Décimo Mandamiento:
“No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo” (Éxodo 20:17).
Si usted desea aprender más acerca de este mandamiento, lo invitamos a leer “Codicia: décimo mandamiento”.
¿Continúa vigente esta ley en el siglo XXI? ¿Qué es codiciar exactamente? ¿Deberíamos preocuparnos por esto realmente?
Una mirada más de cerca al Décimo Mandamiento
El Décimo Mandamiento se centra en las cosas que pertenecen a “tu prójimo”, es decir, a otras personas. Se refiere a tener un deseo malsano de lo que es suyo. Aunque el mandamiento da ejemplos que habrían sido especialmente pertinentes en la antigüedad, la codicia no se limita a los bienes inmuebles, los matrimonios y el ganado.
En el mundo actual, codiciar puede referirse al deseo de bienestar económico, trabajo, carrera, automóvil o barco de alguien. Puede que no codiciemos el burro de nadie, pero puede que deseemos tener su Mercedes-Benz.
Lo que se menciona en el Décimo Mandamiento no es algo inapropiado para tener. En Mateo 6:32, Jesús dijo que nuestro Padre Celestial sabe que tenemos necesidades físicas y las satisface. Pero debemos tener cuidado de no desarrollar un deseo enfermizo por las cosas materiales que desplacen a Dios como nuestro proveedor.
Por supuesto, la codicia también puede incluir un antojo o deseo de cosas ilícitas o inmorales.
Codiciar en la sociedad opulenta de hoy
Debemos tener cuidado de no desarrollar un deseo enfermizo por las cosas materiales que desplacen a Dios como nuestro proveedor.
La cultura opulenta y basada en la imagen de hoy sólo añade combustible al problema de la codicia. El dispositivo inteligente que tenemos en la mano puede abrir nuevas vías de deseo que no estaban disponibles ni siquiera hace 20 años. La codicia puede ser sutil e insidiosa, y ahí radica el problema. El peligro reside en caer en la trampa de pensar que lo que tenemos no es suficientemente bueno. En otras palabras, nuestra vida sería mucho mejor si tuviéramos lo que tienen los demás.
Este pensamiento es peligroso y puede conducir a otros pecados.
La codicia en contexto
Para algunos, codiciar puede parecer un asunto sin importancia. Pero el apóstol Pablo incluyó la codicia en la lista junto con la inmoralidad sexual, la impureza, la pasión y los malos deseos en (Efesios 5:3; Colosenses 3:5). Incluso escribió que una persona codiciosa no puede heredar el Reino de Dios. ¡Codiciar es un problema importante ante los ojos de Dios!
Pablo incluyó un punto muy importante en Colosenses 3:5 que nos ayuda a entender por qué es tan grave. “La codicia”, escribió, “es idolatría”.
La codicia está ligada a la idolatría porque nos lleva a poner por encima de Dios nuestro deseo de tener ciertas cosas. Codiciar cosas, no importa lo que sea, puede llevarnos a poner nuestro deseo de esas cosas por encima de nuestro deseo de agradar a Dios y estar en su Reino.
Cuando analizamos la codicia a través de los ojos de Dios, adquiere una naturaleza totalmente diferente. Codiciar corrompe nuestra confianza genuina en Dios como nuestro proveedor, haciendo más grande el deseo por esas cosas que nuestra confianza en que Dios nos proveerá nuestras necesidades físicas.
Si usted desea saber más acerca de este tema, lo invitamos a leer “Depender de Dios”.
Cómo evitar la codicia
Las personas siempre han tenido la tentación de codiciar, pero las oportunidades de caer en esta trampa han aumentado enormemente con la omnipresencia digital del materialismo en el mundo actual. Constantemente nos vemos enfrentados a un flujo constante de objetos para codiciar.
Enfrentarse a ello implica estar conscientes a nivel mental de la debilidad que tiene el ser humano de codiciar, así como la necesidad de ser diligentes continuamente para combatirla.
¿Qué acciones podemos emprender para evitar el pecado de la codicia?
1. Superar la codicia siendo más agradecidos y pacientes
La ingratitud es un problema universal en la sociedad. La codicia es, en esencia, el resultado de una mente desagradecida. Esto es sencillo decirlo, pero difícil de llevar a cabo cuando estamos constantemente bombardeados por el deseo de cosas que desearíamos tener, pero no tenemos.
Las cosas buenas implican tiempo, sacrificio y trabajo arduo. La paciencia nos permite aplazar la gratificación y contentarnos. Desarrollar la virtud de la paciencia es una de las mayores claves para superar la codicia. La paciencia es una cuestión espiritual (Romanos 2:7; 2 Timoteo 2:24; Santiago 5:8; 1 Pedro 2:20) y es algo que deberíamos pedir a Dios con regularidad.
Si hay algo que debemos codiciar o desear, ¡es ser más pacientes!
Dios nos pide que le demos prioridad a nuestras necesidades espirituales por sobre nuestras necesidades físicas.
O podríamos expresarlo de otra manera. Estar conformes.
Hebreos 13:5 muestra que estar contentos es una clave necesaria para superar la codicia. “Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora”. El versículo termina con una exhortación a confiar en Dios: “porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré”. El estar conformes es una de las claves de la verdadera felicidad. Si usted desea saber más acerca de este tema, lo invitamos a leer, “¿Qué necesita usted para ser feliz?”.
2. Superar la codicia alineando nuestras prioridades con las de Dios
Dios conoce nuestras necesidades. Él promete satisfacerlas. Pero también nos pide que le demos prioridad a nuestras necesidades espirituales por sobre nuestras necesidades físicas.
Mateo 6:33 muestra que los cristianos deben poner el Reino de Dios y el desarrollo de un carácter recto por encima de todo lo demás. Cuando hacemos eso, Dios promete proveer para nuestras necesidades (“y todas estas cosas os serán añadidas”).
La codicia invierte nuestras prioridades de manera que buscamos y codiciamos cosas por encima de nuestra relación personal con Dios. De nuevo, ésta es la razón por la que Pablo la relaciona con la idolatría. La codicia puede parecer inocente desde la perspectiva de la mente humana, pero puede causar un daño profundo a nuestra salud mental y a nuestra relación con Dios.
Si usted desea saber más acerca las prioridades espirituales que Dios quiere que tengamos, lo invitamos a leer “¿Cuál es el significado de Mateo 6:33?”.
3. Superar la codicia siendo equilibrados y productivos
El equilibrio es fundamental en la mayoría de nuestras actividades. Evitar las “zanjas” a ambos lados del camino requiere disciplina y concentración. Seremos más productivos cuando reconozcamos nuestros talentos, así como nuestras limitaciones.
El trabajo arduo a lo largo de la vida nos permitirá disfrutar de cosas materiales en el camino, y a la vez nos proporcionará estabilidad financiera en nuestra vejez. Debemos ser lo suficientemente sabios para saber que adquirir cosas buenas toma tiempo. Pasar el tiempo codiciando lo que otro posee es una pérdida de tiempo.
Es esencial que los cristianos tomen en serio la codicia. Es un pecado que quebranta el Décimo Mandamiento. No es inofensivo. En lugar de codiciar, debemos esforzarnos por estar contentos y trabajar duro por las cosas que necesitamos y queremos, mientras confiamos en que Dios nos proveerá.

Fecha de publicación: Junio 11, 2025